Clásico Mundial de Béisbol: Violaron sus reglas para favorecer a Israel

En el Clásico Mundial de Béisbol los requisitos de elegibilidad se han violentado de forma burda, especialmente para favorecer a Israel.

Y conste, que no me refiero a los cambios de reglas que han jamaqueado los cimientos del Béisbol, como establecer límites de participación a los lanzadores o abrir de la undécima entrada en adelante, con corredores en segunda y primera. Además, terminan los juegos abiertos por nocaut (mercy rule), cuando un equipo tiene quince carreras de ventaja en la quinta entrada o diez en la séptima.

Israel sorprende con mayoría inelegible

Uno de los cuatro equipos que estaban invictos en el Clásico, al momento de preparar este escrito, era Israel, proyectado para llegar último por un grupo de estudiosos del juego, en trabajo comisionado por una de las principales casas de apuestas de Las Vegas, que los ubicó en proporción de 300-1. Los otros invictos eran Japón (4-0), Dominicana (3-0) y Puerto Rico (3-0).

Pero Israel no había sido el único generador de sorpresas, pues desde temprano se produjeron varios resultados inesperados y en general, partidos muchísimo más reñidos de lo esperado.

Como Israel nunca ha sido una plaza de béisbol para que pudiera presentar un equipo competitivo, le permitieron utilizar jugadores sin vínculo de tipo alguno con el país, pero que alegaron compartir su religión, lo que es una abierta violación a lo reglamentado.

Las Grandes Ligas son dueños del Clásico

Es importante recordar que, aunque el Clásico necesita el aval de la Federación Internacional de Béisbol es organizado y producido por los dueños de los equipos de las Grandes Ligas, en conjunto con la Asociación de Peloteros de las Mayores.

Las Grandes Ligas no están dispuestas a interrumpir su torneo o permitir la salida de las principales figuras para que participen en los Juegos Olímpicos en representación de sus respectivos países. Sin embargo, y tomando como modelo la Copa del Mundo de Fútbol, inventaron este Clásico.

Además del dineral que el evento les produce, los magnates de las Mayores lo ven como un vehículo para internacionalizar su deporte, que hasta hace muy poco era jugado casi exclusivamente en América del Norte (Estados Unidos y Canadá), los países que hablamos español y bañados por el Mar Caribe y en sectores del lejano oriente, al principio limitado a Japón.

Torneos previos para ampliar la base

En el Clásico participan 16 países, cuatro de los cuales salieron de torneos clasificatorios celebrados el pasado año. Uno de ellos fue precisamente Israel, que se impuso a Brasil, Gran Bretaña y Pakistán, que entró a sustituir a Tailandia, pero que resultó inferior. A los cariocas los vencieron 1-0 en el partido que decidió la clasificación.

Los otros equipos que entraron por esa vía fueron México, Colombia y Australia. Los mexicanos se impusieron a Nicaragua, Alemania y la República Checa. Colombia hizo lo propio con España y Francia y en el final venció de forma dramática a Panamá 2-1. Australia, por su parte, dispuso de Nueva Zelanda, Filipinas y África del Sur.

Obviamente, esos torneos cumplieron con el objetivo de regar el béisbol por todos los confines del planeta. En esos torneos clasificatorios comenzó el descarado proceso de violación de los requisitos de elegibilidad de los participantes.

Israel tiene al menos 21 “chivos”

El reglamento dice específicamente que para poder participar en el Clásico, los interesados tienen que llenar al menos uno de los siguientes requisitos:

– Ser ciudadano del país que interesa representar.

– Si el pelotero nació en otro país, pero reúne los requisitos para obtener el pasaporte y/o la ciudadanía del que busca representar, aunque NO se lo hayan otorgado.

– Si posee residencia permanente legal de la nación o territorio que lo inscribe.

– Si al menos uno de sus padres es ciudadano del país por el que interesa jugar, aunque el pelotero no lo sea.

– Si al menos uno de sus padres nació en el país o territorio, que lo inscribe para participar.

O sea, que los nietos NO son elegibles, como tampoco lo son los que comparten la misma religión, toallazo tirado exclusivamente a Israel. De hecho, solo uno de sus peloteros nació en Israel y apenas otros seis tienen al menos uno de sus padres, que sí lo hizo. Por lo tanto, los restantes 21 son “chivos” inelegibles, pues no cumplen con ninguno de los requisitos establecidos en el reglamento.

Por el contrario, aunque la mayor parte de los 23 que no nacieron en Italia, pero que lo representan, tienen padres y/o abuelos que sí lo hicieron. Diecisiete de ellos nacieron en Estados Unidos, cuatro en Venezuela, uno en Dominicana y uno en Canadá.

De los 22 no nacidos en Holanda, pero que lo representan, hay veinte que lo hicieron en Curacao (16) y Aruba (cuatro), por lo que cuentan con la ciudadanía del imperio. Los restantes son un dominicano y un estadounidense.

Hay casos y hay caso. Por ejemplo, nadie puede negarle a Adrián González o a Sergio Romo que representen a México, aunque hayan nacido en Estados Unidos. Otros diez de sus compañeros de equipo tienen características similares.

Colombia y Puerto Rico tienen ocho que no nacieron en sus territorios nacionales. Seis de los que juegan por Colombia nacieron en Venezuela, uno en Dominicana y el otro en Estados Unidos. Precisamente en ese país vieron la luz los ocho que forman parte de nuestra diáspora.

De la enorme comunidad dominicana nacida y/o residente en Estados Unidos son el lanzador Dellín Betances y el antesalista Manny Machado. Todos los restantes nacieron en Quisqueya.

Llamó la atención que el lanzador Bruce Chen, nacido en Panamá, salió de su retiro para jugar por China, de donde son sus antepasados. Otros dos de sus compañeros de equipo, son hijos de chinos, nacidos en Estados Unidos.

Canadá presentó a dos nacidos en Estados Unidos, país que tiene a uno que lo hizo en Arabia Saudita, donde estaba asignado su padre militar.

Por el contrario, Cuba, Venezuela, Australia, Japón, Taipei y Korea del Sur, solo participaron con peloteros nacidos en sus territorios nacionales.

Agradecimiento a Humberto Charneco por su incansable labor en pro del béisbol y los peloteros puertorriqueños.

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