Mirada al País: El apagón del 6 de abril y su fuerza metafórica

 

Especial para CLARIDAD

El interruptor 0082 es ya famoso en Puerto Rico. Su localización se encuentra en el patio de interruptores de la central Costa Sur, en Guayanilla. El mencionado interruptor provocó lo que se ha considerado una “falla catastrófica”. El 6 de abril el país en su totalidad quedó sin luz. El impacto social del apagón fue de tal magnitud que una de las principales figuras del grupo Ferré Rangel, Luis Alberto Ferré Rangel, destacó que “Puerto Rico anda con paso seguro hacia la desgobernanza energética.” (END, 17/4/2022, 47) El prominente defensor de las privatizaciones formuló también una buena pregunta: “El tema no es el interruptor. La pregunta que hay que hacerse es por qué todo el sistema eléctrico se vino abajo.”

Nunca viene mal un poco de memoria. Aun cuando se trate de un acontecimiento reciente. El lunes 21 de febrero hubo otro incidente cuyo origen también se dio en el escenario de los interruptores. Entonces se consideró “un disturbio” que dejó a 700,000 clientes sin luz. El “disturbio” se registró en el área de transmisión y distribución eléctrica operada por LUMA. La información relacionada con el evento indicó que se originó en la línea 38100 “entre la subestación del centro de transmisión del viaducto y el patio de interruptores de 115 KV de la central de San Juan”. (END, 24/2/2022, 14) Cada acontecimiento de esta índole requiere una investigación, lo que significa que LUMA viene acumulando investigaciones con notable celeridad.

En poco tiempo podemos ver un progreso significativo. No es lo mismo referirse a un apagón de unas cuantas horas como “un disturbio”, que hablar a velo quitado de una “falla catastrófica” capaz de dejar sin luz a todo el país, con la tardanza de cuatro días para regresar a la “normalidad”. Ahora bien, es importante observar lo que esta “falla catastrófica” puso al descubierto. Como la investigación es imprescindible y la credibilidad del investigador es fundamental, LUMA Energy contrató la firma internacional Exponent para llevar a cabo un proceso “independiente” con el propósito de esclarecer las causas del apagón general. Así se lo dejó saber al Negociado de Energía de Puerto Rico (NEPR). No se puede olvidar que ante la presión pública del descontento con LUMA el gobernador destacó que era urgente esperar el resultado de la pesquisa.

Aquí surge el problema. El investigador de Exponent será Richard Brown, “Practice Director” de la firma. Cuando se busca en la red la experiencia de trabajo de este destacado personaje surge que fue vicepresidente de Quanta Technology desde julio de 2006 hasta febrero de 2012. Quanta Technology es una de las dos firmas que forman el consorcio LUMA Energy. Wayne Stensby, presidente de LUMA, consideró que no era necesario comunicarle este detalle al NEPR porque Brown había sido vice presidente de Quanta hace más de diez años. La excusa provista por Stensby para justificar su silencio sobre el viejo vínculo de Brown con Quanta es sencillamente escandalosa y pone en tela de juicio su criterio ético. Más aun cuando LUMA es poco dada a la transparencia con respecto a la información o está poco dispuesta a proveérsela a la prensa. Cuando se le requirió, por ejemplo, información sobre los trabajos de mantenimiento preventivo en el área de los interruptores, se negó a comunicarla. Sin embargo, no titubeó al informar que LUMA no respondería por los daños a los enseres eléctricos ni a la pérdida de alimentos causados por el apagón general. La conducta es clara: secretos ante las causas internas de “disturbios” o “fallas catastróficas” y desentendimiento ante el sufrimiento y pérdidas de sus “clientes”. El país está ante los esplendorosos frutos de la privatización monopolizada de un recurso esencial.

El país no debe olvidar varios supuestos repetidos durante años hasta provocar nauseas: 1) era urgente privatizar la AEE porque introduciría la competencia en un monopolio público; 2) la privatización tendría como resultado el abaratamiento de los costos de la energía; 3) el sistema eléctrico sería más eficiente y estable en manos de la empresa privada. Nada de esto ha ocurrido. La eficiencia de LUMA ha consistido en conseguir del NEPR seis aumentos de luz en menos de un año al mismo tiempo que ha combinado estos aumentos con apagones continuos e interrupciones en el servicio de la luz. Es difícil de refutar el hecho de que LUMA está en un momento culminante de su desprestigio. Aunque se repita como papagayo, desde LUMA o desde el gobierno, que la causa está en el envejecimiento del sistema eléctrico, la opinión pública ya transita por otros senderos.

El último apagón general de LUMA tiene ciertamente un valor metafórico. Desborda el sistema eléctrico. Estamos ante un verdadero apagón del neoliberalismo. Un oscurecimiento decisivo del brillo publicitario que desde hace más de tres décadas le ha dicho a la sociedad puertorriqueña que lo público es ineficiente y la empresa privada es la encarnación de la eficiencia y la estabilidad. El apagón de LUMA no se puede separar del apagón ideológico de los proponentes del mercado como solución a la crisis que vive el país. La metáfora del apagón se extiende y alcanza a los dos partidos de gobierno que durante más de tres décadas han incorporado la política neoliberal en el servicio público, desmantelándolo, diezmándolo y plagando de corrupción y mentira la dirección política del país.

El apagón de LUMA no se puede separar del apagón electoral que viene sufriendo el bipartidismo local. Es el apagón vinculado al derrumbe institucional mucho más profundo que los derrumbes del suroeste causado por los terremotos de 2019-20. La insensibilidad de Wayne Stensby y su equipo de trabajo, la falta de escrúpulos y de valores éticos de su comparsa empresarial, el hambre insaciable que profesan ante los fondos federales de reconstrucción del sistema eléctrico, no es privativo de las grandes empresas que se apoderan de los recursos del país. Es parte de la misma atmósfera creada por la política neoliberal en todo el sector público. Por consiguiente, el verdadero apagón, su dimensión metafórica más profunda y abarcadora, se relaciona con el descalabro del gobierno y de la economía provocados por el neoliberalismo.

Se está apagando una época en Puerto Rico. No será fácil establecer de antemano cuantos interruptores tendrán que fallar para observar el final de dos partidos que han llevado a Puerto Rico a su crisis histórica más profunda. La corrupción no es un accidente en esta crisis. Es, por el contrario, su manifestación más dinámica y no puede separarse de la profundización de la dependencia. La política neoliberal ha promovido ambas cosas: la corrupción y la dependencia. En este proceso de dos caras puede verse el camino esplendoroso que el fundamentalismo de mercado le ha impuesto a Puerto Rico.

No será fácil organizar una salida del pantano neoliberal. No será fácil sacudir del cuerpo social toda la basura que los proponentes acríticos del mercado han arrojado sobre Puerto Rico. La buena fe no florece en esta atmósfera. Habrá que construirla con los depósitos de honradez que le queden a nuestra población. Frente al individualismo pulverizador, impuesto por el fundamentalismo del mercado y por formas de consumo alimentadas por la dependencia de fondos federales, será urgente levantar un espíritu innovador que ponga en acción nuevas formas de negociación colectiva con el fin de diseñar un programa político básico con un propósito principal: la salvación de Puerto Rico.

De esta forma podremos transformar el apagón de LUMA en otro tipo de apagón positivo y urgente: la liquidación del bipartidismo y la corrupción.

 

 

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