Lo que propuso Hostos en el 98

 

Orlando José Hernández

Especial para En Rojo

Después de más de treinta y cinco años de exilio, regresaba a su patria, el 27 de septiembre de 1898, Eugenio María de Hostos. Unas semanas antes, el 2 de agosto, había fundado en Nueva York la Liga de Patriotas Puertorriqueños como un instrumento de lucha política y desarrollo educativo. La Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano, dominada por anexionistas, se disolvería esa misma noche, en el mismo lugar (el Chimney Corner Hall), en los momentos más decisivos de la gestión que había asumido como suya: lograr una Revolución de Independencia. Su liderato, con Julio J. Henna y Roberto H. Todd a la cabeza, confió en que los Estados Unidos trataría a Puerto Rico de una manera justa y democrática.

Hostos, en cambio, informado por su amigo cubano José Ignacio Rodríguez, funcionario de la alta diplomacia del gobierno estadounidense, estaba prevenido de que los Estados Unidos tenía planes de anexar a nuestro país con carácter permanente desde antes de la invasión del 25 de julio de 1898. Los invasores usaban como justificación el llamado derecho de conquista, que Hostos impugnó en la prensa de ese país, no solo como antidemocrático e ilegítimo, sino también contrario a los principios republicanos. Es verdaderamente una ironía que fueran Estados Unidos y Francia, dos potencias imperiales que practicaron la anexión por vía de la conquista en múltiples ocasiones, las naciones que en el 1928 formularon el Tratado de Bryan-Kellogg, que prohibía el derecho de conquista.

En Puerto Rico, Hostos concluyó muy pronto que la sociedad estaba enferma, física y mentalmente, a causa de los estragos del colonialismo. Propuso la creación de institutos municipales en todos los pueblos de la Isla, con escuelas diurnas mixtas, para niños y niñas, una escuela nocturna para obreros, un periódico comunitario y un programa de conferencias públicas. Estuvo en la Isla apenas 15 meses (más de uno de ellos, atendiendo los trabajos de la Comisión Puertorriqueña en Washington), fundó los institutos de Juana Díaz y de Mayagüez, como los mecanismos operativos de la Liga, escribió decenas de artículos, y levantó un movimiento de participación ciudadana no-partidista, que, por medio de la educación y la autogestión, pudiera dar al traste con las terribles condiciones en las que vivía la inmensa mayoría de nuestro pueblo.

La labor de Hostos durante esos quince meses fue intensa y realmente visionaria. Sus propuestas e iniciativas promovían una modernidad inclusiva y lo que hoy llamamos una economía solidaria. La Liga de Patriotas Puertorriqueños fue pionera como organización no gubernamental (ong). El ilustre mayagüezano fue un precursor de la sociedad civil, con sus conferencias públicas de educación popular y sus propuestas de desarrollo social y político por vía de la autogestión y el activismo cívico. Se trataba —según Hostos— de hacer la política al revés del colonialismo. Criticó abiertamente la usurpación antidemocrática de la soberanía del pueblo puertorriqueño por parte de los Estados Unidos e hizo una intensa campaña en la prensa en pro de un plebiscito o, en su lugar, una asamblea nacional, para que se expresara la voluntad del pueblo puertorriqueño.

Con la inspiración que les ofrecía Hostos, la redacción completa del Correo de Puerto Rico, un excelente periódico dirigido por el intelectual dominicano exiliado Eugenio Deschamps, y algunos de sus amigos, se abocaron a crear una escuela nocturna en las oficinas del rotativo en Ponce. El 23 de enero de 1899, el periódico anunciaba la creación de una escuela nocturna. Con el título de “Para el Pueblo”, el editorial leía en parte: Estamos en una era de renacimiento, y precisa que la ciudadanía se ponga en aptitud de comprender la gran obra del progreso: unos comunicando su luz y otros recibiéndola. Era una propuesta de educación popular. Hostos había realizado tareas similares en Santo Domingo cuando fundó la Escuela Nocturna de Trabajadores, en el 1888, y recién iniciaba otra en Juana Díaz.

