CLARIDAD
La sugerencia de la secretaria del Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE), Jennifer M. Granholm, de que no se deberían considerar terrenos agrícolas para los próximos proyectos industriales de placas solares, se da cuando ya el área de terrenos agrícolas disponibles en la Isla está muy por debajo del promedio mundial. Estas expresiones se produjeron durante su presentación en la Isla del estudio Puerto Rico 100, sobre las posibilidades de que el país alcance el 100 % de su energía renovable para el 2050.
Pero la realidad es que aun si se llegan a concretar los proyectos industriales de placas solares aprobados por el Negociado de Energía de Puerto Rico (NEPR) impactarán los mejores terrenos agrícolas de la isla.
En entrevista, el doctor David Sotomayor Ramírez, catedrático de Ciencias de Suelo, del recinto de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico (RUM), compartió un análisis del conflicto que representa la seguridad alimentaria versus los proyectos solares industriales.
En términos del área disponible agrícola, se define según el Censo Agrícola, y el Censo del 2017 establece que en Puerto Rico hay 487 mil cuerdas de terrenos agrícolas. Lo que define un terreno agrícola son terrenos que devengan al menos $500 dólares por finca al año. De esas 487 mil cuerdas aproximadamente, hay áreas que han dejado de ser agrícolas porque en términos económicos no están generando dinero, señaló.
Cada país es el que define su área agrícola, como por ejemplo, lo hace Estados Unidos, los países europeos y hasta la ONU. En el caso de Puerto Rico, cuando se relaciona la identificada como nuestra área agrícola versus el área de todo Puerto Rico, da un valor de 22 % de terrenos agrícolas. “Ese 22 % está muy por debajo del promedio mundial. Eso es uno de los puntos principales que tenemos que considerar como país, que nosotros tenemos un porcentaje de área agrícola muy pequeño comparado con el promedio mundial y comparado con otros países homólogos”.
Encima de eso, el área agrícola absoluta nuestra y nuestra población, al establecer lo que se conoce como la capacidad de carga, en el caso de Puerto Rico es relativamente alta, a la par con países como India y algunos de Europa. Aun estos países con alta capacidad de carga y poca área agrícola con relación a la población pueden ser competitivos siempre y cuando se organicen bien. Pero en el caso de Puerto Rico el hecho es que nuestro territorio es pequeño y nuestra área agrícola es pequeña.
A la interrogante de cuánto terreno nos haría falta para subir ese 22 %, Sotomayor Ramírez reconoció que duda ese número que alguien lo pueda dar. Compartió que él está haciendo ese análisis en la actualidad, pero que todavía no puedo ofrecer una cifra porque son muy preliminares. “Yo estoy haciendo unos estudios con los que lo que pretendo contestar que área necesito para satisfacer el consumo, por ejemplo, de plátanos, guineos, el consumo de carne, o digamos, de hortalizas. Ese número lo estoy trabajando. Pero nosotros, el País, tenemos que aspirar independiente de lo que ese análisis revele, a aumentar nuestro porcentaje de consumo basado en productos producidos localmente”.
Hizo énfasis en que se tiene que salir de ese 10 a 15 % de producción y subirlo. Como ejemplo, expuso el caso de Francia, que considera la agricultura como un asunto de seguridad nacional de país y están dispuestos a apoyar a los agricultores.
El profesor Sotomayor Rodríguez coincidió con nuestra apreciación de que la posibilidad y aspiraciones de que se puedan aumentar los terrenos agrícolas se contrapone a los proyectos respaldados por el gobierno e, incluso, a la expresión de la secretaria Granholm. Al respecto indicó que los primeros tres proyectos fueron de la administración de Fortuño, los cuales se quedaron pendiente. Después el NE aprobó 18 proyectos, los cuales se dividen en tramos, que, eventualmente, son 6 tramos. En esos 6 tramos se esperan hasta 60 proyectos, detalló.
De llevarse a cabo los proyectos, su análisis es que entre esos primeros 18 proyectos se llevan 107 hectáreas, es decir 5, 700 cuerdas, y de esas, el 80 % son agrícolas, clasificadas como agrícolas y suelo rústico especialmente protegido. El experto en suelos señaló que la aprobación del uso de los terrenos por parte del NEPR se hizo sin la participación ciudadana.
