En Rojo
Aunque nunca lo hubiéramos oído cantar en vivo, Daniel Santos ya era un mito para la década de 1980 tanto de sus interpretaciones y composiciones como de sus “performances” tanto en escenario como en los múltiples lugares donde bebía sin parar y, por supuesto, sus romances, amoríos y múltiples esposas. Su voz y su personalidad eran famosas en los sectores hispanos de Estados Unidos y por todo América Latina. Quizá en Puerto Rico sabíamos más de Daniel Santos por sus famosas andanzas en otros países; teníamos la impresión de que siempre estaba de gira. Y de esta premisa de conocer mejor al mito desde la mirada de Puerto Rico, es que Josean Ramos se agarra para darle cuerpo a sus entrevistas con el cantante ya de retirada y conocer mejor su entorno fuera del país que siempre reclamó como suyo (nacido en Trastalleres en Santurce, trasladado a Nueva York a los ocho años y con vida independiente desde los quince) aunque apenas viviera aquí. Ramos publica Vengo a decirle adiós a los muchachos en 1989, tres años antes de la muerte de Daniel Santos. Recordemos que, en 1988, Luis Rafael Sánchez se apropia de las imágenes que revolotean las canciones del cantante en La importancia de llamarse Daniel Santos para desafiar la moralidad hipócrita de la sociedad puertorriqueña durante sus años de fama y de olvido. La última gira (escrito y dirigido por Douglas Pedro Sánchez) recoge de todo lo publicado—especialmente de Ramos—y rumoreado para recoger y fantasear en unos jarros lo conocido, lo olvidado y lo deseado.
Aunque me parece que el papel del escritor Secre (Carlos Marchand) hubiera funcionado mejor como narrador—como lo hace en la 2nda mitad—tenerlo como guía facilita a lxs espectadorxs entrar y salir en diferentes etapas de la vida de El Jefe, uno de los apodos más conocidos de Daniel Santos. Es desde este encuentro donde se establece un enlace de confianza entre los dos que comienza la supuesta última gira después de un tiempo largo de no hacerlo. Las motivaciones para salir de su retiro pueden que sea económicas, aunque en ningún momento parece encontrarse empobrecido, pero él sí sabe que, si no grabas y distribuyes tu música y la das a conocer en conciertos, quedas como un recuerdo lejano de alguien que una vez fue famoso. El peor insulto que le pueden dar a Daniel es decirle que como no habían oído de él en tanto tiempo, lo creían muerto. En su memoria, sigue siendo ese famoso personaje y siempre encuentra a alguien que sí lo recuerda y lo celebra, especialmente su vida de licor, fumaera y mujeres.
Cuando Marcela (Isel Rodríguez) irrumpe en escena casi literalmente para sorpresa de Daniel, tanto como un recuerdo de su lejano pasado como su ahora contrincante en la música, la historia da un giro que la enriquece casi sin proponérselo. Puede que, en el recuerdo de Daniel, ella haya sido una jovencita aspirando a ser cantante algún día y mientras tanto trabajando como parte del coro de artistas reconocidos como él y también una fácil presa. Pero en el presente que Daniel, casi inconscientemente, se niega a aceptar, Marcela es la estrella. A través de ese encuentro entre Marcela y Daniel se descubre el poco glorioso velo de lo que es la vida de un artista que quiere permanecer en el ojo del público lo más posible. Así tenemos la monotonía de las giras donde el mismo espectáculo se repite cada noche, donde hay que atender a una prensa de espectáculos que vive de lo escandaloso que atrae la atención, donde no hay privacidad y se depende del séquito que le resuelve casi todos los problemas, que cada gira tiene su final hasta volver a empezar. Por eso, la historia de Daniel Santos y su supuesta última gira, termina para empezar nuevamente, no importa las experiencias negativas. Todo se olvida o revive como el cantante quiere y por eso, siempre se verá como El Jefe mientras alguien en el público o tras bastidores lo reconozca.
En 2018 el cine puertorriqueño de largometrajes de ficción tuvo uno de sus mejores momentos con filmes tan diversos e impactantes como ¿Quién eres tú? De Arí Maniel Cruz, El chata de Gustavo Ramos Perales, El silencio del viento de Alvaro Aponte Centeno y Extra Terrestres de Carla Cavina. Una explosión de gran creatividad también surgió en 2007 cuando en un mismo año se exhibieron seis producciones fílmicas de gran calidad y diversidad de temas y estilos: Angel de Jacobo Morales, Ladrones y mentirosos de Ricardo Méndez Matta y Poli Marichal, El clown de Pedro Adorno y Emilio Rodríguez, El cimarrón de Iván Dariel Ortiz, Maldeamores de Carlitos Ruiz y Mariem Pérez-Riera y Ruido de César Rodríguez. Esperamos que el 2020 haya sido precisamente un tiempo de reflexión para lanzar este año producciones de la calidad y acercamiento creativo de La última gira.