Haití: ¿La olvidada?

 

 

Especial para CLARIDAD

Haití desde hace largo tiempo ha estado controlada por el caos y la violencia. Este pueblo alguna vez fue una colonia esclavista famosa por la brutalidad de sus colonizadores, adquirió la independencia de Francia en el 1804. En los dos siglos transcurridos desde entonces, Haití ha tenido dificultades para liberarse de ciclos de dictaduras y golpes de estado que han mantenido al país en la pobreza y sin poder brindarle a la mayoría de sus habitantes los servicios más esenciales para la vida.

Un terremoto demoledor arrasó con gran parte del país en el año 2010. En ese momento se creía que el desastre era una oportunidad para arreglar una infraestructura muy afectada y empezar de nuevo. Se recibieron millones de dólares en asistencia y muchas donaciones inundaron el país, además de otros millones adicionales de suministros de petróleo a bajo costo y préstamos de Venezuela. La mayoría de este dinero no llegó al pueblo, pues se quedó en la parte administrativa de las grandes organizaciones, mucho fue robado por grupos no haitianos y también el gobierno haitiano.

Un tiempo después del terremoto, un brote de cólera que ocasionó el fallecimiento de al menos 10.000 haitianos ha sido vinculado a la llegada de las fuerzas de la Misión de las Naciones Unidas para la estabilización de Haití (MINUSTAH) que estaban infectados. La organización solo admitió su participación años después, pero negó tener responsabilidad legal y se escudó en los tratados internacionales que le otorgan inmunidad diplomática.

En 2011 Michel Martelly, un cantante popular se convirtió en presidente, éste fue acusado de corrupción y de malversación de fondos destinados a la reconstrucción. Gran parte de los 2,000 millones de dólares que Venezuela le prestó al país fueron malversados o derrochados en el transcurso de ocho años (escándalo de PETROCARIBE).

En los siguientes años, la situación económica cada vez más precaria, el incremento de la delincuencia y la corrupción gubernamental desencadenaron protestas de los ciudadanos que, cansados de su gobierno, exigían la renuncia del presidente Martelly. El presidente se aferró al poder y eligió a Jovenel Moïse para sucederlo en las elecciones de 2015. Antes de dedicarse a la política, el presidente Moïse, hasta entonces un exportador de fruta poco conocido, estuvo involucrado en uno de los informes por su participación en un esquema para desviar fondos destinados a la reconstrucción.

Desde la intención de que Moïse accediera comenzó la controversia. Hasta su campaña fue acusada de fraude y corrupción y asumió el poder 14 meses después de que los votantes acudieron a las urnas, luego de que un tribunal electoral no encontrara evidencia de irregularidades generalizadas en las votaciones. Asumió la presidencia en 2017 mientras enfrentaba una acusación de corrupción también relacionada con la ayuda venezolana de petróleo.

Moïse utilizó su control del poder judicial para desestimar cualquier proceso en su contra para socavar a la oposición, que nunca reconoció su victoria electoral. El desacuerdo entre Moïse y la oposición sobre la terminacion de su mandato presidencial se convirtió en una gran crisis política. El presidente dejó al país sin parlamento ni fechas para los nuevos comicios. Al prolongarse la crisis, Moïse comenzó a gobernar a través de decretos impopulares lo que mermó aún más la legitimidad de su gobierno. Las protestas se aceleraron cada día más multitudinarias. En julio el presidente de Haití, Jovenel Moisse fue asesinado en su casa, profundizando el caos político del país sin que hasta el momento se haya resuelto el asesinato.

El 14 de agosto de este año (un mes después del asesinato del presidente) ocurrió un terremoto en la parte sur y suroeste del país que destruyó hospitales, viviendas, con dos mil doscientas cuarenta y ocho personas muertas y trescientas desaparecidas. Esta área estaba muy afectada ya debido al paso del huracán Mathews en el 2016. Lamentablemente las ayudas han llegado muy lentamente por la situación de inseguridad e inestabilidad. Dos días después del terremoto la depresión tropical Grace llegó a Haití, dejando a su paso mucho daño y miles de personas afectadas. Mientras todo esto pasaba en el país miles de personas que habían salido de Haití por el terremoto de 2010 y vivían en varios países de América Latina caminaban por caminos difíciles y peligrosos por muchos días para tratar de llegar a Estados Unidos. Muchas personas han logrado llegar a la frontera entre México y Estados Unidos allí recibida con látigos, abandono y la promesa de devolverlos a un país que, aunque el suyo no les permite una vida digna ni siquiera que les cubre sus necesidades básicas. Hoy en México, Colombia, Guatemala hay miles de personas haitianas en campamentos improvisados en muy precarias condiciones esperando poder llegar a Estados Unidos país que los devolverá a Haití. Llegan a un país en peores condiciones en que lo dejaron.

La situación política y la delincuencia generalizada ha perjudicado enormemente al sistema de salud, de por sí muy débil, al llegar la pandemia del coronavirus. Haití ha sido de los últimos países en los que han llegado las vacunas para el COVID-19. La cantidad de muertes oficiales por coronavirus sigue siendo reducida porque no se realizan suficientes pruebas y muchas personas no tienen acceso a los servicios médicos. Las personas que trabajan en las organizaciones de salud han reportado que los hospitales están colapsados.