Por esos meses, en algunos sectores políticos se discutía poner un impuesto al voto de un dólar (equivalente a $38 hoy en día). La medida limitaría significativamente la participación de las clases trabajadoras. Hostos combatió la medida en su artículo “El impuesto del voto”, en el que señalaba que ese impuesto representaría un vejamen para nuestras libertades más grandes […] no es posible que existan en el cielo de la patria, como en pasados tiempos, nubes de privilegio y exclusivismos que le cubran como sombras de oprobio y de vergüenza. (El Tiempo, 28 de septiembre de 1899, p. 2) Con la Ley Foraker, el Congreso de los E.U. se encargaría de restringir el voto. Se impuso un requisito de elegibilidad alternativo: o ser propietario, o saber leer y escribir, en un universo ya reducido a la mitad por la exclusión del voto femenino.

El tema de la justicia y la represión es otro al que Hostos dedicó esfuerzos. Entre agosto de 1898 y principios de 1899 fueron encarcelados más de 100 puertorriqueños por ser los supuestos incendiarios de propiedades de españoles y de colaboradores del régimen. A la mayoría de estos no se le formuló cargos y muy pocos tuvieron juicio. Bajo la ley marcial, que imperaba entonces, no existía el recurso de habeas corpus. Hostos escribió una carta al presidente McKinley en la que le informaba de la situación, le pedía el indulto de todos los encarcelados y que aplicaran las garantías civiles de la Constitución de los E.U. En mi libro, Documentos de la Liga de Patriotas fundada por Hostos, discuto este tema en detalle, que el historiador Fernando Picó trató en La guerra después de la guerra, sin detectar que en muchos de los casos fue un ajuste de cuentas y persecución contra el independentismo.

Algunos meses después Hostos censuró el segundo encarcelamiento del patriota Evaristo Izcoa Rivera, fundador y director del periódico El Combate, por haber violado la Ley federal de correos. Había violado una ley completamente desconocida en el Puerto Rico de 1899.

A don Eugenio le preocupaba profundamente el bienestar del pueblo y propuso políticas económicas que pudieran crear riqueza compartida. Una de estas fue la distribución de las tierras baldías o solariegas, siguiendo el modelo estadounidense del Homestead Act, o Ley de Asentamientos Rurales, que promovió Lincoln y legisló el Congreso en el 1862 en los Estados Unidos.i Esa medida hubiera tenido un impacto significativo en Puerto Rico para romper con la estructura estratificada que regía en el campo, donde vivía entonces la inmensa mayoría de nuestra población. Propuso, además, la creación de cooperativas de producción y la modernización de la economía mediante el desarrollo del sector agrícola sobre bases científicas, junto a la actualización de la infraestructura del país.

El Huracán San Ciriaco, que azotó Puerto Rico el 8 de agosto de 1899, ocasionó más de 3,000 muertes y tuvo un efecto devastador en la economía de la Isla. Con la pérdida de las cosechas, el bloqueo comercial de la guerra y la devaluación de la moneda, la economía había entrado en recesión. Hostos propuso un empréstito o préstamo por la cantidad de $21 millones, para reactivar la economía, cifra equivalente hoy a $754 millones.ii Se trataba, sin duda, de una cantidad considerable de dinero, con el que se atenderían obras de envergadura, de forma descentralizada, asignando $3 millones a cada departamento (distrito).

Ante el descalabro económico que se vivía, Hostos organizó una asamblea de pueblo en la ciudad de Mayagüez a la que asistieron más de 300 personas de esa ciudad. Se nombró un comité que estudió las consecuencias económicas del flagelo y se sometió a aprobación una propuesta que habría tenido gran impacto en toda la Isla. En la reunión extraordinaria del Concejo Municipal de 18 de agosto de 1899, se discutió la propuesta, que se aprobó unánimemente, con el visto bueno del alcalde, Diego García St. Laurent. El plan incluía la creación de un banco agrícola y comercial en cada uno de los siete departamentos y un programa de asistencia a agricultores, la creación de escuelas agrícolas, el desarrollo de infraestructura, incluso un programa de rearbolación, que ahora llamamos reforestación. En su propuesta Hostos mencionaba como uno de los beneficiarios de esta medida a la clase obrera.

