Para donde camina nuestra América Latina

En los años más recientes, la situación social y política ha cambiado profundamente en América Latina y el Caribe. Y el cambio no ha sido para mejor. En ese continente, el siglo XXI empezó marcado por una gran integración de los pueblos indígenas que sí han articulado y manifestado su voz. En diversos países del continente, el proceso social ha permitido el ascenso de gobiernos progresistas más vinculados a movimientos sociales y a la izquierda. Con Hugo Chávez en Venezuela, con la elección de Evo Morales en Bolivia, así como con la “Revolución Ciudadana” en Ecuador, América Latina ha pasado a vivir tiempos nuevos. Aunque con grandes contradicciones, Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay han continuado una etapa nueva. América Central, El Salvador, Honduras y Nicaragua han acompañado ese momento favorable. El ALBA, la UNASUR, la CEPAC y otros organismos han creado una integración continental que antes nunca habíamos vivido. La ONU ha reconocido que, mientras en otros continentes las tasas de pobreza han aumentado, en América Latina han decrecido. En Venezuela, aunque el gobierno enfrenta una guerra cruel del imperio y de la élite local, las desigualdades han disminuido.

Esta situación empezó a cambiar en 2009 con golpes de Estado, elecciones fraudulentas y parlamentos comprados. Con la colaboración de los errores de la izquierda y la incoherencia de los que llegan al poder y se embriagan con privilegios, el imperio norteamericano fue retomando el control que había perdido sobre el continente. Los grandes medios de comunicación propician la guerra de cuarta generación y los pobres son puestos unos contra los otros. En diversos países, gobernantes catalogados como progresistas caen en errores lamentables, pero los que se oponen a ellos son diez veces peor. Y los críticos, como decía Jesús: “filtran un mosquito y dejan pasar un camello”.

En estos días, la buena noticia fue la victoria de López Obrador en México. Hay posibilidad de una reanudación del camino de integración del continente. La historia no vuelve para detrás; menos para tratar de revivir utopías socialistas de otros tiempos. En todo el continente, desde los pueblos indios, muchos movimientos sociales proponen como paradigma de nueva convivencia social y forma de organización social la construcción del Bien-vivir. En ese proceso, la comunidad de vida y el cuidado con la madre Tierra y la naturaleza tienen prioridad. De hecho, ese proceso pretende poner la calidad de vida colectiva y personal como meta de la política. Como decía Jesús en el evangelio: “Yo vine para que todos tengan vida y la tengan en abundancia” (Jo 10, 10).

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