Especial para En Rojo
Conocí sobre Vanesa Martín como ella dice que desea dejarse conocer, de boca de una fan. Acudí a su primer concierto en el 2022, que me pareció un espectáculo puntillosamente artístico, desde el diseño de luces hasta el de la programación de canciones y la performática de la cantautora. Martín es una cantante muy popular, como lo demuestra la acogida de sus últimos 4 discos que han llegado a primer lugar en la primera semana de ventas en España. Sin duda mucho de su proyección se debe a su participación constante en los medios televisivos españoles y su diaria presencia en las redes, a las que sube videos no solo de sus recientes creaciones, sino de su vida personal. Es, sin duda, la estrella millenial par excellance. También sospecho que sus manejadores han desarrollado una estrategia de mercadeo que dispone, sobre todo, no permitir vacíos y proyectarla accesible.
Esta vez llegó a Puerto Rico con un concierto que, se nos dice, abre su Gira Exclusiva 2024, meses después de terminar en diciembre su gira Placeres y Pecados, su álbum más reciente. Ella misma indicó para la prensa del país que el concierto en Puerto Rico era un concierto puntal, y que sería un recorrido por su carrera. Ante eso, acudí con muchas interrogantes. Efectivamente, este concierto no fue la presentación usual que se espera de un concierto de una diva. Sospecho que esta gira fue un invento de Warner, su casa disquera, o de su equipo de producción, para mantener su presencia más allá de los mares. En este concierto no hubo un diseño artístico de luces, los músicos se perdían en el escenario, no hubo el usual cambio de vestimenta; tampoco estuvo acompañada de sus músicos, excepto dos. El listado de canciones que recibió la prensa lo cambiaron unos minutos antes de comenzar, como si todavía estuvieran en ensayo. El concierto abrió y cerró con la misma canción, He sido, que se ha convertido en un himno gay, desde que ella la escribiera y cantara para las celebraciones de Orgullo del 2023. Esta canción era evidentemente central en este concierto porque el público recibió unos agitadores lumínicos con luces arcoíris junto a una hoja con instrucciones de que se prendieran durante el coro de He sido. Confieso que, como lesbiana, disfruto la canción y me enternece que Martín haya finalmente sobrellevado miedos y logrado sentirse fuerte y libre para exigir públicamente reconocimiento de su vida. Pero todo esto solo abonó más interrogantes sobre el evento.
Sin embargo, y a pesar del evidente propósito excesivamente comercial de este concierto, el dominio de la presencia escénica de Vanesa Martín logra excusar cualquier tropiezo. Su voz, aunque no estuvo a la par de su anterior presentación, quizá por los aires acondicionados puertorriqueños que le habían afectado la garganta, es siempre una delicia. Si alguien dudaba de su presencia en este archipiélago, solo tenía que escuchar a un público eufórico cantar cada una de las canciones, lo que en ocasiones provocaba silencios de la cantautora. Martín tiene una fanaticada fiel y exhuberante, en ocasiones impertinente.
El concierto fue, como anunciado, un recorrido por su carrera: Y vuelo, Punto y coma, Polvo de mariposas, Inventas, hasta dos popurrís en los que incluyó, entre otras, Hábito, Tiempo, Trampas, Arráncame. Por casi dos horas nos sumergimos en lo que una amiga apalabró “imágenes imposibles”. La poética de Martín, que se concentra en el desamor, me produjo momentos de verdadera introspección como durante Después de soltarnos y No te pude retener, y no deja de sorprenderme con sus construcciones de contrasentido. Por primera vez cantó en vivo El nudo, lo que arrebató a la audiencia. Junto a Elisanij, interpretó Mi amante amigo, de su autoría pero éxito de Rocío Jurado, en lo que pareció más una imposición para dar a conocer la capacidad vocal de la joven que una participación con una invitada especial.
Vanesa Martín habló, bromeó, confesó en un espacio de camaradería de una velada entre amistades. Abonó a la informalidad el que el CBA se haya convertido en una plaza de espectáculos que no parecieran requerir de una atención sostenida, por lo que la gente entra y sale continuamente para reabastecerse de alcohol. Me gustaría que su equipo de trabajo lograra desarrollar estrategias más efectivas para que las butacas se ocupen. El talento de Vanesa Martín lo merece.