La niñez con discapacidad funcional merece una mejor atención

Por Cándida Cotto/CLARIDAD

ccotto@clarridadpuertorico.com

Si ya de por sí, siendo un menor, niño o niña normal,  es bien difícil que  se reponga de una agresión sexual, cuánto más aun es ser víctima de una agresión sexual y de la tenencia de un bebé para una niña que tiene una condición de autismo severo.

El caso de una menor de edad de 13 años, quien fue abusada y embarazada por su padrastro, más allá de comprobar que el abuso sexual intrafamiliar es una conducta que persiste en la sociedad puertorriqueña, demuestra la falta de servicios y el poco conocimiento que existe respecto a la condición de autismo.Así queda expuesto en entrevista con la  doctora Dra. Alice G. Pérez Fernández, coordinadora del Comité de  Promoción del Desarrollo Integral de la Niñez de  la Asociación de Psicólogos de Puerto Rico (APPR).

El autismo es una condición neurobiológica con la que nacen niñas y niños que crea unos déficits en unas áreas particulares como el lenguaje y las áreas motoras. Algunos  pueden tener déficits cognitivos y  también viene atado a algunas condiciones de salud, sobre todo, gastrointestinales.“Las personas con autismo pueden presentar una situación  bastante compleja que de alguna manera los limita en su funcionalidad diaria, por lo que es importante saber que esta diversidad funcional requiere unos servicios, una supervisión y seguimiento para que  puedan socialmente manejarse mejor”.

Esta condición tiene diferentes grados que son  bien diversos dentro del mismo autismo. Se estima que en el país 1 de cada 6 menores padece de la condición de autismo, es decir, alrededor de 15 mil.

Su  diagnóstico se suele hacer  en los primeros años de vida, cuando el menor se supone esté desarrollando destrezas motoras y lingüísticas. Si  la madre y padre comienzan a ver que el niño dentro de los parámetros que se establecen como normales para el desarrollo, está por debajo, por ejemplo, que a los dos años no hable, es una bandera roja para se muevan a buscar  evaluaciones. Otras señales son que el menor no se está desarrollando en el área motora o que es un menor al que no le gusta jugar con otros niños, que se mantiene  aislado o que le dan rabietas que son extremadamente largas. Todas son  conductas que es importante que se observen.

La doctora Pérez Fernández  reconoció que es difícil para las familias que no tienen los recursos económicos acceder a, una evaluación  de forma privada, por lo cara que es. El único servicio disponible por parte del gobierno es en el Recinto de Ciencias Medicas (RCM), que tiene  un centro para la identificación temprana y uno que trabaja con niños pequeños para ayudar a que no se rezaguen tanto en  la adquisición de destrezas. Pero muchas veces la lista de espera es larga.

En el caso de asistencia a los padres, dijo que si el menor está identificado y estuviera en algún centro de terapia para preescolar o el mismo RCM, los padres  van a recibir alguna educación. Pero observó que la condición de autismo es una que requiere a su vez de un proceso de educación según las  etapas de desarrollo del menor.

“Estamos fallando no solamente en darle la psicoeducación a los padres y madres de los niños y niñas con autismo, sino a la misma población, que a veces no entendemos. Miras para el lado y ves un nene tirado en el piso con una rabieta y piensas que el papá o la mamá no le impone disciplina o no lo está educando bien  y desconoces que es un niño con autismo”.

Pérez Fernández afirmó que aunque existe una especialidad de maestro de Educación Especial en Autismo, no todos los maestros del Departamento de Educación  tienen esta especialidad.“No necesariamente el maestro de Educación Especial que está atendiendo a los niños con autismo la tiene, porque tenemos una escasez de maestros y el área de EE es de difícil reclutamiento. Lamentablemente, el pensar que todos los maestros de EE tienen esta certificación en autismo es ilusorio. Los hay, pero no hay todos los que necesitamos, y eso es un problema que tenemos porque estos niños requieren unas estrategias específicas para trabajar”.

Preguntamos  cuáles son señales de incomodidad que uno puede presumir hubiese podido mostrar, en particular, una niña con una condición de autismo severo que está siendo objeto de abuso sexual.

La psicóloga Pérez Fernández observó que los menores que no tienen ninguna condición, por lo general, cuando son abusados sexualmente presentan cambios de su conducta normal diaria, por lo que es el cuidador o cuidadora de esos niños quien debería de  levantar bandera de que algo está pasando, algo que no es lo normal. “Tenemos que estar pendientes a la conducta de nuestros hijos y ver qué cosas nos llama la atención y tener una comunicación efectiva con ellos de qué te pasa, qué te molesta. Observar si hay sitios o gente particular con las que no quieren estar.  Todas esas son banderas rojas”.

