La juventud y otro mundo posible

Por Marcelo Barros/ Especial para En Rojo

Desde 1999, la  Organización de Naciones Unidas (ONU) considera el 12 de agosto como el Día Universal de la Juventud. El Consejo Mundial de Iglesias, organismo ecuménico que reúne a 349 Iglesias Cristianas, participa en este proyecto y valora esta fecha. El objetivo es favorecer el protagonismo de la juventud en la sociedad. El CMI pretende llevar este tema a las iglesias miembros.

En este año, 2020, es aún más cierto lo que hace ocho años, dijo Geneviève Gael Vanasse, coordinadora de los programas para jóvenes de Oxfam Canadá: «Actualmente, la mitad de la población mundial tiene menos de 30 años. Entre estos jóvenes, el 90% vive en países del sur, considerados pobres. En todo el mundo, los jóvenes son la parte de la población más afectada por la pobreza y la desigualdad social. Por esta razón, los jóvenes son y pueden ser siempre levadura de cambio para el mundo» (Cf. Le Devoir, Montreal, 07/08/2012, p. F8).

En países como Brasil, millones de esos jóvenes son los más empobrecidos. Viven en barrios de periferia, en moradas precarias y son los que más sufren con el desempleo estructural de nuestras sociedades y con las consecuencias de la exclusión social y política. Por su disponibilidad y su deseo de participar, fácilmente, los jóvenes son tentados por caminos totalitarios. Muchos de esos jóvenes acaban víctimas de las drogas y del narcotráfico. En Brasil y otros países, las estadísticas de la violencia y de asesinatos de jóvenes, principalmente en barrios pobres, aún son muy elevadas.

Uno de los mayores desafíos actuales es el diálogo intergeneracional. Es importante que tanto en el seno de las Iglesias como en el ámbito de la educación y de los procesos sociales y políticos, adultos y jóvenes se comprometan a construir juntos un diálogo al servicio de un nuevo mundo posible. Desafortunadamente, la ideología que busca privatizar todo y tratar a las personas como mercancías intenta privatizar incluso la fe y la espiritualidad. El Evangelio de Jesús propone la realización de un proyecto divino para el mundo y este proyecto abarca a toda la humanidad como colectivo y a cada persona humana en todas sus dimensiones. La fe es vivida comunitariamente.

La juventud es signo y instrumento de esa renovación del mundo. El diálogo con la juventud y el servicio humilde y desinteresado a los jóvenes nos hacen despertar en nosotros la jovialidad. Dentro de cada uno de nosotros, la jovialidad es como una energía del Espíritu divino que es siempre joven y nos renueva. Según el Apocalipsis, la última palabra de Dios es: “Hago nuevas todas las cosas” (Ap 21, 5).

El autor es monje benedictino y ha escrito más de 40 libros.

 

 

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