Como se esperaba, la particularidad de las elecciones generales de 2016 fue el efecto de los candidatos independientes a la gobernación. Estas candidaturas canalizaron el hartazgo de un sector importante de la población con los dos partidos que se han estado dividiendo el poder colonial desde 1968. Alrededor del 15 por ciento de los electores optó por Alexandra Lúgaro o Manuel Cidre, sobre todo por la primera, como un evidente voto de protesta frente al PPD y el PNP. Aun cuando ese porcentaje no era suficiente para ganar, los votantes se mantuvieron de manera consistente con uno de esos candidatos a pesar del llamado de los partidos tradicionales en los últimos días a favor del llamado voto útil.
El gobernador electo, Ricardo Rosselló, asumirá el cargo de primer ejecutivo de la colonia como un gobernador en clara minoría, con casi el 60 por ciento de los votos en contra. Ese porcentaje no constituye mandato para nada, mucho menos para tratar de mover a Puerto Rico hacia la anexión. Lo que trate de hacer en esa dirección contará con la oposición de la mayoría que le votó en contra.
Para los demás partidos y movimientos llegó el momento de la reflexión y los planteamientos honestos sobre qué hacer de ahora en adelante. Obviamente la mayoría de los puertorriqueños quiere cambios profundos y es hora de tratar de lograrlos descartando formas pasadas y atrevfiéndose a enfoques nuevos.
El Partido Popular, apenas llegó al 40% de los votos. El otrora partido de las grandes mayorías y el que efectivamente ganó las elecciones de 2012, perdió más de una quinta parte de sus electores, mientras insistía en los enfoques coloniales y quedaba marcado por la corrupción pública. Está por verse si David Bernier logra mantenerse como líder de ese partido y si es capaz de llevarlo a la renovación que necesita y no ha tenido.
El independentismo, por su parte, aun uniéndose detrás de la candidatura de María de Lourdes Santiago, no fue capaz de garantizar la permanencia de un partido electoral. Pero aún, se ha proyectado incapaz de liderar el evidente descontento que existe en el país que terminó manifestándose por medio de las candidaturas independientes.
Llegó la hora de mirar con humildad y profundidad esa realidad para poder transformarla. Desde ahora Claridad ofrece sus páginas para el debate serio y profundo que se necesita.