La estrepitosa caída de la neoliberal Liz Truss en Gran Bretaña, tras solo tres meses en el cargo de primera ministra, hay que leerla en dos claves de análisis: la primera es que cuando un político antepone su ideología a la correlación de fuerzas del momento termina mal. El neoliberalismo, en lo que tiene de teoría económica fundamentada en la disminución de lo público, privilegio de soluciones venidas del mercado y promoción de una ideología propietarista-individual, no tiene cabida en la Europa poscovid. Es una imposibilidad teórica como lo es hace décadas el marxismo ortodoxo base-estructura.
El neoliberalismo sigue vivo en cuanto racionalidad y sentido común de época que economiza lo social y político. Y, por tanto, en cuanto matriz de subjetividades. Pero tras el choque que supuso la pandemia es insostenible a nivel de políticas concretas en su sentido fuerte.Liz Truss, admiradora de Margaret Thatcher, quiso desde el día uno aplicar políticas concretas neoliberales recortando impuestos a ricos y disminuyendo el gasto social en sectores sensitivos. Cayó la libra y los propios mercados se le fueron en contra. Tiempos paradójicos vivimos que exigen finas lecturas.
La segunda clave de análisis es que, si vemos el histórico completo, lo que pasa hoy en Inglaterra hunde sus raíces en la campaña del Brexit de 2016 donde un discurso identitario y ultraderechista que se hizo hegemónico desarticuló el sistema político británico gravemente. Hoy día Inglaterra vive una recomposición política-ideológica que, tras un Brexit que se comió sus principales liderazgos de derechas e izquierdas, carece de conducción. Hay una crisis orgánica sin referentes que capaces de asumir dirección política y/o cultural.
En mis investigaciones lo que encuentro es que, en efecto, toda sociedad que en algún momento sucumbe a los discursos identitarios y existenciales de las ultraderechas termina entrando en una crisis orgánica muy fuerte. De Inglaterra a Brasil pasando por Estados Unidos. Sigo observando.
