Alerta ante proyectado despojo de terrenos protegidos en Cabo Rojo y Puerto Rico 

Parte de los terrenos. Foto cortesía Guarionex Padilla

Poco a poco, y con la maña y  complicidad distintivas de los poderosos, desde el año 2019 hasta hoy Puerto Rico ha ido perdiendo miles de cuerdas de terrenos valiosos de playas vírgenes, ríos, bosques y manglares protegidos, que han ido a parar a manos de opacos «inversionistas» privados, extranjeros y del patio, ya para uso personal  o para proyectos «turísticos» o «comerciales» de dudoso beneficio para el pueblo puertorriqueño. En la mayoría de estas transacciones se repiten los mismos nombres, ya sea como agentes compradores, realtors, arquitectos o desarrolladores, nombres  que curiosamente también se repiten en las listas de donantes de políticos de alto nivel del Partido Nuevo Progresista (PNP), como Ricardo Rosselló, Pedro Pierluisi y  Jenniffer González.

Así se han ido desdibujando las costas y secándose los manglares en los cuatro puntos cardinales de nuestro país ante el embate de un desarrollismo desmedido y segregacionista del que la mayoría de nuestra gente no puede participar.

Esta fórmula novel de «apartheid» social y económico ha comenzado a proliferar en Puerto Rico  con un efecto devastador en nuestra zona marítimo terrestre  y otros terrenos y recursos protegidos, en las especies endémicas y en peligro de extinción que los habitan y en el acceso de nuestra gente al libre disfrute de los recursos con que la naturaleza dotó a nuestras islas.

En la medida en que se desarrollan estos «elefantes blancos» y se acordonan con enormes verjas y dispositivos de control de acceso y seguridad, se agudiza el aislacionanismo de las comunidades circundantes, y se priva a la población del disfrute de una parte esencial del patrimonio natural que nos pertenece a todos y todas.

Durante  años recientes, hemos visto como ha cambiado el perfil de lugares como Dorado y Rincón. Hemos enfrentado casos como el de la playa del Hotel Marriott en Isla Verde, la Reserva de la Bahía de Jobos en Salinas, la piscina del Condominio Sol y Playa en Rincón, la virtual privatización de una enorme franja de playa en el Dorado Beach Reserve, y otros casos similares en la Isleta de San Juan, Luquillo, Vieques, Isabela, Humacao, Yabucoa, entre muchos otros.

El más reciente y aparatoso se cierne sobre el litoral costero de Cabo Rojo y la Reserva de Boquerón. Desde junio de este año, CLARIDAD sigue de cerca al llamado Proyecto Esencia, un desarrollo monumental que pretende construirse en 2,000 cuerdas de terreno que incluyen 3 millas de playa virgen. Se trata de un mini país de lujo dentro de nuestro país empobrecido:  hotel de 500 habitaciones  tipo resort, un millar de residencias de lujo, dos campos completos de golf, escuela privada desde pre-escolar hasta nivel superior,  centro ecuestre,  hospital con centro de trauma, aeropuerto privado. En fin, un paraíso segregado para los «rich and famous» que pone de relieve el marcado contraste que existe entre la vida de privilegios de un minúsculo grupo y la vida de oportunidades truncas de miles de puertorriqueños y puertorriqueñas comunes, que solo podrían acceder a dicho complejo  como empleados  de servicio, si acaso a sus dueñosles parece.

De las 2,000 cuerdas proyectadas, ya las compañías extranjeras dueñas,  Reuben Brothers y Three Rules Capital, han comprado a sobreprecio 1,350 cuerdas, y ya se han adelantado planos, propuestas arquitectónicas fabulosas, diseño de interiores de ensoñación, en fin todo un imaginario de fantasía dirigido a  estimular la venta rápida y cuantiosa que le permitirá a los dueños recuperar con creces su inversión en tiempo récord.

Sin embargo, tras esa pantalla de oropel, hay otra realidad: la de la población de Cabo Rojo y pueblos circundantes que deberán soportar las consecuencias adversas y el impacto topográfico y climático de  un desarrollo de esa magnitud y densidad en su entorno. Preguntas obligadas son si habrá agua potable suficiente en un área notoria por sus sequías, si habrá capacidad para tratar las aguas usadas, si habrá acceso a la red de carreteras y caminos. Además, habría que ver cómo el desarrollo afectaría la escorrentía de las aguas en tiempos de lluvia e inundaciones. Igualmente, existe preocupación por el impacto del proyecto en la vida de la gente porque no sería un proyecto  integrado al área, sino algo separado y exclusivo, sin vínculos culturales ni vecinales.

Nada de eso se ha hablado porque ni la Junta de Planificación ni el Departamento de Recursos Naturales ni ninguna agencia relacionada ha pedido opiniones ni convocado vistas públicas para que todas las partes puedan comparecer, especialmente las comunidades más inmediatas al proyecto.

Pero en Puerto Rico, los repetidos golpes nos han dado duras lecciones. Por eso, a la vez que los proponentes de Esencia avanzan sus planes bajo cuerda, amparados en sus bolsillos.profundos y sus conexiones políticas y gubernamentales, las comunidades circundantes también se organizan para reclamar información y detalles de un proyecto que alterará sus vidas y su entorno. La primera Asamblea de Pueblo sobre este proyecto  se celebró el.pasado 28 de septiembre en la Biblioteca Municipal de Cabo Rojo, con la asistencia de más de 200 personas, también de  expertos académicos, líderes ambientales y comunitarios que tienen los conocimientos y las respuestas que no les dan el gobierno ni los desarrolladores. Y ya se ha dado el.primer paso  hacia alertar y  movilizar para impedir que este llamado proyecto Esencia, afecte para siempre la verdadera esencia de Cabo Rojo: su maravillosa riqueza costera y marina y sus esplendorosos atardeceres,  bordeados por las reservas naturales del Bosque estatal de Boquerón y el Refugio de vida silvestre. Ya se conocen las experiencias de otras poblaciones con alternativas turísticas eco amigables, y más acordes con la realidad de los entornos costeros y sus comunidades circundantes. Por eso, nuestro pueblo rechaza la práctica corrupta de venderle  al mejor postor nuestro patrimonio.

 

 

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