CLARIDAD
“La situación se perfilaba fea la noche del miércoles… entonces llegó Juan como una tromba… “.
¿Quién escribe? ¿Cuál noche del miércoles? ¿Quién es ese Juan?
Escribe Edwin Reyes, uno de los integrantes del grupo grande de poetas, escritores o artistas que han pasado por la redacción de CLARIDAD en sus casi 62 años de existencia temeraria. Antes que él, en esa misma redacción, estuvieron Emilio Díaz Valcárcel y Carlos Raquel Rivera, entre muchos otros.
Estas palabras están en la edición del 7 de agosto de 1973, la número 862, y refiere a lo ocurrido el miércoles de 1 de agosto de ese año. Según la crónica del periodista-poeta, ya de noche las emociones se agitaban porque al día siguiente debía comenzar el primer Festival de Apoyo a CLARIDAD, y había llegado una noticia que ponía todo patas arriba.
Aquel 2 de agosto el Partido Socialista Puertorriqueño (PSP) y su periódico estaban por estrenarse en un tipo de evento del que no había tradición en Puerto Rico. Sólo las fiestas patronales, que anualmente se celebraban en la plaza pública de cada municipio isleño, se parecían al evento que se quería celebrar. Se pretendía atraer a miles de personas para que durante cuatro días disfrutaran de buena música y una variada oferta cultural dejando, de paso, un ingreso importante a las escuálidas finanzas del periódico. Los organismos de base del partido, dividiéndose por regiones, montarían los kioskos para la oferta gastronómica, mientras que los artistas solidarios con la lucha patriótica aportarían de forma gratuita su talento.
La idea había llegado, como ocurría a menudo, de la mano de Juan Mari Brás, el “Juan” que aparece en la cónica de Edwin. En uno de sus viajes políticos el entonces secretario general del PSP había asistido a un evento multitudinario que anualmente se organizaba en París en apoyo a L’ Humanité, el diario vinculado al Partido Comunista Francés. En nuestro caso, considerando las diferencias entre nuestros recursos y los del diario parisino, la idea podía parecer una “quijotada”, pero podíamos aspirar a organizar un evento más modesto, ajustado a las particularidades boricuas y al nivel organizativo del PSP.
CLARIDAD ya era un periódico conocido y respetado por todo Puerto Rico, que entonces publicaba dos ediciones semanales y que había tenido tiradas de cien mil ejemplares. La lucha patriótica, de la que era portavoz, impactaba con particularidad a los creadores artísticos, para quienes el bisemanario siempre disponible estaba disponible. Además, el País vivía entonces una gran efervescencia cultural con la “canción protesta” y la “nueva trova” como elementos importantes. Los artistas que más impactaban en la radio y la televisión se identificaban abiertamente con la lucha de liberación nacional. Por tanto, organizar un buen festival en realidad no era algo tan quijotesco.
Durante meses se trabajó con tesón para un evento de cuatro días que se fijó para el primer fin de semana de agosto. Entonces, en aquellos años calientes de principios de la década del ’70, las plazas o los lugares públicos se nos negaban con cualquier excusa y, fuera de esos espacios, no había muchas opciones donde reunir cientos o miles de personas. No obstante, tuvimos la suerte de conseguir un amplio solar en la importante Carretera #1, la más transitada, que servía de estacionamiento y área de esparcimiento al Sindicato de Equipo Pesado, dirigido por Félix Morales, viejo “caudillo sindical”.
Conseguido el local y acordada la fecha, lograr una buena oferta cultural no fue problema. Sólo con decir que en la noche del viernes se ofrecería un concierto de Danny Rivera, y que el domingo cerraba con Lucecita Benítez acompañada por la orquesta de Pedro Rivera Toledo, se puede tener una idea de la oferta. Ambos estaban entonces en la cúspide de sus carreras.
Preocupados con la tarea, pero seguros del éxito, estábamos cuando llegó la noticia que, al decir del poeta, hizo perfilar “fea la noche del miércoles”. Esa tarde, a 24 horas del primer saludo del Festival, se recibió una carta suscrita por Félix Morales, presidente de la entidad que prestaba el local, cancelando el permiso. El ambiente que describe Edwin era fúnebre porque, de un porrazo, el enorme esfuerzo invertido parecía perdido. Sólo teníamos disponible la denuncia contra el “pequeño caudillo sindical” quien, para mayor ofensa, pretendía justificar su acción en una noticia que semanas antes había publicado CLARIDAD, citando a unos trabajadores molestos con la dirección de su sindicato. El Festival estaba muerto o, al menos, pospuesto indefinidamente.
Entonces fue que “llegó Juan como una tromba”. Cuando todos parecían resignados a la fatalidad apareció una vez más el liderato de Juan Mari Brás advirtiendo, con toda su energía de corso a flote, que el Festival tenía que celebrarse. Si no estaba disponible el amplio local había que montarlo de la manera que fuera, en la calle al lado de las oficinas de CLARIDAD, o en cualquier otro lugar. ¡Pero el Festival va!
Minutos después, avanzada la noche, ya estaba Juan junto a Domingo Vega, administrador del periódico, mirando los postes de donde el compañero electricista Mónico Nazario podía sacar la luz, dónde instalar la tarima y cómo apropiarnos de un solar vacío al otro lado de la calle. Además, si esta vía se cerraba para el evento, había que gestionarle salida por otro lado a los vecinos de la barriada Los Peña, contigua a nuestro local.
Temprano al otro día ya Domingo tenía un tractor abriendo el camino para los vecinos y desbrozando el solar yermo, que resultó ser propiedad de un comerciante árabe. Cuando éste llegó a protestar Mingo lo tranquilizó con la advertencia de que CLARIDAD era el único periódico de Puerto Rico que apoyaba la lucha de los palestinos. Los militantes del PSP, que ya montaban kioskos en el primer local, los trasladaron a toda prisa sobre la tierra recién rescatada, y la tarima y las guirnaldas ocuparon la calle. Las oficinas de la redacción servirían de camerino para los artistas.
El día de apertura se movió para viernes 3 de agosto, pero, como proclamó Juan cuando llegó en tromba, el Festival se celebró y quienes allí estuvimos todavía miramos con emoción las fotografías donde aparece una multitud tarareando “Yo quiero un pueblo” con Danny Rivera, y “Soy de una raza pura” con Lucecita.