Hay cosas tan y tan torcidas que nada puede hacerlas lucir derechas. Algo así está pasando con los intentos de la Gobernadora Jenniffer González Colón y su gobierno de convencer al pueblo de que en Puerto Rico los asuntos públicos marchan a buen paso, cuando la realidad lo niega. Estamos ante un gobierno en suspenso, solo sostenido por el cada vez más pequeño grupo de empleados de carrera que, a fuerza de costumbre y disciplina, hacen funcionar a medias el engranaje gubernamental, a pesar de la improvisación, la politiquería y las malas prácticas de una administración pública caótica y despótica.
A falta de logros, este gobierno vive de mitos. Sin visión ni propósito, la Gobernadora se empeña en mantenerse a flote como si estuviera en campaña política activa, con anuncios pagados que no informan aciertos pero sí propagan mentiras. Acaba de celebrar también una convención política insulsa que pensó que le serviría para tirar puentes y relanzar su imagen, y sólo le sirvió para poner de manifiesto las profundas divisiones que existen al interior de su gobierno y de su Partido Nuevo Progresista (PNP), y de cuán disminuidas y flojas están sus huestes. Fue un cónclave forzado, sin chispa, ni brillo, ni renovación. Un más de lo mismo para los mismos de siempre.
Por eso, nada nuevo ni exitoso se anunció allí, más allá de los clichés y consignas acostumbrados y de los falsos elogios, aplausos y vítores de los alzacolas a sueldo. La realidad sobre el terreno apunta hacia un gobierno que después de diez meses aún no «cuaja». Es un rejuego de sillas políticas que se intercambian, un intento de reavivar el consenso a cambio de llenar huecos con candidatos derrotados, o con hijos, sobrinos o ahijados de las familias del «corazón del rollo». Un partido y un gobierno que, cada vez más se encierran en sí mismos y se apartan para no enfrentar la realidad de los problemas que confronta el pueblo al que le piden el voto.
El Secretario de la Gobernación ( y principal cabildero) proclama que en Puerto Rico no existe una crisis energética. LUMA y Genera PR se empeñan en hacerlo quedar mal. A diario siguen los apagones, interrupciones y los llamados «relevos de carga» que dejan sin servicio de luz eléctrica a decenas y centenares de miles de abonados residenciales y comerciales. Mientras la semana pasada se estrenaba la nueva factura agrandada de LUMA, que incluye aumentos significativos en el costo del servicio eléctrico, cientos de miles de abonados se quedaron sin luz- algunos hasta por 18 horas consecutivas- sin que siquiera se informara las causas y posible duración de dichos eventos. LUMA y GeneraPR están tan engreídos que ya ni siquiera se sienten obligados a dar explicaciones por su ineptitud y mal servicio. En esta edición de CLARIDAD, se publica un análisis de la nueva y más costosa factura eléctrica y su impacto hacia el futuro energético de Puerto Rico.
La Gobernadora, que basó su triunfo electoral en la promesa de que cancelaría el contrato de LUMA, ahora vacila y calla cada vez que se le toca el tema. Quizás es casualidad, pero la presencia en Puerto Rico hace unas semanas de «Duke» Austin, CEO de Quantas, la matriz de LUMA Energy, puede tener algo que ver con el silencio de la Gobernadora y las expresiones enajenadas del Secretario de la Gobernación, a las que nadie serio les da credibilidad.
Hablando de energía, ya se perfila también que el contrato de exclusividad por siete años para el suplido de gas metano, que firmó el gobierno de Jenniffer González con la gasífera New Fortress Energy, para el terminal en la Bahía de San Juan saldrá más caro y pagaremos más por el gas que en Europa y Estados Unidos, según proyecciones del Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero ( IEEFA). En todo este proceso de la privatización energética en Puerto Rico, los análisis y proyecciones de IEEFA se han cumplido como si fueran profecía.
Por otro lado, abona a la incertidumbre que pende sobre el gobierno de Jenniffer González y el PNP, la fracturada mirada del gobierno del Presidente Donald Trump hacia Puerto Rico y hacia éste y demás gobiernos coloniales del bipartidismo PNP-PPD. A pesar de ser Republicana y de haber apoyado y votado por Donald Trump, ni Jenniffer González ni nadie de su gobierno ni del PNP parecen gozar de la confianza y los buenos oficios del círculo «trumpista». Esto se nota a leguas en la actitud de fastidio y distancia del Presidente Imperial y sus principales oficiales hacia nuestro país. Como objetivo militar en su cacería de agresión contra gobiernos de nuestra región latinoamericana y del Caribe, Puerto Rico tiene todavía uso como trinchera de entrenamiento y lanzamiento. Pero es simplemente eso, un uso indiscriminado e irrespetuoso, y no como parte de alguna visión estratégica, ni de algún acuerdo mutuo donde al gobierno de Puerto Rico se le consulte, o figure, opine o decida. Nuevamente, Puerto Rico es relegado a un rol subordinado de «carne de cañón» en las aventuras guerreristas imperiales.
Otro ejemplo, es el caso del Presidente, Donald Trump, y los despidos que hizo de los miembros de la Junta de Control Fiscal (JCF), y la contrademanda de tres de estos miembros para permanecer en sus puestos. En este caso, el gobierno y el pueblo de Puerto Rico somos meramente observadores silentes, no empece a que las consecuencias de las acciones y decisiones tomadas pesarán sobre nosotros como un baldón. Este es un diferendo que deja en carne viva la herida colonial que nos excluye de ser parte de lo que está en juego: el reto a los límites de cada uno de los poderes constitucionales del sistema estadounidense, (Presidencia, Congreso y Tribunales). A juzgar por el récord de victorias judiciales obtenidas por Trump en este primer año de su segundo mandato presidencial, puede apostarse, con cierto grado de certeza, a cuál de los dos lados se inclinará la balanza en este caso.
A diez meses desde que asumió el cargo, la Gobernadora Jenniffer González y su gobierno se encuentran en una encerrona. Ya se agotaros los chistes, los bailes y el faranduleo como herramientas de ganar el favor popular o de hacer gobernanza. Puerto Rico confronta problemas serios, que requieren soluciones serias, por parte de líderes y lideresas serios, competentes y comprometidos con nuestro pueblo. Un gobierno en suspenso, y falto de ideas y soluciones, no puede ser la respuesta para el momento crucial que vivimos.



