“Sacrificios extremos” en Comerío a medio año de María

Através de la larga carretera que conduce al centro del pueblo de Comerío compite el ruido de las plantas eléctricas que, para la gran mayoría de los(as) comerieños(as) y alcanzados los seis meses del paso del huracán María por la Isla, continúan siendo los generadores diarios de ese servicio esencial.

Y es que al día de hoy, sólo están parcialmente energizados Piñas, Vega Redonda y Doña Elena, tres barrios de los nueve que componen ese municipio montañoso. Conmueve a quien visita el municipio una carta escrita sobre una cartulina y pegada en la pared de una de las casas que da la bienvenida a la comunidad Vuelta del dos, a la entrada del casco del pueblo. “A Energía Eléctrica: Por favor, ayúdennos con esta falta. Vuelta del dos adentro y Palomas abajo no tienen luz hace seis meses. Tenemos personas encamadas y persona impedidas. Por favor, no más martirio”, reza la carta.

El problema se acrecienta porque la mayoría de esos sectores sin energizar tampoco cuentan con el servicio continuo de agua potable porque las bombas que impulsan el líquido hasta las casas dependen de la energía eléctrica, además de que han carecido de mantenimiento y están sobrecargadas, como también ocurre en otros municipios de este país, que más que con una política de prevención funciona con una remediadora.

CLARIDAD llegó hasta Comerío para conversar con tres líderes comunitarios de ese pueblo –Ada y Elba Alicea Ortiz, y Antonio Fernández López– además con padre Pedro Ortiz y padre David Díaz, ambos de la Parroquia Santo Cristo de la Salud. Hablaríamos sobre la situación en este municipio, que se perfila entre los cinco pueblos más pobres de la isla y con mayor tasa de desempleo desde antes del paso del huracán.

“Aquí, los barrios son periferia, pero además tienen sus propios bolsillos de pobreza que no poseen transporte público y mucha de la gente no tiene transporte privado. Con las visitas que hemos estado haciendo, nos damos cuenta de que las personas tienen que caminar a la avenida principal para esperar el pon de alguien e ir a comprar hielo”, comentó padre Pedro antes de describir el día a día de los comerieños tras María como uno de “sacrificios extremos”.

La situación particular de pobreza que vive Comerío se debe en parte a que los terrenos son muy accidentados, por lo que casi se imposibilitan los accesos al municipio –ya sea por Bayamón, Cidra, Aguas Buenas o Barranquitas– y la movilidad del casco del pueblo a los nueve barrios: Piñas, Río Hondo 1, La Juncia, Sabana, Vega Redonda, El Naranjo, Doña Elena, Cedrito y Palomas.

A pesar de esa limitación, según padre Pedro, lo valioso es que cada institución ha asumido la parte que le corresponde. “El municipio ha asumido su tarea con honradez, mucha verticalidad y seriedad independientemente de la cuestión político partidista. La Iglesia Católica ha hecho lo propio dando apoyo a la gente desde el primer día y organizando un trabajo interinstitucional, al cual iglesias de varias denominaciones y distintas organizaciones de la sociedad civil se han sumado”.

Sin embargo, para la líder Elba Alicea, la iglesia está haciendo más trabajo que el Municipio, que sigue dándole suministros a los mismos sectores y no se mueve directamente a las casas de las personas más necesitadas. Padre Pedro, no obstante, dirigió su crítica a la gobernanza estatal. “No pedimos que nos haga el trabajo, pero sí que se nos apoye económicamente y con materiales para que podamos adelantar”, dijo.

“El Gobierno, desde el primer momento, ha estado desfasado de las comunidades. Cuando ocurrió el temporal, éste comenzó a funcionar desde un palacio a todo lujo en el Centro de Convenciones y eran los alcaldes quienes tenían que llegar hasta allá”, continuó el sacerdote.

Para él, ese abismo entre el sistema de servicios del Gobierno y las comunidades ha “atropellado y arrinconado cada vez más a los empobrecidos”, fatal situación para el crecimiento y la sobrevivencia de Puerto Rico. “El gobierno central tiene una responsabilidad social comunitaria que no está poniendo en función; tiene suficientes recursos materiales, y si no los tiene, que los compre con el dinero que se están robando muchos políticos”, denunció quien ha dedicado décadas al servicio comunitario y religioso.

La líder comunitaria y maestra retirada del Departamento de Educación, Ada Alicea Ortiz, comentó que “cuando se privaticen los servicios, será peor porque qué agencia privada va ir a resolver a los lugares más alejados del país. Con la privatización la gente se va a empobrecer más”.

Acto seguido Alicea Ortiz indicó que la gestión de ir educando y concientizando al pueblo de Comerío a través de foros y conversatorios auspiciados por el junte interinstitucional que comentó padre Pedro irá erradicando lo que ha notado en el transporte colectivo: que las personas abogan a favor de la privatización porque “ese chorro de vagos no hace nada”, refiriéndose a los empleados públicos.

El aspecto positivo de que al día de hoy el Gobierno no haya llegado a los lugares más recónditos de este país es que las comunidades “han asumido aspectos de solidaridad con lo poco que tienen”, expresaron.

“Esta situación alarmante de pobreza lo que ha generado es una solidaridad maravillosa que emana de la misma gente. La solidaridad no viene del Gobierno porque ésa está comprada con dinero. Si el Gobierno quiere solidarizarse dando valores en Puerto Rico, pues le paga a una agencia para que le enseñen honradez a los puertorriqueños. Sin embargo, la solidaridad que está resurgiendo en nuestro pueblo es gratuita, es una donación de vida…Nuestros barrios subsisten, aun en los peores casos de empobrecimiento, gracias a que los pobres comparten lo poco que tienen”, finalizó padre Pedro.

Todos los entrevistados coincidieron en que esa solidaridad, que vale más porque es puro sacrificio, responde a un valor que es inherente a los puertorriqueños y puertorriqueñas, pero es más evidente en los pueblos de la montaña, como lo es Comerío.

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