En memoria de: Elliott, José y Genaro

Para Edwin, Zacha, Hermes, Natalia, Javier y los demás que están trabajando duro por relatar el deporte puertorriqueño

La idea era escribir la tercera parte de la mini serie sobre el deporte universitario, sobre todo ahora que se acercan las Justas Atléticas Interuniversitarias que este año se le dedican a mi padre Elliott Castro Tirado. Pero con el fallecimiento de José Franco (Fufi) Santori Coll pensé que sería apropiado escribir algo sobre él, pero más que sobre su persona, hablar sobre la figura deportiva que se nos fue junto a Papi y Tuto en apenas diez meses. Hace unos días el periodista de El Nuevo Día Esteban Pagán Rivera comentaba en su columna Prórroga, bajo el título “Nos toca coger la batuta por nuestro deporte”, que con la pérdida de Fufi se sumaba este año a la del ex Presidente del Comité Olímpico de Puerto Rico, Héctor Cardona, la del ex Secretario general de FIBA Américas, Genaro “Tuto” Marchand y los periodistas deportivos Elliott Castro Tirado y Joaquín Matienzo Roussett. Mencionaba él que todos formaban parte de una generación dorada del deporte puertorriqueño cuyo denominador común fue defender la soberanía deportiva y el deporte en general, no sólo como parte esencial de nuestra participación independiente en la comunidad internacional, sino como actividad importante para el desarrollo de nuestro país. Al autor le preocupa que con el vacío dejado por estos grandes patriotas y deportistas, sumado a la crisis económica de la Isla, el deporte vaya siendo desplazado, dejado sin fondos y restándole importancia a su función nacional e internacional. Honestamente después de leer esto he pensado mucho en este tema, que es algo a lo que ya le iba dando vueltas desde el fallecimiento de Papi: la idea del legado de estas personas que lucharon tanto por el deporte en nuestro país, por la defensa de la soberanía deportiva y sobre qué hacer para mantener este trabajo y actualizarlo con la nueva realidad del país.

Una de las muchas cosas buenas que heredé de mi Padre es su optimismo y a pesar de los recortes del gobierno al Comité Olímpico de Puerto Rico (COPUR), y de todo lo que ha afectado el Huracán María, me gustaría ver el vaso medio lleno y pensar que se está haciendo mucho por el deporte en la Isla y por mantener una digna representación internacional. El trabajo de Sara Rosario en el COPUR es impresionante, teniendo en cuenta la crisis presupuestaria y su batalla por mantener la representación y que sea de excelencia, merece un gran reconocimiento. Los atletas y federativos mantienen una lucha férrea por defender la soberanía deportiva puertorriqueña y todo indica que aún con la amenaza anexionista, el pueblo puertorriqueño valora muchísimo la representación en eventos deportivos internacionales. Fue en este aspecto que Fufi, Tuto y mi Padre, cada uno desde su trinchera, contribuyeron más. Papi y Fufi fueron de los pocos puertorriqueños que asistieron a los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980, retando el boicot impuesto por el presidente estadounidense Jimmy Carter y apoyado por el entonces gobernador de Puerto Rico Carlos Romero Barceló. Fufi no sólo fue un defensor de la soberanía deportiva puertorriqueña (además de la soberanía política, ya que siempre fue abiertamente independentista), sino que la representó en la práctica siendo jugador por la selección de Puerto Rico, dirigente y luego viajando a Moscú. Hasta el final, desde sus escritos resaltó la importancia de defenderla y luchar por ella, cada vez que veía que se atentaba contra ella.

Estas tres grandes figuras del deporte puertorriqueño nos demuestran que, a pesar de que usualmente los atletas son los protagonistas en el deporte, hay mucho espacio para trabajar por el deporte tras bastidores y así lo muestran las biografías de estos tres puertorriqueños. Viendo el excelente documental Nuyorican Basket, a pesar de que sin duda los protagonistas son los doce jugadores que nos representaron en los Juegos Panamericanos del 1979 en San Juan, Elliott, Fufi y Tuto son el hilo conductor detrás de la historia. Sus entrevistas son las que van narrando, junto con las de los jugadores y las visuales tan emocionantes, esta historia de nuestra identidad híbrida, donde la diáspora tiene un rol tan importante. También vemos el triunfo y la amenaza de nuestra soberanía deportiva. Podemos ver cómo triunfa en cuanto a que Romero Barceló no logró imponer su deseo de que se izara la bandera estadounidense junto a la puertorriqueña. Pero también vemos cómo el gobierno intervino para que los jugadores de baloncesto no fueran a Moscú y participaran así del boicot y cómo los atletas ven este episodio ahora desde la distancia.

Dada la importancia que tiene el baloncesto en nuestra Isla, y al Tuto haber sido una figura central en la segunda parte del siglo pasado y la primera parte de éste, lo convierte en una de las figuras principales en el deporte puertorriqueño. Además de que trascendió más allá del baloncesto, ya que tuvo roles importantes en el Comité Olímpico. Su importancia también es que tuvo puestos muy importantes en la FIBA y así ayudó a poner a Puerto Rico en el mapa internacional federativo.

Y Elliott, desde aquí, en estas páginas deportivas por cuatro décadas, aunque escribió sobre muchísimos temas, la defensa de la soberanía deportiva fue una constante en su carrera periodística, en sus escritos y en sus actos. Recuerdo que frecuentemente daba charlas en escuelas y universidades sobre este tema que tanto le apasionaba. Casi recitaba la historia y desarrollo de nuestra soberanía deportiva, de cómo desfilamos con el escudo del cordero, cómo se bajó una bandera y se subió otra cuando se aprobó la Constitución del Estado Libre Asociado en el 1952, cómo fue amenazada por el gobierno de Romero, por el boicot, etc. Es un tema que él veía central para nuestra identidad y que como independentista veía que había que defenderlo con todo. Pero más allá de esto que era particular de nuestra peculiar situación política con Estados Unidos, creía genuinamente en el deporte como valor en sí mismo, no sólo por el bien que hacía al cuerpo y alma de quien lo practicaba, sino por el bien común que traía a la sociedad. Creía en el deporte como motor de cambio social, para promover mayor equidad económica, racial, de género, en fin, crear un mejor país.

Ahora recordando a Papi, Tuto y Fufi, pienso que eran grandes humanistas también. Alguien comentaba que Fufi era un renacentista de nuestra época, ya que también tocaba la guitarra, escribía poemas, jugaba ajedrez. Y así también eran Tuto y Papi, grandes conversadores, cuyos temas no se limitaban al deporte; música, literatura, política, geografía y el denominador común, hablar sobre el valor de la amistad, y más aún, practicarla cada día, eran una constante. Por eso, para honrar y recordar a Elliott, Genaro y José, pienso en todos y todas las que están haciendo patria a través del deporte hoy día y a quienes dedico este escrito. Sobre todo los muchachos y muchachas, muchos discípulos de estos grandes, quienes relatan el deporte en condiciones muy desfavorables y lo hacen porque creen en él y su importancia. Esteban, creo que hay futuro, aunque hay mucho trabajo por hacer y no debemos bajar la guardia.

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