“Si gana Bolsonaro sería una punta de lanza para el fascismo en el continente”

 

Corresponsal de CLARIDAD 

 La Habana, Cuba “Sería una punta de lanza para el fascismo en nuestro continente”.

Así, con total seguridad y sin pensarlo dos veces, responde el analista político y miembro del Instituto Tricontinental de Investigación Social en Brasil, Miguel Stedile, a la pregunta sobre qué pasaría si Jair Bolsonaro ganara la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil el próximo 30 de octubre.

La respuesta podría sonar un tanto exagerada para quien no esté en contexto con las formas de hacer y las posturas del (todavía) hoy presidente ultraderechista, quien ha cimentado la base de sus cuatro años de mandato sobre un discurso de violencia, intolerancia a la oposición, fundamentalismo religioso, racismo y pare usted de contar. No por nada el semanario británico The Economist lo comparó hace unas semanas con una especie de Donald Trump brasileño.

Pero con todo el resquemor que puedan despertar sus posturas, Bolsonaro ha logrado hacerse de un amplio apoyo dentro de una población dispuesta a respaldarle a costa de todo. Los más de 51.000.000 de brasileños que votaron por él en primera vuelta son la prueba más clara de ello. Con ese número de votantes, el líder del Partido Liberal de Brasil sorprendió en primera ronda al sumar votos –que las encuestas no habían previsto– y evitar que su contrincante Lula da Silva cumpliera con todos los pronósticos de proclamarse en primera ronda.

El líder del Partido de los Trabajadores (PT), Lula da Silva, lideró la primera vuelta con el 48,43% frente al 43,2% de su contrincante y actual mandatario, Jair Bolsonaro. Como dato curioso, es la primera vez en la historia de ese país que el incumbente obtiene menos votos que su adversario en primera vuelta.

Brasil, país de unas 212.000.000 de personas, se ha vuelto en las últimas décadas nicho del fundamentalismo religioso y de creencias ortodoxas, gracias en gran medida al aumento del número de iglesias evangélicas, cuyo mensaje ha calado con fuerza en una parte considerable de la población. A ese sector de la sociedad –cada vez mayor– dirigen con frecuencia sus discursos figuras como Bolsonaro. El propio Lula, de hecho, no ha podido escapar tampoco a esa tendencia, buscando sumar adeptos y evitando cerrar la puerta a cualquier sector que pueda abrirle el camino hasta el Palacio de Planalto.

Por esa razón y porque existe entre los brasileños una cultura de “dejar para decidir su voto en los últimos días”, a Stedile no le sorprende el resultado del pasado 2 de octubre.

“Las encuestas estaban correctas sobre los números de Lula, estaban dentro de lo que se prevía […] pero el elector de Bolsonaro tiene una postura antipesquisa (antiencuestas) y que por tanto tienden a no colaborar, no responder las encuestas ni revelar su verdadero voto”, explica a CLARIDAD el experto, quien también forma parte de la dirección nacional del Movimiento Sin Tierras (MST).

Aunque reconoce que la mayoría de las encuestas vaticinaban una holgada victoria de Lula, sostiene que “las encuestas no son la elección” y que “no podemos hacer la política basándonos solamente en las encuestas”.

Desde su punto de vista, lejos de haber sido una derrota para el PT –como han enfocado su línea algunos medios– los números de la primera vuelta tienen otra valoración aún más importante: “es la mayor votación de Lula desde que llegó como presidente, no es una votación ruin, no es una derrota, y está próximo a vencer”.

Para la segunda vuelta que se avecina, Lula ya ha conseguido sumar el apoyo de los excandidatos Simone Tebet y Ciro Gomes, segundo y tercero, respectivamente, en la primera vuelta. El líder Petista también se ha hecho con gran parte de la base de los partidos que formaron alianza con Tebet y Gomes. Cálculos mediante, este patrocinio de fuerzas debería bastar a Lula –que solo necesitaba un 30% de esos electores– para proclamarse presidente de Brasil antes de que acabe el mes corriente.

Según la más reciente encuesta del Instituto Datafolha, Lula lidera la intención de voto en segunda vuelta con un 53% versus un 47% de Bolsonaro.

Ante una maquinaria mediática controlada por la derecha y un fenómeno como Bolsonaro, sin embargo, el apoyo que haya podido recibir hasta ahora Lula no es razón para confiarse. Poco más de dos semanas separan a los brasileños de regresar a los colegios electorales y para un segmento importante de la población es fundamental sentir que el mensaje de sus candidatos les convence.