El vacío de poder de Haití ha sido ocupado por líderes del crimen organizado, que desde hace varios años controlan zonas del país. Una organización de derechos humanos haitiana ha expresado que el 60% del territorio nacional esta controlado por las pandillas. Las bandas de delincuentes, cada vez más armadas, han encontrado en los secuestros la forma de ganar poder y dinero. Entre julio y septiembre se contabilizaron 221 secuestros. Más de dos personas diarias entre los que hay comerciantes, vendedores ambulantes, médicos, estudiantes, niños y religiosos, muchos religiosos. Los secuestros se han convertido en un negocio tan lucrativo que actualmente son secuestradas ocho personas diarias, según el Centro de Análisis e Investigación de Derechos Humanos (CARDH), este mes se dice los secuestros han aumentado. Esta situación de inestabilidad ha vuelto ingobernable algunas regiones del país, muchas personas tienen miedo de salir de sus casas y muchas organizaciones de ayuda e Iglesias tan importantes en ese hermano país han tenido que reducir o dejar sus actividades. Incluso se ha vinculado a algunos políticos a este crimen organizado.

Según un recuento realizado por la Fundación Je Klere (FJKL) en agosto, actualmente existen unas 150 pandillas activas en Haití. Las más fuertes son los 400 Mawozo, responsables del secuestro masivo de religiosos, liderada por Wilson Joseph, y el G-9, de Jimmy Barbacue Cherizie. Ambos grupos se han repartido la ciudad y unas controlan la zona de Croix des Bouquets y otras en Martissan, en Puerto Príncipe impidiendo a la población salir de la ciudad sin jugarse la vida.

El poder de las pandillas es tal que las organizaciones de ayuda incluida la ONU han tenido que negociar con ellos para que les permitieran descargar y repartir la ayuda humanitaria enviada tras el terremoto. México después de dos intentos tuvo que darse la vuelta con su barco cargado de alimentos y medicinas después de que los sicarios de unos y otros comenzaran a dispararse frente al buque, confirmó días después el presidente de México, López Obrador.

El  sábado 16 de octubre secuestraron   un grupo de 16 misioneros estadounidenses, un canadiense y el chofer haitiano. Esta situación ha hecho que el mundo mire hacia Haití nuevamente. Que pena que cuando día a día secuestran personas haitianas hay un silencio generalizado en muchas noticias ni siquiera en este terrible episodio mencionan al chofer haitiano. Desgraciadamente hay menores entre las personas secuestradas y las bandas han pedido un millón de dólares por cada persona secuestrada con amenazas de muerte si no se paga el rescate.

Hasta donde ha llegado el poder de las bandas de delincuentes y la descomposición del Estado basta ver la escena que se vivió el  domingo 17 de octubre durante el 215 aniversario de la muerte de Jean Jaques Dessalines. Cuando el primer ministro Ariel Henry pretendía poner un arreglo floral en la tumba del libertados haitiano fue recibido a tiros por los delincuentes y uno de sus líderes apodado Barbacue llegó al lugar vestido igual que el primer ministro y este se tuvo que refugiar en un cuartel de la policía.

La situación se ha agravado en estos últimos días debido a la falta de combustible en el país. Cientos de manifestantes bloquearon carreteras y quemaron neumáticos en Puerto Príncipe para denunciar una grave escasez de combustible y un aumento de la inseguridad, así como exigir la dimisión del primer ministro. La escasez de combustible de Haití es grave por razones diversas, secuela de la pandemia, incompetencia del gobierno y la violencia de las bandas. Hay manifestaciones de todo tipo la oposición organizada, la oposición no organizada, las bandas, el pueblo…

La dramática crisis en la que está inmerso el país caribeño de 11 millones de habitantes nos lleva a preguntamos si hay Esperanza para el pueblo de Haití, creemos que sí.

El Comité de Solidaridad con el pueblo de Haití en Puerto Rico sigue firme en su trabajo para apoyar las personas y las organizaciones haitianas que continúan a pesar de tantas dificultades. Construimos una escuela elemental en Leogane Haití hace ya diez años y seguimos con la ayuda del pueblo boricua apoyando esta comunidad escolar, dando alimentación diaria al estudiantado y ayudando en el mantenimiento de la escuela. Hemos realizado varios proyectos y en este momento con ayuda de aportaciones individuales y de muchas cooperativas a traves de la Liga de Cooperativas de Puerto Rico estamos ayudando a grupos y organizaciones haitianas a las personas afectadas por el reciente terremoto. También estamos desarrollando un proyecto con mujeres campesinas en el área de Abricots.

Sabemos de la valentía y el coraje del pueblo haitiano sabemos que su lucha por tener una sociedad justa, equitativa y solidaria no cesará y lograrán el triunfo. No cesemos en acompañarlos en esta lucha.

La autora es portavoz del Comité de Solidaridad con el Pueblo de Haití

 

 

 

 

 

 

 

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