Política y espiritualidad

 

 

Especial para En Rojo

En Brasil, faltan pocas semanas para las elecciones para presidente de la República, gobernadores provinciales, senadores y diputados. Como, en toda América Latina, un factor que todos saben que tendrá gran peso será la cuestión religiosa. Desgraciadamente, la fe y la espiritualidad están siendo utilizadas de forma deshonesta y no para construir un mundo mejor, más justo y amoroso.

Según el Evangelio, Jesús denunció como equivocados a fariseos y a maestros de la ley que se creían de Dios y despreciaban a los demás. Los grupos religiosos tradicionalistas, algunos sacerdotes católicos y pastores evangélicos y pentecostales predican noticias falsas, provocan miedo en la gente e inventan peligros que no existen. Eso nada tiene que ver con Jesús y el Evangelio. Hay ministros deshonestos que afirman públicamente que si Lula gana, cerrará las Iglesias. Además, la actual esposa del Presidente de la República convoca a evangélicos para un ayuno con la intención de pedir a Dios la victoria contra el enemigo, como si la campaña electoral fuera un combate entre creyentes y ateos.

En contraste con este procedimiento deshonesto, en estos días, una carta abierta al pueblo brasileño, firmada por cientos de sacerdotes  católicos de todo el país, nos pide que no permitamos que el nombre de Dios sea utilizado para intereses partidistas y electorales. Debemos recordar siempre que Jesús dijo: «No son los que gritan, Señor, Señor, los que entran en el reino de los cielos, sino los que hacen la voluntad del Padre que está en los cielos» (Mt 7, 21).

De hecho, la política no debería depender de sacerdotes y pastores. La espiritualidad debe influir en la política de forma positiva: valorando el compromiso político con el bien común y la protección de la vida en la naturaleza y la justicia para todas las personas, especialmente las más vulnerables. Ama a Dios quien da testimonio de que Dios es Amor e inclusión. El Dios que favorece a los amigos y abandona a los demás no es el Dios de Jesús. Es un ídolo.

En la primera mitad del siglo XX, Simone Weil dijo: «Reconozco quién es de Dios, no por hablar de Dios, sino por su forma de vivir y relacionarse con los demás”.

Quien ama a Dios debe colaborar en la construcción de una sociedad más justa y no favorecer a quienes predican odio y intolerancia. Quien hace propaganda de armas y defiende la violencia no tiene nada que ver con Dios. El Evangelio dice que debemos juzgar a las personas y a los partidos según su práctica y por sus resultados. «Por el fruto bueno se puede discernir que el árbol es bueno, así como por el fruto malo se verá que un árbol es malo» (Mt 7,18).

El autor es monje benedictino y ha escrito mas de 40 libros.

 

 

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