CLARIDADES 1 de noviembre de 1950-Antonio Silva y León González – Segunda parte

 

En el interior de la Casa Blair, agentes secretos encargados de proteger al Presidente y a sus familiares, se encontraban en sus puestos, unos en puntos permanentes y otros rondando determinados puntos del lugar, en forma que siempre hubiera una defensa efectiva. A nadie se le ocurría pensar en un un atentado, pues aunque tres presidentes -Lincoln, Garfield y McKinley- habían sido asesinados, y los dos Roosevelt -Teddy y Franklin Delano- habían sido objetos de atentados, en ningún momento en la historia de la nación se contaba un caso de que alguien intentara penetrar en la residencia del Presidente a tiro limpio. A pesar de ello, en vista de la situación internacional actual, el Servicio Secreto estaba alerta para hacer frente a tal posibilidad, al extremo de que pocos días antes, por orden de U. E. Baughman, jefe del Servicio, el número de oficiales y variedad de armas en la Casa Blanca había sido considerablemente aumentado.

En la acera, frente a la Casa Blair, había apostado tres miembros uniformado de la guardia del Presidente. Ellos forman el perímetro de defensa exterior. En el primer escalón de la entrada estaba estacionado el policía Donald T. Birdzell, veterano de largos años en este servicio. Como a veinte pies hacia el este se encontraba Joseph O. Davidson, también miembro de la guardia, conversando con el agente secreto Floyd M. Boring, quien sirvió en la policía estatal de Pennsylvania y estaba encargado del pelotón que en esos momentos estaba de guardia. En la esquina oeste se encontraba el policía Leslie Coffelt hablando con el policía Joseph H. Downs, compañero de servicio que vestía de civil.

A las dos y cuarto de la tarde Collazo y Torresola dejaron el taxi en la esquina de Avenida Pennsylvania y la calle 15, a tres cuadras de la Casa Blair. Para no llamar la atención, los dos amigos se separaron para entrar por sitios distintos. Torresola cruzó la avenida caminando hacia el oeste. Collazo permaneció en el lado norte de la avenida, caminando luego frente al Banco Nacional Riggs, y siguiendo por el anexo del Departamento del Tesoro cruzó el parque Lafayette. Los dos caminaban despacio, confundiéndose con la multitud.

Recuerda el policía Davidson haber visto a Collazo pasar con paso tranquilo junto a la garita en la esquina este. En esos momentos Torresola cruzaba la avenida hacia el norte para luego regresar a la Casa Blair.

Cuando Collazo estuvo cerca de la baranda de entrada, sacó su pistola y disparó contra el guardia Birdzell, que estaba junto a ella. Birdzell se volvió a tiempo que sonaba otro disparo hiriéndole en la pierna derecha. Haciendo un esfuerzo corrió hacia el centro de la avenida, dice que con la intención de desviar de la residencia la atención de los atacantes.

En esos momentos, Torresola, pistola en mano, se asomaba por la ventana de la garita en la esquina oeste y comenzaba a disparar. En el interior se desplomaba herido mortalmente, el policía Coffelt y caía con heridas de menos gravedad el policía Joseph H. Downs. Entretando, Birdzell arrodillado sobre una pierna, sostenía un duelo a tiros con Oscar Collazo que lo había perseguido hacia el centro de la avenida.

A Torresola se le habían acabado las balas y tuvo que detenerse a cargar de nuevo. No podía imaginarse que Coffelt, el hombre a quien había dado la espalda, porque suponía muerto, tenía aun bastante vida y le encañonaba con su revólver. Tuvo tiempo suficiente para tomar la puntería y la bala le perforó el cerebro al patriota puertorriqueño que se desplomó sin vida.  Quedaba solamente Collazo enfrascado en enconado duelo con Goring y Davidson que le disparaban sin cesar, cuando un tiro en el pecho lo puso fuera de combate. Ese disparo se lo había hecho el agente de la policía secreta Vincent P. Miroz, que acababa de salir del interior de la Mansión Ejecutiva.

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