“Lo principal que necesita Lula es hablar más sobre el futuro porque ha construido toda su campaña sobre el tema del Covid-19 y la manera como Bolsonaro ha tratado la pandemia”, asevera Stedile al explicar que la campaña de Lula ha estado “trabajando mucho con la nostalgia”, una estrategia que pudiera no funcionar con aquellos “jóvenes que tenían cuatro años cuando Lula dejó el gobierno y que no recuerdan [su gestión]”.

Sostiene el experto que es necesario además que haya “una percepción de que la economía brasileña está mejorando” y entiende que “es posible vencer si [Lula] dice que no irá a privatizar a Petrobras, los bancos estatales o las pocas empresas estatales que quedan del neoliberalismo”.

“Si habla de una intervención fuerte del estado para proteger la economía tiene más posibilidad que el discurso neoliberal”, puntualiza

UNA VICTORIA TAMBIÉN DE AMÉRICA LATINA

Si hay una región del mundo particularmente interesada en una victoria de Lula da Silva es, por supuesto, América Latina. Tras varios años de atrasos económicos, golpes de estado y proyectos neoliberales, la región ve hoy con renovada esperanza el surgimiento de una nueva ola progresista. La llegada de gobiernos como los de México, Colombia, Bolivia, Honduras y Argentina –sumados a la resistencia de Venezuela y Cuba– han venido a ser las voces de un nuevo orden hemisférico. Y en esa ecuación, un regreso del Gigante del Sur al camino del progresismo inclinaría todavía más la balanza.

“Internacionalmente, influenciará a Argentina, que tiene muchos problemas internos y es nuestro país hermano [y] será una influencia importante para que Paraguay también pueda reorganizar la oposición y derrotar la extrema derecha que hoy gobierna”, piensa Stedile.

Durante sus primeros mandatos, Lula da Silva fue una pieza clave en el tablero regional para consolidar espacios de integración latinoamericana y caribeña como la UNASUR la CELAC y el Foro de Sao Paulo; la primera de estas destruida por los presidentes Mauricio Macri, Jair Bolsonaro y Lenin Moreno. De ganar Lula, bien podríamos esperar que ayude a reforzar estas instituciones.

En términos geopolíticos, una presidencia de Lula representaría además un freno importante a los nuevos intentos de desestabilización en América Latina que soplan desde el Norte y sería un apoyo de relevancia para países como Cuba y Venezuela, brutalmente golpeados por sanciones ilegales y políticas unilaterales impuestas desde Estados Unidos.

“Creo que sí, abrirá una nueva posibilidad de recolocar a Cuba y Venezuela en el escenario internacional”, refiere el líder del MST, quien explica que “paralela a las relaciones personales de Lula, están las relaciones con los pueblos y es una marca de la trayectoria de Lula el sentimiento internacionalista, sentimiento latinoamericano”

En el caso particular de Cuba, país con el que el exmandatario brasileño mantiene una especial relación –es conocida su admiración por la Revolución cubana y por su líder Fidel Castro– Steide opina que habrá un restablecimiento de las relaciones bilaterales, presumiblemente al nivel en que estaban antes del primero de enero de 2019.

A su llegada al poder, Bolsonaro se dedicó en cuerpo y alma a torpedear las buenas relaciones entre Brasil y Cuba, algo que se materializó con su expulsión del programa “Mais Médicos”, mecanismo de cooperación de salud firmado durante el gobierno de Dilma Rousseff y cuyo objetivo era llevar médicos a las áreas más remotas del país suramericano. Con el convenio, más de 20.000 especialistas de la mayor de las Antillas brindaban atención médica gratuita en las comunidades más pobres y aisladas del territorio brasileño.

“Hay un gran sentimiento de la población más pobre por estos médicos, por su contribución, [hay esperanza] de que se pueda regresar”, subraya Stedile, quien “con absoluta certeza” entiende que este proyecto volvería a estar vigente en una presidencia de Lula da Silva.

¿Pero qué pasaría si, en lugar de Lula, es Bolsonaro quien se alza con la victoria el 30 de octubre? El escenario, aunque las encuestas digan lo contrario, sigue siendo posible. Ante esto, Steide responde.

“En términos económicos, nos convertiríamos como fue el Perú con [Alberto] Fujimori: una mafia familiar que se apropió del Estado […] Bolsonaro va a empezar a atacar las otras instituciones, como la Suprema Corte”, dice a modo de sentencia.

Un panorama incierto no solo dentro de las fronteras brasileñas. “Sería pésimo para toda América Latina. La derecha latinoamericana sería fortalecida, teniendo un apoyo como Bolsonaro, que ha apoyado el golpe contra Evo, ha apoyado al gobierno de Paraguay…”

“Tendremos una dictadura civil-militar, pero democráticamente electa”, concluye.

 

 

 

 

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