La prioridad del cuidado con la vida

Durante esta semana, en torno al 5 de junio, que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) consagra como “Día Internacional del Ambiente”, en todo el mundo, ocurren discusiones y eventos sobre la urgencia de un cuidado más efectivo con el ambiente natural y la protección de la vida en el planeta. “Informes de los organismos científicos confirman: la situación actual es alarmante. Exige respuesta urgente de los gobiernos y de la sociedad civil. La disminución del agua dulce, las consecuencias del calentamiento global sobre la tierra y los mares no se pueden más negar.” (Cf. Revista Internazionale, 1249, abril 2018).

Garantizar la sostenibilidad de la Tierra es premisa para resolver las demás crisis: social, política, económica y cultural. Desgraciadamente, gobiernos e instituciones internacionales siguen insistiendo en el modelo capitalista depredador. Cada año, se destinan sumas inmensas para armamentos y guerras, así como para salvar bancos y multinacionales irresponsables que perdieron dinero en el casino financiero de la imprevisibilidad. Hace casi diez años, la prensa denunciaba: “El dinero del pueblo, dado a los ricos, es 40 veces mayor que los recursos destinados a combatir el cambio climático y la pobreza “(Le Monde Diplomatique Brasil, mayo de 2009, página 3).

Para quien vive una búsqueda espiritual, el cuidado amoroso con la Madre Tierra, con el agua y con todo ser vivo, forman parte del testimonio que Dios es amor, está presente y actuante en el universo. A pesar de todas las agresiones y crímenes cometidos contra el Planeta, aún podemos salvarlo. En 2003, la UNESCO asumió la “Carta de la Tierra”, como instrumento educativo y referencia ética para el desarrollo sostenible. De su concepción han participado humanistas y pensadores de todos los continentes. Es urgente que la ONU asuma y ponga en práctica ese documento que todos pueden leer en Internet (basta consultar: “carta de la tierra”). Es el esbozo de una “declaración de los derechos de la Tierra”. Todos nosotros somos guardianes de eses derechos de la Tierra.

En la encíclica sobre el cuidado con el planeta, nuestra casa común, el Papa Francisco propone una alianza de toda la humanidad para cuidar de la Tierra. El pide que las religiones y tradiciones espirituales se unan para fortalecer esa alianza de todos por la vida. En cada tradición espiritual, que seamos capaces de explicitar y desarrollar más y más el amor a la Tierra y podamos testificar la presencia del Espíritu en el universo. Como dice una oración de la eucaristía: “Los cielos y la tierra están llenos de tu gloria, o sea, de tu presencia amorosa”.

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