Grito de Lares: la libertad pendiente 

23 de septiembre del 1979 Irvin Flores, Rafael Cancel atras de irving, Lolita Lebron y Oscar Collazo. Participan en la celebración de Grito de Lares luego de su libertad

Hace 155 años, el día 23 de septiembre de 1868, tuvo lugar en Lares y otros pueblos cercanos la primera insurrección armada que fue organizada, liderada y ejecutada por puertorriqueños y puertorriqueñas, con el objetivo de proclamar la República de Puerto Rico, y liberarse así del vasallaje colonial de España. La conquista y colonización de Puerto Rico por España había comenzado con la llegada a nuestras costas de un italiano, Cristbal Colón, cuya expedición exploratoria de una nueva ruta marítima hacia la India -emprendimiento financiado  por Isabel y Fernando, reyes de España- concluyó con el hallazgo de todo un gran continente desconocido para Europa al que se le llamó América. Ese hallazgo cimentó y amplió el poderío del imperio español que, tras su despiadada conquista y colonización de América, se convirtió en la principal y más poderosa potencia imperial del mundo. Puerto Rico pasó a ser parte del botín tras el segundo viaje de Colon y sus expedicionarios españoles a tierras americanas y caribeñas.

Aunque para el momento del Grito de Lares, ya España era un imperio en decadencia, su régimen esclavista y de mano de hierro que había durado cerca de 400 años, provocaba un profundo rechazo entre importantes sectores de la población de la incipiente nación puertorriqueña. La insurrección de Lares fue, entonces, la potente sacudida de una conciencia nacional y libertaria que maduraba, y la primera afirmación de una nueva patria que comenzaba a reconocerse, distinguirse y liberarse del abusivo régimen colonial impuesto por España.

Su principal inspirador y líder, Ramón Emeterio Betances era un médico y humanista, intelectual y profesionalmente dotado, y un revolucionario cabal y comprometido que consagró su vida a la lucha por la libertad y la independencia de su pueblo. El ideario de Betances era de avanzada. En 1867, un año antes del Grito de Lares hizo pública una proclama que resumía los diez principios fundamentales de la lucha independentista que dirigía: la abolición de la esclavitud, el derecho a votar sobre los impuestos y a elegir nuestras autoridades, libertad de culto, de palabra, de imprenta y de comercio, el derecho de reunión y a poseer armas, y se proclamaba la inviolabilidad de las y los ciudadanos. En pocas y sencillas palabras se explicaba todo un proyecto  que servía de guía para la lucha, el gobierno y la vida en la nación puertorriqueña. Aunque la revolución de Lares no tuvo éxito en derrocar al régimen español, y Betances murió sin ver la ansiada libertad de su patria, su ideario, acciones y ejemplo iniciaron un ciclo continuo e inagotable de lucha patriótica que llega hasta nuestros días. 

El gran poderío del imperio español terminó en 1898, con su derrota en la llamada Guerra Hispanoamericana, ante el nuevo imperio ascendente de Estados Unidos de América. Otra vez Puerto Rico volvia a ser parte del expolio colonial, en esta ocasión como botín de guerra, un nuevo ciclo de coloniaje que lleva ya 125 años. A lo largo de toda nuestra historia, nuestra patria ha estado atrapada entre  los dos imperios más grandes y poderosos de los últimos cinco siglos. 

Sin embargo, ni siquiera por un solo día, desde Lares hasta hoy, nuestro pueblo patriota ha dejado de luchar por sus derechos nacionales y de escribir páginas gloriosas de heroísmo, sacrificio, resistencia y valentía a toda prueba. Hoy, gracias a la semilla e inspiración de la insurrección de Lares, existe una nacionalidad puertorriqueña fuerte y pujante que es un orgullo para todas y todos los que nos llamamos boricuas,  tanto en Puerto Rico como dondequiera que estemos. Lares es también un ejemplo para nuestras generaciones del futuro.

Por eso, desde CLARIDAD exhortamos a nuestro pueblo, y especialmente a nuestra juventud, a celebrar con orgullo los 155 años del Grito de Lares. A proclamar, como una vez hizo Betances, que nuestra nación está viva, y que, aunque nuestra libertad política siga pendiente, nuestro derecho a alcanzarla no está olvidado, ni abandonado, y mucho menos, rendido. 

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