¿Alguien se cree el cuento de que la justicia es ciega?

El drama con ribetes surrealista en el que Wanda Vázquez, la Secretaria de Justicia (al momento en que se escribe este artículo lo sigue siendo) es personaje central, confirma lo que muchos en Puerto Rico vienen denunciando desde tiempos inmemoriales: que el sistema de investigación y procesamiento criminal se manipula según los intereses de quienes lo controlan. Las denuncias sobre fabricación de acusaciones y la manipulación de procedimientos judiciales casi siempre salían de labios de algún dirigente independentista y ahora, para asombro de algunos, la escuchamos en la voz de la persona que se supone dirija el aparato acusador.

Dice la secretaria Vázquez que la imputación que le hace el Panel del Fiscal Especial Independiente (PFEI) no es más que una burda fabricación impulsada por la presidenta de ese organismo, la ex juez (y exsenadora, exsecretaria de Corrección y permanente contratista del mismo gobierno), Nydia Cotto Vives. Insinúa que detrás de la acción del PFEI está la figura del actual presidente de Senado, Thomas Rivera Schatz, cuya administración es a su vez objeto de una investigación por parte de Departamento que dirige Vázquez, relacionada con “empleados fantasmas”.

Cualquiera que conozca un poco sobre cómo se bate el cobre en esta ínsula colonial puede confirmar que las acusaciones que se lanzan unos y otros son básicamente ciertas, y que ahora se esgrimen y se magnifican con la sola intención de dañar al contrario. De ordinario los únicos receptores de los abusos públicos son los más débiles (activistas comunales, estudiantes, luchadores independentistas, etc.) pero ahora, en un momento en que el gobierno parece no haber liderato, las fieras se han dedicado a comerse unas a otras y ha quedado expuesto lo que antes se ocultaba.

La acusación contra Vázquez aún no se conoce, pero ya la han crucificado porque lo que se quería era, precisamente, lograr ese efecto. Aparentemente tiene relación con el procesamiento criminal de dos jóvenes que cometieron ciertos delitos contra su hija. Como vemos, no se trata de que la Secretaria haya manipulado el aparato legal para beneficiar a un familiar acusado de algo. El familiar en cuestión era la víctima. Ya de por sí suena raro que en ese procedimiento Vázquez hubiese cometido algún acto punible como delito.

Lo que pasa es que Vázquez, tanto cuando fue Procuradora de la Mujer como en la actual silla en Justicia, se ha prestado para mucho juego político y en ese campo es imposible complacer a todos y sólo hacer amigos. La lista de sus acciones con carga política es larga. Una de las últimas fue la investigación en torno a la conspiración dentro de la Comisión Estatal de Elecciones (CEE) conocido como el “chat de Moca”. Allí para complacer al Senado quiso ser firme y terminó haciendo referidos al PFEI que provocaron las renuncias de muchos funcionarios claves del actual gobierno. La evidencia que recopiló no era muy buena, pero ella le dio mucha cuerda buscando un efecto político. Dejó complacido a Rivera Schatz, se cobró alguna que otra venganza personal y azuzó a un gran grupo de enemigos.

Luego aparecieron otras dos investigaciones relacionadas con la misma CEE – la de los vagones con suministros misteriosamente desaparecidos y la del hijo de la comisionada Noma Burgos – en las que Vázquez reculó buscando beneficiar al gobernador Rosselló y a Burgos. Ante ese giro, el antes complacido Rivera Schatz se tornó iracundo. Vázquez entonces pretendió jugar pelota dura y anunció una investigación sobre los contratistas y empleados fantasmas que llenan la nómina de la Legislatura.

Con el juego ya complicado apareció en escena la otra dama de la justicia, Nydia Cotto, cuyo historial es aún más vasto que el de Vázquez y quien, además de todas sus intenciones políticas, lleva clavada una espina desde que ésta le canceló un contrato (también fantasma) con la Procuradoría de la Mujer. Nydia Cotto también sabe jugar pelota dura y la posible venganza le cayó en la falda una vez Vázquez refirió al PFEI a los conspiradores del chat. Esa otra institución con poder para iniciar procesos criminales es controlada por Cotto, quien no tuvo reparos en exonerar a los implicados y proceder a investigar a quien los refirió. Revolcando yaguas viejas encontró la cucaracha del procesamiento a los implicados en el caso de la hija de Vázquez y de inmediato se lanzó al ataque.

Todavía no llegamos al final del drama, pero es posible predecir que, aunque difícilmente Wanda Vázquez termine siendo procesada criminalmente, con toda probabilidad no sobrevivirá en el cargo de Secretaria de Justicia. Pero, independientemente del desenlace, lo que ha quedado expuesto con gran nitidez es la gran mentira del sistema de procesamiento criminal. Las manipulaciones políticas y personales que ha sufrido por décadas han quedado a la vista de todos. Si los responsables de ese sistema son capaces de atacarse unos a otros y llegar al extremo de fabricarle un caso a misma titular del Departamento de Justicia, ¿quién se salva?

Y para terminar, faltaba este capullo. Antes de cesar como Secretaria de manera temporal, tal vez presintiendo que no volverá al cargo, Vázquez procedió a limpiar la casa trasladando a lugares remotos a los fiscales que no le eran fieles. De la noche a la mañana, algunos debieron abandonar sus oficinas en Miramar o Hato Rey para enfilar hacia Aibonito, Guayama o Ponce. Poco le importó a la Secretaria las investigaciones criminales en curso que resultarían afectadas con estos traslados caprichosos. Fue un manotazo de despedida que le salió del pecho. Así es Wanda y así es el sistema que nos presentan como una dama justiciera que actúa los ojos vendados. Una farsa.

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