Una humanidad liberada de sus miedos exige un alto al fuego y justicia para  Palestina

Manifestación en Puerto Rico en apoyo a Palestina. Foto Alina Luciano

 

Se vira la tortilla en la geopolítica del Medio Oriente. Ya la causa de Palestina no es un asunto menor entre los países y las personas en el mundo. Más y más naciones y voces, desde todos los rincones del planeta, han comenzado a desafiar la narrativa oficial del gobierno de Israel, respaldada y amplificada por Estados Unidos y Gran Bretaña, y se han lanzado a las calles a exigir un alto al fuego en la ofensiva militar indiscriminada y salvaje que Israel ha desatado  sobre toda la población palestina en la franja de Gaza. Exigen también garantías para que los convoyes y barcos con ayuda humanitaria urgente puedan llegar  a la poblacion palestina atrapada entre los bombardeos y los asaltos de fuerzas especiales del ejército israelí sobre su territorio y su gente.

Desde los sucesos del pasado 7 de octubre, cuando militantes de la organización palestina Hamas realizaron un sorpresivo ataque armado en varios puntos del territorio israelí, el gobierno de dicho país, con la complicidad y el respaldo militar y de inteligencia de sus  compinches más cercanos en Estados Unidos y Gran Bretaña, intentaron hacer lo que hacen siempre: controlar la narrativa de los medios de prensa, los gobiernos y la opinión pública mundial para reforzar la imagen del Israel victimizado, perseguido y en perpetua necesidad de defenderse de la temible amenaza de los supuestos terroristas palestinos, bárbaros sin rostro ni humanidad que es necesario exterminar por el bien de la «civilización occidental».

Con ello, seguirían justificando el régimen de apartheid en que mantienen por fuerza al pueblo palestino en Gaza y Cisjordania, según ha sido denunciado por las dos principales organizaciones internacionales de derechos humanos, y las prácticas de limpieza étnica que sistemáticamente llevan a cabo en dichos territorios, sobre todo desde que se amplió, con el respaldo expreso del gobierno y milicia de Israel, la política de asentamientos de nuevos colonos judíos, con derechos de propiedad en los territorios palestinos ocupados, y el consiguiente resultado del desplazamiento por medio de la violencia de los dueños palestinos de dichas tierras y propiedades, y el despojo de todos sus derechos sobre las posesiones que han sido suyas por generaciones.

La expansión de asentamientos de nuevos colonos judíos en los territorios palestinos ocupados viola los acuerdos internacionales negociados hacia la solución de un conflicto que ha convertido a la región del Medio Oriente en un barril de pólvora encendido, y que ya  ha costado decenas de miles de vidas y más de una docena de guerras desde el 1948 hacia acá. Tan reciente como el año 2022 y hasta septiembre de 2023, los enfrentamientos a causa de los asentamientos de nuevos colonos habían provocado la muerte a más de 200 palestinos en Cisjordania, entre estos 40 niños, según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Este es el contexto inmediato que rodea la situación extrema de hoy. Según se ha informado, en el  operativo de Hamas en Israel murieron cerca de 1,000 israelíes y otras 200 personas fueron tomados como rehenes. En su arrebato de soberbia y venganza, y con la excusa de exterminar al liderato de Hamas, Israel la ha emprendido con saña contra toda la población palestina de Gaza, la cual está absolutamente indefensa ante la inmisericorde ofensiva de un Estado con capacidad militar ilimitada, que en pocos días ha.ocasionado la muerte a más de 5,000 palestinos y palestinas, entre estos cerca de 1,000 niños y niñas. Una guerra sin fin que no empezó ayer, ni hace dos semanas, sino que lleva más de 75 años contra una nación palestina sofocada hasta el asfixia y obligada a vivir prisionera de quienes ocuparon su tierra y ahogan sus vidas y esperanzas.

Esa es la realidad que está viendo muy claramente el resto del mundo, que ya se ha liberado de sus miedos y no cree en los cantos de sirena de Israel y Estados Unidos. Esa humanidad grande que protesta.masivamente,  por encima de las amenazas de gobiernos y milicias que quieren silenciarla. Como por ejemplo, la multitud de más de 350,000 personas que se congregó en Londres y rechazó el respaldo irrestricto de su gobierno a Israel. Otros muchos miles también lo hicieron en Francia, Irlanda, Canadá, España, en ciudades de África y en toda la región del Medio Oriente, y muchos otros países, denunciando el apartheid y el  genocidio de Israel contra Palestina y reclamando el cese al fuego.

Hasta en el mismo seno del Congreso de Estados Unidos, cientos de judíos estadounidenses, descendientes de las víctimas del Holocausto, y bajo la consigna «Not in my name», protestaron vigorosamente, rechazando  la política militar  de exterminio de las fuerzas armadas de Israel en Gaza, y la politica oficial del gobierno de Estados Unidos con respecto a este conflicto.

En los días pasados, muchas entrevistas e intercambios en medios han resultado en fiasco para los.conglomerados de la prensa corporativa occidental, cuyos periodistas empujan la línea de Israel y han debido enfrentar a entrevistados versados en la materia que les han dejado con la palabra en la boca.

En otros escenarios prominentes ha pasado lo mismo. En una candente reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, Antonio Guterres, Secretario General del importante foro internacional, realizó una súplica sin precedentes por un alto al fuego y una tregua humanitaria, para la población de Gaza que dejó en estupor al representante del gobierno israelí, quien reaccionó pidiéndole la renuncia al alto funcionario.

Noticias como estas se repiten a diario de grupos, organizaciones, personajes que siguen rompiendo filas de lo que una vez fue un consenso casi absoluto- o un silencio cómplice y de miedo-hacia el poder y la influencia de Israel y Estados Unidos en el mundo, poder e influencia que hoy están seriamente disminuidas, a la luz de la masividad, alcance y fuerza de las voces de protesta  que se le han enfrentado en esta ocasión.

Ciertamente, un pronóstico nada halagador para quienes pretenden gobernar al mundo por la fuerza de las armas, y para el complejo militar industrial que los alimenta y anima.

 

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