Mujeres que dan la batalla por su familia y por el País

“Nosotras cogimos sierras y seguimos abriendo caminos porque pues qué íbamos a poder hacer. Este, teníamos equipo también ya con… y nos tirábamos a abrir caminos porque no veíamos que…”

La cita es una de los conmovedores relatos que se recogen en la investigación Voces de Mujeres: Estrategias de Supervivencias y de Fortalecimiento Mutuo Tras el Paso de los Huracanes Irma y María. La organización sin fines de lucro, Inter Mujer (IM), con el patrocinio de la organización Oxfam, una confederación de organizaciones no gubernamentales (ONG) internacionales que trabajan en comunidades locales para combatir la pobreza fue quien hizo la investigación.

En conversación con CLARIDAD, las licenciadas María Dolores Fernós, Esther Vicente y Yanira Reyes Gil compartieron varios aspectos del estudio que realizaron a ocho meses del paso de ambos huracanes. Se hicieron entrevistas a ocho grupos focales. Dos grupos en el Área Metropolitana, en la comunidad La Perla del Viejo San Juan y entre la comunidad dominicana de algunos sectores de Santurce. Los otros seis grupos corresponden a sectores rurales del interior de la isla. La invitación a participar en los grupos focales se hizo a través de varias ONG cuyo trabajo está dirigido a la población femenina. La invitación tuvo una buena recepción por parte de las mujeres. A esos efectos, Reyes Gil comentó: “Luego de las sesiones nos decían que habían sentido un espacio para desahogarse, para hablar de cosas que tenían en común que no habían hablado; de cuestiones de risas, de llanto. Se sintieron que tenían un espacio para desahogarse”.

En algunas comunidades, como en Humacao y Yabucoa, todavía cuando se hicieron las entrevistas grupales no había luz. “Los coquíes nos sacaron”, comentó Fernós, sobre una de las reuniones. Las mujeres pertenecen a diversas extracciones económicas y son de diversas edades, desde mujeres de edad madura, hasta jóvenes, algunas unas embarazadas.

La investigación se enfocó en seis preguntas dirigidas a revelar cómo habían cambiado las responsabilidades de las mujeres en el hogar tras el paso de los huracanes; cómo era esa vida antes y cómo se alteró después de María. Le siguió conocer qué tipo de daños materiales y emocionales habían sufrido. Qué problemas habían enfrentado en su comunidad al día siguiente de los huracanes, como problemas de salud de la comunidad y de sus propias familias; de las muertes y de incluso los suicidios.

Sobre este último aspecto, la licenciada Fernós puntualizó que en todas las comunidades estudiadas se reveló que hubo casos de muertes por suicidio. El tema fue uno que surgió por parte de las participantes al comentar sobre los sucesos habidos en su comunidad. Fernós dijo que le llamó la atención el que todos fueron varones jóvenes. Aunque aclaró que esto no debe de sorprender porque, aun sin que haya habido un evento catastrófico, los estudios y las estadísticas generales dicen que los hombres y las mujeres reaccionan diferente a eventos críticos y que el suicido es una de las reacciones mayoritariamente del varón. Lo sorprendente ?dijo? es que eran jóvenes entre los 21 a 25 años, algunos con problemas de drogas o depresión previo a María, pero también por depresión desarrollada post María, por la pérdida del trabajo. Algunos de ellos tenían hijos. Incluso, los grupos focales de Yabucoa declararon que, ante los continuos comentarios de los jóvenes acerca del suicidio, la comunidad y la escuela tuvieron que desarrollar actividades de carácter disuasivo.

En la investigación se incluyó conocer el parecer de la respuesta gubernamental, tanto municipal como estatal y de las agencias federales como Fema y el ejército. Las respuestas coincidían en que el gobierno municipal fue el primero que reaccionó, pero que no fue una reacción inmediata. La respuesta de todos los grupos focales fue que las comunidades tuvieron que reaccionar primero y asumir las tareas de sobrevivencia; que hubo una ausencia total del gobierno estatal.

“Aquí no vimos a nadie de una agencia del ejecutivo, aquí no vimos a ningún funcionario electo legislativo”, citó Fernós a una de las participantes.