Hostos le escribió una carta al General Davis, gobernador militar de la Isla, en la que explicaba la propuesta.iii No sabemos si tuvo respuesta. El ilustre mayagüezano había propuesto una medida de activación económica similar a la que el economista británico John Maynard Keynes propondría para combatir la Gran Depresión, y que Franklin Delano Roosevelt finalmente pondría en práctica durante su segundo término. Solo que Hostos la había propuesto 30 años antes. En 1883, había inaugurado la cátedra de Economía Política en el Instituto Superior de Santo Domingo. Y aun antes, su amistad con el presidente peruano Manuel Pardo y Lavalle, que databa de su visita al Perú de 1871, le permitió profundizar sus conocimientos sobre cuestiones económicas. Pardo había estudiado economía en Barcelona y fue el primer presidente civil de ese país.

Las medidas de inclusión y las propuestas de desarrollo económico que propulsó Hostos cayeron en los oídos sordos de los políticos. Aunque pocas tuvieron éxito, sus luchas son una importante referencia para las nuestras.

El 11 de agosto de 1926, la periodista Ángela Negrón Muñoz, importante feminista, pronunció un discurso frente al Monumento a Hostos en el campus de la Universidad de Puerto Rico, en el que explicó por qué había trabajado, como vicepresidenta, en la Asociación Conmemorativa Eugenio María Hostos. Aducía Negrón Muñoz que en la concepción jurídica de Hostos no se establecía diferencia en derechos y deberes entre los géneros, de forma que en las Lecciones de derecho constitucional se le extendía el sufragio a la mujer. La defensa del derecho para todos los seres por igual, sus ideales de libertad y justicia eran ideas de Hostos que las mujeres feministas valoraban, decía Negrón Muñoz en su discurso.

En el 1969, cuando se propuso la creación de un colegio universitario en la ciudad de Nueva York para ofrecer educación a los puertorriqueños, el nombre que escogieron fue el de Eugenio María de Hostos. Hace algunos años, en 1989, cuando CASA PUEBLO lanzó al mercado una nueva marca de café cultivado en Adjuntas, lo llamaron Madre Isla, el nombre que utilizaba Hostos para referirse a Puerto Rico.

No es accidental que el Departamento de Educación oculte la importante gestión de Hostos. El pensamiento de Hostos es una bandera de lucha contra las lacras coloniales en nuestro país, contra la corrupción de los gobiernos de turno, a favor de la igualdad de la mujer, por una educación de calidad y para lograr un desarrollo económico autogestionario.

Notas

iEl Homestead Act fue muy exitoso para poblar y desarrollar el Oeste de los E.U., pero tuvo nefastas consecuencias para los pueblos originarios, con el resultado de que cientos de miles de indígenas fueron desplazados de sus tierras y muchos otros murieron en los conflictos y guerras que ocasionó. El libro de Roxanne Dumbar-Ortiz así lo documenta: An Indigenous People´s History of the United States, Beacon Press, Boston, 2014. Ver también de Jorge Álvarez, “Homestead Act: la ley promulgada por Lincoln”: https://www.labrujulaverde.com/2017/02/homestead-act-la-ley-promulgada-por-lincoln-que-daba-tierras-a-los-inmigrantes-para-colonizar-el-oeste-americano; y de Robert V. Hine y John Mack Faragher, The American West. A New Interpretive History, Yale University Press, 2000.

iiLos veintiún millones de dólares de esa época equivaldrían hoy a $754, 001, 204.82. El cálculo se hizo por el CPI Inflation Calculator: https://www.officialdata.org/us/inflation/1800.
iiiTomo IV, Cartas, de sus Obras completas, 1939, pp. 221-223.

 

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