Especial para En Rojo
El cantautor compartió sus experiencias y satisfacciones como músico antes de su próximo concierto, el 28 de julio.
A 20 años de aquel concierto que acabó en su primer disco, En cuerdas para cuerdos, Mikie Rivera sigue siendo el cantor de una brigada. El cantante aún recuerda los momentos en que bautizó a un grupo de jóvenes independentistas con el famoso cognomento: La Brigada. Para entonces, 1992, Rivera tocaba en clubes nocturnos y cafés en los que, después de llegar, el grupo apodado le ayudaba a cargar su equipo. Con el tiempo, el sobrenombre contagió a la fanaticada del cantautor, que asistió al aniversario del álbum por primera vez en abril de este año. Ahora, el próximo 28 de julio, La Brigada irá a la sala René Marqués del Centro de Bellas Artes (CBA) para repetir el espectáculo musical.
“Ya el público se sentía parte de La Brigada porque era el sustituto de decir ‘somos los fans de Mikie’. Eso era bien importante para mí porque ya no eran míos, sino que era yo de ellos”, compartió Rivera con CLARIDAD. Esa noche de 2004, de acuerdo con el autor de Amor de mayo y Máscaras, fue la noche en que “todos fuimos La Brigada”.
El público, cuenta el músico, es un personaje “fuerte” y esencial en todos los conciertos de Rivera. Con su efervescencia, vítores y lealtad, ese público ha aportado al crecimiento de la carrera musical del exintegrante de la Banda Acústica Rodante a través de los años. Sobre este último particular, el líder La Brigada asegura que mantiene una relación amistosa con el grupo al que perteneció por años.
“A mí me gusta de mi público que es tan atrevido como yo, porque puedo proponerles canciones que no han escuchado, en el momento del concierto, y las aceptan con una solemnidad y como si la hubieran escuchado toda la vida”, narró Rivera.
Sin embargo, el cantautor admitió que nunca ha escrito sus canciones para “pegarlas”. Todas las ha labrado con esmero y talento para llevar un mensaje contundente y poéticamente cargado a favor de la independencia de Puerto Rico. Con una modestia laudable, al cantante se le hace difícil reconocer su enorme aportación a las luchas emancipadoras del país.
“Sentir que el tiempo me ha regalado la satisfacción de que todo el trabajo que he estado haciendo, desde mucho antes de esos 20 años, es algo que me ha valido la pena. Yo no me daba cuenta de que lo que quería era tocar, que no sabía lo que había provocado en la gente. Fue un problema existencial en un momento”, confesó el coameño.
Un ejemplo de esas canciones trascendentales es HF, una dedicatoria que Rivera preparó para el fenecido patriota Filiberto Ojeda Ríos, quien fue asesinado en 2005. Escribió la pieza al estilo de una carta en que cuestiona quién sería “la roca” del movimiento libertador sin la figura de Ojeda Ríos. Años después, durante una presentación, recibió una misiva firmada por el propio machetero.
Pero para los tiempos actuales, Rivera afirmó que su tercer disco, El mundo es una amenaza, retrata, con su estilo poético, la realidad política del mundo mediante críticas musicalizadas. A la usanza rockera de Mikie, el álbum incluye dedicatorias a Oscar López Rivera, Ramón Emeterio Betances y a eventos como el Grito de Lares.
“Ese disco describe la coyuntura que no solo sucede en el país, sino en el mundo. A mí siempre me ha gustado escribir y no terminarlo en las palmeras y las orillas. Me gusta escribir para que el que esté en Italia pueda decir ‘eso también pasa aquí’”, detalló sobre las canciones que estrenó en el Festival de Claridad de 2020.
En esa línea, el cantautor reconoció que las tendencias y las “modas” han abaratado la calidad lírica de las canciones. “Muchos rebajan sus letras para alcanzar una audiencia más grande”, sostuvo Rivera. Sin embargo, Mikie aún empuña el verso como arma de concienciación en cada una de sus canciones, incluso las románticas. Por otro lado, reconoció la contribución consistente de figuras como Roy Brown, Zoraida Santiago y Tito Auger en la producción de artes que construyen una narrativa rica del país.
“Las letras que surgen ahora, surgen con la inmediatez del tiempo con que se le prestará atención. No hay una dedicación de buscar la palabra correcta o idónea, que pueda describir seriamente y no rebajarse a una tonta para quien me escucha. Yo siempre trato a mi público como gente más inteligente que yo, y que tengo el reto de escribirles”, aclaró el autor de Soy cantor de una brigada.
Actualmente, Rivera trabaja su cuarto álbum, que llevará Esperando el fin por nombre. El proyecto se inspiró en la amenaza real de un conflicto que incluya armas nucleares y extermine el planeta. Además de ese disco, el cantautor también está creando un libro de poemas en el que reflexiona sobre su relación con la música.
Para este concierto, Rivera cuenta con la ayuda de un grupo de colegas y amistades que, de acuerdo con el cantante, complementarán el espectáculo. Cristopher Calderón (bajo), Carlos Tato Santiago (piano), Joselito Flores (guitarrista), Benytza Toro (vocalista), Eloy Cruz (baterista), Víctor Echevarría (múltiples instrumentos), Javier Hernández (conguero), Pedro Guzmán, Joel Ortiz (guitarrista), el poeta Luis Díaz y otros más. En fin, un pelotón de más de 12 músicos talentosos que darán ritmo a los versos de Rivera.
Pero entre ese puñado de invitados, Mikie destacó a su hermano mayor, Joe, autor de la Canción del trabajo, del primer álbum. Para el cantor de La Brigada, Joe siempre ha sido un cantautor nato, que desconocía de su talento.
“‘Crucé por la niñez imitando a mi hermano’ [Joan Manuel Serrat]. Creo que esa es una de las frases más lindas que he escuchado, porque me ha pasado. Joe Rivera ha sido un puntal de lo que soy hoy”, compartió con CLARIDAD.
Y así las cosas, Mikie Rivera se contenta con seguirle añadiendo a su trayectoria y ser feliz en esa tarea dichosa. Así las cosas, se reencontrará con su entrañable público — a veces Brigada— para entonar los himnos que han caracterizado la carrera del exponente de la Nueva Canción.