En tanto, Reyes Gil recordó que a la pregunta de si el gobierno estuvo presente, “las mujeres se rieron en tono de mira qué ilusa esta…”

FEMA tampoco salió muy bien parado. Según describieron las investigadoras, las participantes hablaban de estar agradecidas; no obstante, señalaron que fue casi un mes después que les llevaron suministros de “comida en cajita”, sobre las cuales reparan que no era una buena alimentación.

La primera directora de la Oficina de la Procuradora de la Mujer (OPM), licenciada Fernós, resumió que el estudio evidenció que hay muchas cosas en común en términos del efecto de ambos eventos sobre las mujeres: “Es como si las vidas de las mujeres en Puerto Rico fueran casi un diseño, que es lo que nos preocupa, porque hemos encontrado a esas viejas solas en las montañas, abandonadas prácticamente a su suerte”.

¿Qué hicieron las mujeres frente a la ausencia gubernamental, cómo reaccionaron y qué estrategias desarrollaron?

Sobre estos aspectos la licenciada Vicente expuso que se notaron diferencias en los grupos del Área Metro, entre la comunidad de las mujeres dominicanas y las boricuas. Una de estas es que aunque las dominicanas eran mayores, todas trabajaban a tiempo completo, contrario a las mujeres de otros grupos focales de esas mismas edades, que la mayoría eran amas de casa, jubiladas o desempleadas. “Esa es una diferencia bien importante porque demuestra una de las cosas que estábamos hablando en el estudio, que es que el impacto de los desastres va a variar dependiendo de la situación económica de la gente y de la región. Hubo un impacto grande con respecto a los empleos. Muchas de las mujeres que tenían empleo a tiempo completo lo perdieron o tuvieron una reducción de jornada considerable, sobre todo cuando estaban trabajando en áreas informales de empleo”.

No obstante, tanto el grupo de mujeres de la comunidad dominicana como los grupos de las mujeres puertorriqueñas, pese a que no se conocían entre sí, reaccionaron de inmediato. “Aquí no va a llegar nadie, aquí no hay carretera que esté abierta. Se cayeron los postes, se cayeron los árboles, aquí hay que empezar a quitar eso del medio. Y metieron mano todos, aun aquellos que no tenían relación alguna el día anterior”, citó Reyes Gil los testimonios recogidos. Recalcó que en los grupos focales todos los relatos fueron en el sentido de que las mujeres y el resto de la comunidad se dieron cuenta de que los primeros que tenían que ayudarse eran ellos, que la ayuda no iba a llegar rápidamente.

El estudio evidenció también que las mujeres reaccionaron de inmediato asumiendo las tareas tradicionales de atender las necesidades de cuido de su unidad familiar, en la preparación de los alimentos ?aun ante la falta de luz y agua?, asumiendo el cuidado de otros miembros de la familia, padres, abuelos, tíos, etc. La licenciada Vicente destacó que las mujeres reaccionaron de manera rápida en términos comunitarios, con iniciativas de cocinas comunitarias, división de tareas en el cuido de niños, la búsqueda de suministros y la atención a las personas ancianas y enfermas de la comunidad. Según fueron pasando los días, las comunidades que no tenían una organización previa o formal fueron organizándose un poco mejor para poder aprovechar los suministros que iban llegando a la comunidad.

Un aspecto que impresionó a las investigadoras fue la reacción que se dio en todos los grupos de que las mujeres se sintieran responsables de cuidar a las personas ancianas en su comunidad que vivían solas o estaban enfermas.

El estudio encontró que existen tres tipos de organizaciones comunitarias: una, las comunidades que ya cuentan con una organización formal; dos, las comunidades que no tienen una organización, pero si un liderato comunitario reconocido, y tres, las que se organizan de manera improvisada ante una determinada circunstancia.

Reyes Gil también destacó la participación de la juventud en sus comunidades. “Una cosa que se repitió es la formación de brigadas de hombres jóvenes para ayudar a limpiar escombros y limpiar las carreteras. Eso me pareció bien curioso. Es lo que recuerdo de Hugo en mi comunidad. Me parece importante traerlo porque en Puerto Rico siempre se está hablando mal de la juventud, de que no tenemos futuro, de que no saben la importancia de las cosas; sin embargo, en ese momento reaccionaron. Fue algo que se repitió en varias comunidades”.

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