Vieques y Culebra: La injusticia de su aislamiento

“Vieques es la colonia de la colonia, con todas las manifestaciones nefastas de lo que es el colonialismo.” Con estas palabras describe el activista viequense Robert Rabin la situación prevaleciente en la Isla Nena, en un reportaje de prensa publicado a propósito de las crecientes denuncias sobre el colapso en el servicio de transporte marítimo desde y hacia Vieques y Culebra; colapso que es la más reciente de las grandes tragedias sufridas por dichas poblaciones durante su historia. 

Detrás de su mística y de la indiscutible belleza del entorno natural que las rodea, la de Vieques y Culebra es una historia de aislamiento, exclusión e intervención colonial de la peor calaña por una Marina de Guerra de Estados Unidos que por 60 años mantuvo sus bombardeos y peligrosos ejercicios militares en dichas islas, en perjuicio de la salud, el desarrollo económico, la calidad de vida y la paz de sus residentes. Las bellas tierras de Vieques y Culebra y, sobre todo, sus codiciadas playas han sido los objetivos no sólo de las bombas de la Marina, sino también de toda clase de depredadores y especuladores que han pretendido aprovecharse de éstas para sostener sus ostentosos estilos de vida, o para su lucro de negocios y personal.

Las bellas tierras de Vieques y Culebra y, sobre todo, sus codiciadas playas han sido los objetivos no sólo de las bombas de la Marina, sino también de toda clase de depredadores y especuladores que han pretendido aprovecharse de éstas para sostener sus ostentosos estilos de vida, o para su lucro de negocios y personal.

Una cosa es ir a Vieques y Culebra como turistas, a pasarla bien y disfrutar de su hermoso entorno y de su reconfortante convivencia pacífica; paz que le fue arrancada a la Marina de Guerra a fuerza de la lucha y sacrificios de los puertorriqueños y puertorriqueñas laboriosos y resilientes que las pueblan. Otra muy distinta es vivir allí, en perpetuo estado de injusticia- y lograr resistir la tentación de abandonarlas- ante el olvido y la desidia que resultan en el desabastecimiento de alimentos y otros productos de primera necesidad, una pobre calidad de los servicios, y la exclusión y el aislamiento a que han estado sometidos, y que ahora se hace más patente con la crisis del transporte. 

Hay que agradecer a los viequenses y culebrenses que persisten en el amor a su entorno y en querer quedarse allí, aún en medio de las circunstancias precarias e inciertas en las que viven. Sobre todo, hay que admirarlos y respaldar sus reclamos, cuando el gobierno de Ricardo Rosselló y el PNP parece haberlos abandonado y la Autoridad de Transporte Marítimo ATM), agencia responsable por proveerles un servicio de transportación eficiente, seguro y costo efectivo, ha abdicado su obligación de hacerlo.

El principal enemigo que acecha a Vieques y Culebra en este momento es el asedio y el aislamiento a que los ha sometido el propio gobierno de Puerto Rico, que los tiene prácticamente sitiados y les impide moverse libremente desde sus islas hacia Puerto Rico y otras islas vecinas y de regreso. Esto, porque burócratas insensibles e ineptos han decidido que un servicio de transporte eficiente y normal para las poblaciones de Vieques y Culebra no está entre sus prioridades. 

Aunque la crisis del transporte hacia Vieques y Culebra se ha recrudecido recientemente- principalmente después del cambio arbitrario del terminal de Fajardo a Ceiba- este problema ha existido desde siempre y bajo todos los gobiernos, tanto del PNP como del Partido Popular. La noción de que los residentes de Vieques y Culebra necesitan un servicio eficiente de transporte no ha parecido calar nunca entre los oficiales y funcionarios de los distintos gobiernos coloniales. Y luego de la quiebra del Gobierno de Puerto Rico y el paso de los huracanes Irma y María, la situación se ha tornado caótica. 

Pero ni la quiebra fiscal, ni la precariedad económica del País, ni la catástrofe de los huracanes Irma y María pueden explicar por sí solas el deterioro absoluto en que se encuentra la flota de embarcaciones que prestan servicio a Vieques y Culebra. Una mejor explicación es la total falta de un liderazgo efectivo en la ATM, y en todo el Gobierno, que garantice su adecuado mantenimiento, su pronta y segura reparación, y la toma rápida de las decisiones necesarias para que el servicio no se vea interrumpido. El episodio del “ferry de la ATM despachado en apoyo a la celebración de una boda privada en Vieques, en el peor momento de la crisis de transporte- episodio que le costó el puesto al entonces director de la ATM y a una funcionaria de La Fortaleza- no es sino el síntoma de la actitud enajenada que prevalece en los altos círculos del gobierno hacia los problemas enormes de todo tipo que está confrontando nuestro pueblo, como resultado de las medidas de austeridad y el racionamiento de servicios prevalecientes. 

Tampoco la falta de dinero o recursos es excusa para no atender el problema de transporte hacia Vieques y Culebra. Porque si hay dinero para un embeleco como la “plaza de creyentes” o para remodelaciones de espacios en el Capitolio o en Fortaleza; si hay dinero para contratos millonarios en todas las agencias del Gobierno y en la Legislatura; si hay dinero para barriles de tocino para los alcaldes; si hay dinero para aviones y barcos para transportar la supuesta “ayuda humanitaria” a Venezuela, ¿cómo no va a haberlos para resolver en el corto plazo la normalidad en el servicio de transporte a Vieques y Culebra? 

Las escenas de efectivos de la Guardia Nacional llevando suministros de alimentos y artículos de primera necesidad a Vieques y Culebra parecían sacadas de los archivos de fotografías sobre los campos de refugiados. Esa es una salida indigna y humillante que le añade insulto a la injuria que sufren las poblaciones de Vieques y Culebra diariamente. 

En Vieques y Culebra no necesitan caridad ni soluciones de emergencia. Necesitan justicia y equidad. Necesitan que se les respete el derecho que deben disfrutar todos los puertorriqueños y puertorriqueñas de moverse libremente en su País. 

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