Pero en el caso de una niña con autismo que tiene déficit intelectual, incapacidad intelectual, problemas del lenguaje, que está en un nivel tres, que es una condición más comprometida, los cuidadores, todos, eso incluye a la Asistente I, a la maestra de Educación Especial y, obvio, su madre, todos ellos tuvieron que haberse dado cuenta aunque la niña no pudiera hablar. “Primero me levanta un poco la pregunta de que no pudiera hablar. Estos menores, temprano, se busca que puedan hablar a través de comunicadores, como láminas, donde puedan decir qué quieren. Habría que investigar que pasó ahí”.

Expuso además que aun una persona encamada con autismo tiene su forma de comunicación porque  emiten sonidos, unos más graves que otros, más intensos que otros, secuencias, lo que es una manera de comunicarse.

“Es decir, que esta niña de alguna forma estaba demostrando a través de ese lenguaje no verbal que algo estaba pasando y que algo le molestaba, y sus cuidadores principales se tuvieron que haber dado cuenta porque su comportamiento era distinto a lo que normalmente ella hacía. Eso sin dejar de observar los cambios físicos: una barriga de una persona gordita es diferente a una barriga de embarazo”.

Incluso señaló que, tanto la madre como la asistente I tuvieron que haberse dado  cuenta de la falta de regla, debido a que la menor está tan comprometida que requiere atención para bañarse, para aceptar el uso de la toalla sanitaria, por lo que reiteró que alguna debió darse cuenta de la falta de menstruación y, encima de eso, ver los cambios físicos.

Ante estos elementos, la doctora en psicología destacó que la excusa del DE en el sentido de que nadie en la escuela se dio cuenta es poco creíble.  “Si yo aceptara esa excusa que da, tengo que pensar que el Departamento, en efecto, no siguió ningún protocolo y desconoce cómo trabajar con niños y niñas con autismo y desconoce también cómo trabajar con niños y niñas abusados sexualmente. Es grave lo que estamos diciendo”.

Dado al hecho consumado de que  la menor fue obligada a tener la criatura, subrayó que aun en estados normales es bien difícil que una menor se reponga de una agresión sexual y la tenencia de un bebé. “Ninguna niña está lista para  ser madre a tan temprana edad.  Imagínate en alguien que no entiende qué es lo que le está pasando, que siente dolor, que siente cambios en su cuerpo. Una cesárea es una cirugía mayor y, sacando aparte que la niña no va a poder tener destrezas maternales para poder cuidar al bebé, es una tragedia para las dos. Esto es una tragedia mayúscula”.

Debido a su condición de autismo, la menor —ante la posible ausencia de su madre— es difícil que se adapte a otras personas, por lo que ahora hay el reto de quién se va hacer cargo, cuando tiene que ser una persona que tiene que estar 24/7 atento a los cambios que tiene y que su madre es a la única persona que esta  reconoce. Al expresar su preocupación por al cuidado de quién se va a quedar  la menor, la especialista no dejó pasar por alto que el padre  también fue uno aparente ausente. “Puedo decir por experiencia que muchos de los padres con hijos con esta condición terminan divorciados por lo difícil que es el cuidarlo”.

Aunque reconoce que la familia debería ser la primera opción para  dejar a un niño en su núcleo familiar si es que se observa que hay destrezas protectoras en ese núcleo, cuestionó la  búsqueda de recursos familiares  por parte del Departamento de la Familia y señaló que en Puerto Rico se tienen que evaluar los procesos de dónde ubican a los menores, ya que no siempre la familia es un buen recurso “porque, ¿dónde estaba la familia de esta menor antes?”.

En ese sentido señaló que el abuso sexual se da más en el núcleo intrafamiliar y  se encubre mucho, contrario a la idea de que es un acto por parte de un extraño. El dato cierto es que en la mayoría de los casos es el padre, la madre, el padrastro, el tío, es alguien intrafamiliar, como el abuelo, y se guarda silencio. “Estamos en un país que no se puede hablar de sexo. Es lamentable, tenemos que hablarlo hasta con la población de diversidad  funcional porque es la más vulnerable que tenemos”.

La coordinadora del Comité de  Promoción del Desarrollo Integral de la Niñez indicó que  la  Asociación de Psicólogos está  en la disposición  de  ayudar a las agencias de gobierno, primero a reevaluar los protocolos de violencia sexual y maltrato de menores, sobre todo aquellos dirigidos a la población de diversidad funcional porque es el grupo más vulnerable. “Me parece que es importante reevaluar los protocolos y los procesos”.

 

 

Artículo anteriorArrestan a Wanda Vázquez
Artículo siguienteHay que erradicar el abuso contra la niñez