Las venas interrumpidas de América Latina

Especial para CLARIDAD

Cada 12 de octubre, el continente latinoamericano recuerda la llegada de los conquistadores al continente y el comienzo de la colonización. La conquista fue uno de los ataques más violentos y crueles de la historia. Cálculos actuales muestran que el genocidio contra los indígenas debe haber matado a 70 millones de personas (Cf. GRONDINO, Marcelo e VIEZZER, Moema, O maior genocídio da história da humanidade, Toledo, 2018). Es sorprendente, entonces, que en 2018, en Puerto Maldonado, Perú, el Papa Francisco afirmó: «En este momento de la historia, los pueblos indígenas tienen su existencia más amenazada que en otras épocas”.

Para dominar, los conquistadores crearon diferentes países. Por eso, en las luchas de liberación, el sueño de la unidad del continente siempre estuvo presente. A principios del siglo XIX, Simón Bolívar, el libertador, proponía la «Nuestra América». Más tarde, José Martí la pensaba como “Patria Grande». Ambos dedicaron sus vidas a eso. Sin embargo, la ambición de la élite de cada país fue más fuerte.

Desde finales del siglo XX, el gobierno bolivariano de Hugo Chávez en Venezuela y después, de Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador, con la colaboración de Brasil, en la primera década de este siglo, han coordinado importante esfuerzo para integrar la región. Se fundaron diversas organizaciones para el diálogo y integración. Desde 2016, esto sufrió ataque. Las venas del continente fueran interrumpidas.

El gobierno de los Estados Unidos no perdona a Cuba y Venezuela por haberse liberado de la explotación a la que eran antes sometidos. Castiga a ambos países con un bloqueo comercial criminal. Paga una guerra mediática que diariamente difunde noticias falsas y intenta poner al propio pueblo del país contra su gobierno. Cuba y Venezuela se resisten. Al mismo tiempo, siguen su camino de solidaridad internacional. Ahora en la pandemia, nos dan ejemplo de países que cuidan de su gente y son solidarios. Cuba envia médicos para ayudar en varios otros países.

En Brasil, el gobierno está cada vez más subordinado al imperio de los Estados Unidos. La élite, que siempre se ha negado a participar en cualquier diálogo de integración, utiliza el fantasma del comunismo.

En estos días el Papa Francisco publicó la nueva encíclica Todos somos hermanos y hermanas. Allí, el Papa propone que la humanidad asuma la cultura de la solidaridad fraterna, ejerza la amistad social y comprenda que los bienes indispensables para la vida deben ser considerados como bienes comunes de la humanidad y están por encima de los intereses individuales. Esta hermandad universal es la realización del plan divino para el mundo. Desde ahora, necesitamos ser testigos y colaborar con el deseo divino de ver a la humanidad reconciliada como una sola familia y en comunión con el planeta Tierra y todos los seres vivos.

El autor es monje bendictino y ha escrito más de 40 libros.

 

 

 

 

 

 

 

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