Editorial: Otro año vivido a golpes

 

El 2021 será un año difícil de olvidar para el pueblo puertorriqueño porque ha vuelto a poner a prueba su capacidad de resistencia y su determinación frente a los diversos golpes de la naturaleza y del régimen colonial que no nos da tregua. Golpes que se han sucedido uno tras otro, frente a la acción rápida y la resistencia vigorosa de nuestra gente.

Comenzamos este año con una nueva ola de Covid-19 y así mismo lo estamos cerrando. Un nuevo récord de contagios amenaza con arropar a nuestro país antes de que finalice el año 2021. Esta pandemia se ha convertido en un enigma y un gran reto para nosotros y toda la humanidad. El SARSCov-2 se empeña en desafiar los supuestos científicos y salubristas con su sorprendente capacidad de mutar y propagarse. Ahora mismo, tal parecería que solo la adherencia de individuos y familias al más estricto protocolo- de pruebas, distanciamiento, uso constante de mascarillas y vacunación- puede hacer la diferencia entre comenzar a controlar el brote actual o la continuación desbocada de contagios entre nuestra gente, especialmente aquellos no vacunados o con condiciones que inhiben el efecto pleno de las vacunas.

La pandemia del Covid-19 también ha dejado al desnudo las enormes brechas de todo tipo que dividen a personas, grupos y países, así como las inequidades entre los que tienen y los que no tienen. El asunto de las vacunas es medular porque son la respuesta médica y científica para nuestra protección ante el virus. Mientras hay miles de millones de seres humanos en todo el planeta que aún no han recibido ni siquiera una dosis de alguna de las vacunas, y por tanto están más a riesgo que nadie de contagiarse y morir por Covid-19,  hay otros cientos de millones que han tenido acceso a recibir hasta tres dosis y aun así las rechazan, colocándose temerariamente a sí mismos y a los suyos ante un riesgo mayor de contagio. En términos generales, Puerto Rico ha dado un gran ejemplo, logrando una alta tasa de vacunación, y se sigue evidenciando la asistencia robusta de personas a laboratorios y centros de vacunación ante la nueva ola de contagios.

Pero la pandemia no es el único golpe que ha recibido nuestro pueblo durante este año, un período durante el cual el régimen colonial que nos gobierna ha arreciado su ofensiva contra amplios sectores del país. La Junta de Control Fiscal (JCF), nombrada como resultado de la aprobación por el Congreso de Estados Unidos de la Ley PROMESA, para lidiar con la quiebra fiscal del gobierno de Puerto Rico, ha desvelado sus verdaderas intenciones en un Plan de Ajuste de Deuda (PAD) desbalanceado e injusto. Ahora mismo, una Jueza del Tribunal de Título III de PROMESA considera un PAD que  privilegia a los grandes conglomerados financieros de Estados Unidos con pagos millonarios por 40 años, y penaliza desproporcionadamente a las y los trabajadores activos y pensionados del sector público y a la Universidad de Puerto Rico, sectores que, desde hace cinco años, ya vienen cargando el peso de las medidas de austeridad y el recorte de servicios y beneficios adquiridos impuestos por la JCF.

Si a lo anterior se le suman la privatización del servicio de trasmisión y distribución de energía eléctrica mediante el nebuloso contrato de LUMA Energy; los aumentos en las tarifas de energía y agua potable a pesar de los continuos apagones e interrupciones de servicios; el asalto a los recursos naturales mediante la otorgación de permisos a proyectos de desarrollo en zonas ambientalmente sensitivas, como la zona marítimo terrestre y los humedales; el deterioro en los servicios que ofrecen el Gobierno y los Municipios a la población; el aumento en crímenes asociados a la violencia callejera; el aumento en casos de violencia de género y maltrato infantil, y los más recientes casos de corrupción pública, que implican a alcaldes, ex alcaldes y oficiales municipales en esquemas de soborno y fraude con contratistas de sus municipios vemos el cuadro completo del deterioro, la decadencia y la inoperancia del gobierno de Puerto Rico, y la actitud despótica e insensible de la Junta de Control Fiscal.

Curtido en los muchos golpes recibidos a través de años, décadas y siglos de opresión colonial, el pueblo puertorriqueño se ha formado su propia coraza de resistencia, la cual le ha permitido luchar y prevalecer ante los mayores retos y peligros. Con esa coraza como escudo se ha enfrentado a muchas crisis y con ella, una vez más, se protegerá para alzarse y vencer sobre otro año vivido a golpes.

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