El dulce sentimiento de la impunidad

 

 

Claridad

La impunidad debe ser un sentimiento gratificante. Me imagino que los que la disfrutan dormirán muy bien y se levantarán cada mañana con muchas ganas de hacer y deshacer. También con ganas de decir lo que se quiera, aunque en este caso es mejor cuidarse. La impunidad para decir lo que uno quiera puede ser peligroso porque uno de los requisitos para conservarla es aparentar que no la tiene. La habladuría puede llevar a perderla y por eso es mejor estar un poquito callado. Hacer y deshacer es otra cosa. Si se disfruta inmunidad se puede estar haciendo y deshaciendo como a uno le plazca. Y cuando la inmunidad está unida al recibimiento de un buen cheque todos los meses o la garantía de buenos ingresos, sin tener preocupaciones en cuanto a su origen ni porque te lo quiten, la contentura es absoluta.

La gente de Luma, tanto sus dueños ausentes como los ejecutivos presentes, sienten todos los días ese sentimiento de impunidad. En primer lugar, porque hace unos cuantos años firmaron un contrato con un gobierno que en realidad no lo era, que les garantiza una buena suma de dinero unida a un “desempeño” que ellos pueden manipular a su antojo. Llevan más de tres años haciendo y deshaciendo, sobre todo lo último, sin preocuparse por el desempeño, y no sólo reciben el dinero estipulado, sino que hasta se lo aumentan.

Se suponía que “reconstruyeran” el sistema eléctrico de Puerto Rico y ahora está más destruido. Se suponía que mejoraran el servicio que se estaba dando antes de que llegaran, pero todas las métricas indican lo contrario. Pero a pesar de todo eso los dueños siguen recibiendo “lo pactado” y los ejecutivos mucho más de lo que jamás habían pensado. Todo esto gracias a la impunidad que nació de un contrato muy bien pensado.

Sus ejecutorias tienen a la gente gritando, pero cuando tú llevas bien adentro el sentimiento de impunidad no escuchas los gritos o, si los oyes, te importan bien poco. El otro día, cuando los gritos de la gente sonaban bien fuertes en medio de la debacle de los apagones, los de Luma (incluyendo un individuo que se llama Juan Saca) llegaron a preocuparse un poco y hasta pensaron que se les podía acabar el guiso. Entonces apareció el bálsamo tranquilizante de la candidata del “principal” partido, ese que se llama “Nuevo” y “Progresista” que, además, se considera la “front runner” para las elecciones del próximo noviembre. Esa candidata, que le gusta hablar destemplado y jactarse de su “poder”, les dijo que no se preocuparan, que su contrato estaba seguro. Así fue como el sentimiento de impunidad sólo se tambaleó unos instantes porque las declaraciones de la candidata lo restituyeron.

Gracias al sentimiento de impunidad que lo embarga el tal Saca se da el gusto de comparecer ante la prensa y ante legisladores diciéndoles con un sonrisita irónica que le importa un pepino lo que piensen. ¿Qué hay apagones? ¿Qué la tormenta no pasó, pero se quedaron sin luz? Pues breguen con eso. Es lo que hay, ¿entienden? Son respuestas típicas de quien siente que nada afectará su salario de $600 mil anuales, más los “perks”, ni los de la empresa que dirige.

El mismo sentimiento de impunidad que embarga a tal Saca inunda a los principales candidatos del PNP (Jennifer González, William Villafañe y Jonny Méndez), sus directores de campaña y los funcionarios del Departamento de Educación que autorizaron contratos a estos últimos. El asalto a los fondos públicos se conoció gracias al periodista Oscar Serrano de Noticel. La movida produjo asco por lo burdo y, que se sepa, porque no había precedente. Para que esos directores puedan dedicarse a tiempo completo a su gestión política, recibiendo, de paso, no solo el dinero necesario para vivir sino hasta $600 mil en seis meses en el caso de del director de González, se extrajo dinero del presupuesto público a solo meses de las elecciones. Todo es legal, dicen, porque se trata de “contratistas” genuinos. En el caso del director de la campaña de González se inventaron que era “abogado experto en infraestructura” para intentar justificar la enorme suma. Llevo cuatro décadas como abogado y es la primera vez que escucho la supuesta especialidad.

En el pasado los directores de campaña debían esperar a que su candidato ganara para empezar a guisar ya fuere con contratos o nombramientos. (Rafael Hernández Colón, por ejemplo, nombró al Tribunal Supremo a dos de ellos, Víctor Pons y Federico Hernández Denton.) Ahora, como la impunidad es absoluta y se puede hacer cualquier traqueteo sin que te acusen de nada, los directores y directoras de los candidatos del PNP empiezan a guisar desde antes de ganar.

La movida fue tan burda que, tras conocerse, dos de los contratos fueron detenidos. Ninguno de los que se quedaron sin contratos debe estar preocupado. En noviembre, si vuelven a ganar, les pagarán con creces con cargo al barril donde echan el dinero para educar niños.

¿Seguirá esta jauja después del próximo noviembre?

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