Los primeros seis tramos, los cuales no se sabe exactamente cuáles son todavía, ocuparían 740 cuerdas. “El de AES en Salinas, ese proyecto, es de 1, 638 cuerdas. Esa es la magnitud de ese proyecto. Tenemos que considerar que si ese patrón sigue, en esos 6 tramos, mi análisis es que se van a ir cerca de 38 mil cuerdas. Eso nos dejaría con muchísimo menos, por debajo de ese 22 %”, manifestó.
Añadió que hay que considerar que ya gran parte de nuestro territorio es urbano y si se sigue aumentando nuestra área urbanizada, la que ya es suficientemente alta, disminuye la parte agrícola. Esa urbanización no solo afecta la parte agrícola sino que con el cambio climático se afecta la acumulación de agua, porque los paneles solares impermeabilizan lo que se conoce como la superficie hipérbola. Esa impermeabilización de los paneles solares bloquea la lluvia y concentra el agua, lo que produce que haya un mayor riesgo de generar correntías. Al respecto, recalcó su denuncia de que se hayan escogido los mejores suelos de esas 487 mil cuerdas agrícolas para precisamente ubicar esos proyectos. “No solo estamos perdiendo terrenos agrícolas sino que estamos perdiendo el mejor terreno agrícola e incluso esos terrenos tienen acceso al sistema de riego, o sea, que se pierden los suelos y el acceso al sistema de riego”.
El Informe Puerto Rico 100
Al profesor Sotomayor Ramírez no le tomó por sorpresa los comentarios de la secretaria del DOE. Reveló que él formó parte del grupo PR 100, revisó el borrador del informe final y el resumen ejecutivo que se publicó. Considera que hasta cierto punto el informe es uno acomodaticio, donde el Gobierno federal se rehúsa a entrar en la controversia de dónde ubicar los paneles solares. Su apreciación es que el informe lo que está diciendo es que no hay necesidad de utilizar los terrenos agrícolas, pero a su juicio eso alguien le puede dar otra interpretación.
“Es un comentario muy peligroso y deja demasiada suspicacia. En ese sentido, la secretaria de Energía no quiso entrar en controversia porque el plan del Gobierno es poner estos proyectos donde sea más conveniente para el desarrollador”, denunció.
Sotomayor catalogó la situación como una extractiva, donde el gobierno con los desarrolladores son los que controlan el proceso, la ubicación, todo el proceso de permisos, construcción y operación, a través de mecanismos políticos que son cuestionables, en donde se hacen cambios en el Reglamento Conjunto y el Plan de Uso de Terrenos (PUT) para legitimar el proceso. En ese proceso van acaparando tierras y priorizando la producción de energía solar y el país se va quedando sin terrenos agrícolas, lo que nos obliga a comprar en el exterior a través de Estados Unidos.
Cuestionó además por qué no se le plantea al grupo investigador del DOE que si hay suficientes techos para satisfacer la demanda energética de Puerto Rico, por qué entonces están recomendando los proyectos industriales centralizados. Aunque esto se menciona públicamente, no lo puso el informe, reveló.
La agricultura no es compatible con los paneles
A la incertidumbre de cuánto es la vida útil de los paneles y si una vez impactados los suelos no se podrían volver a usar, el profesor Sotomayor Ramírez admitió que la realidad es que no hay muchos estudios que muestren el impacto de la construcción; pero una vez hincados los pilotes, luego no hay más movimiento, lo que no permite ningún otro tipo de actividad que no sea pequeños rumiantes o sembrar plantas pequeñas.
“No es correcto decir que hay agricultura porque hay ovejos. Los ovejos sirven para cortar la grama, no para generar carne. Hay que preservar los terrenos agrícolas para poder enfrentar un futuro donde los abastos de comida sean limitados para los distintos países, y más los que somos dependientes de los mercados exteriores. El sistema energético, es vulnerable, es frágil, es una infraestructura que hay que fortalecer, pero nadie habla de la industria agrícola, que también es frágil y hay que fortalecerla y que cada vez está más afectada porque las tendencias son claras”.