Las máscaras de las fiestas pre-cristianas de Portugal (y España), parte I

En Rojo

Este ensayo en dos partes cubre mi experiencia al fotografiar las máscaras de las fiestas invernales precristianas del distrito de Bragança, Trás-os-Montes y el distrito de Viseu en la parte norte de Portugal. La primera parte encara las fiestas de los Mozos y de San Estefan los días 25, 26 y 27 de diciembre de 2018, mientras la segunda parte enfoca en el Carnaval del 27 de febrero al 2 de marzo de 2022. No obstante, el pie forzado es la semejanza en apariencia de los “Caretos” tradicionales de Portugal y los Vejigantes de Loíza y Ponce, Puerto Rico.

Parte I, Bragança, diciembre de 2018

En octubre de 2017 escapamos los escombros de María y Puerto Rico sin luz para seguir la obra puertorriqueña “Hijas de La Bernarda” en el Festival de Teatro Iberoamericano de Cádiz, España. Se habían cancelado los vuelos reservados en el verano anterior, y al reprogramar, pasamos primero por Lisboa. Allí en una tienda de artesanía portuguesa, encontré intrigantes máscaras talladas de madera por el artesano Tozé Vale del pueblito de Vila Boa de Ousilhão de la región norteña Trás-os-Montes.

Compré una máscara. La misma tienda me dio información del artesano y las fiestas de la región donde vivía. El próximo día busqué en las librerías de Lisboa para encontrar las publicaciones más recientes sobre las caretas y las fiestas del distrito de Bragança, que hace frontera con la provincia de Zamora, España. Ya la decisión estaba hecha: yo iba a investigar estas máscaras y regresaría a Portugal en el momento propicio para verlas en situ.

Se supone que las fiestas invernales de Portugal son “pre-cristianas” porque tienen raíces en la población celta de la región de lo que ahora es Bragança, una población que hace tres milenios cubría grandes partes de Europa y la península ibérica. También aseveran que reflejan la tradición greco-romana –especialmente los ritos de Dionisio-Baco y Artemis-Diana—que llegó con la incursión romana en la región. Según cuentan, bolsillos de celtas en regiones montañosas de Portugal y España sobrevivieron la agresión militar tanto de los romanos como, después, de los moros. Más tarde sus fiestas originarias se adaptaron al calendario cristiano para realizarse entre noviembre y marzo, desde el día de los muertos hasta la cuaresma.

La semana entre el 24 de diciembre y primero de enero y el domingo, lunes y martes (entroido) de Carnaval son las épocas más intensas. A través del proyecto transfronterizo del municipio de Bragança y el gobierno provincial de Zamora, se ha publicado el “Catálogo Máscara Ibérica” (2016) inclusivo de la mayoría de estas fiestas que comparten el elemento común, aunque con variaciones, del “Careto”, el personaje tradicional enmascarado.

Escogí diciembre de 2018 como el momento para visitar a Bragança y documentar las fiestas invernales. Tuve un año para prepararme y meterme en ese ambiente cultural desconocido. El plan original fue hacer un segundo viaje a Portugal en febrero de 2020 para presenciar y documentar las máscaras de los carnavales de la región. Ese viaje se retrasó hasta 2022 por razones de la pandemia.

Desde Porto, alquilamos un carro y tomó alrededor de dos hora y media para llegar a la ciudad de Bragança. Allí, el dueño del pequeño hotel nos informó que iba a cerrar su restaurante a las 4:00 pm esa tarde (24 de diciembre) y que no iban a regresar hasta el 26 por la tarde. Nos dio la llave. Ese día caminamos por las calles del casco viejo donde se ubica el castillo medieval y el Museo Ibérico de la Máscara, que también estaba cerrado por la Navidad.

Cenamos a las 3:30. Nuestros anfitriones nos dejaron comida liviana para la noche y se despidieron a las 5:00 pm. Celebramos la noche buena caminando las calles festivamente alumbradas de Bragança.

Fotos: cortesia del autor

La mañana de 25 diciembre salimos de Bragança con GPS y una lista de pueblos –la mayoría de ellos con 300 o menos habitantes– donde esperábamos encontrar las actividades festivas. En Varge, festejan el Día de los Mozos (25 de diciembre) y San Estefan, el patrón de los Mozos (26 de diciembre). Hay misas para comenzar los dos días, y cuando llegamos, los Mozos con sus caretas (“Caretos”) y su carreta grande de madera ya estaban fuera de la iglesia y metidos en la ronda de críticas satíricas sociales y personales que es la parte “dialogada” y más dinámica del evento. Si hubo una sesión de lucha libre más temprano en la mañana, cuando entramos los intercambios eran solamente de gestos y palabras y risas y carcajadas agradables pero difícil entender en su totalidad para alguien sin el conocimiento de las especificidades de su contexto. Sin embargo, el gozo cómico de los “Caretos” y su público local era inmediatamente evidente.

Siguiendo tres músicos que tocan gaita, tambor y bombo los Caretos bajan del patio de la iglesia y cruzan el río del pueblo por un puente de piedras. Varios de ellos se meten en el agua fría e intentan mojar a los espectadores. La procesión llega a la plaza frente al restaurante donde van a comer su cena navideña y después de fotos y más burla y festejo en general, termina la sesión de la mañana cuando los caretos quitan sus máscaras y entran para comer.

La fotografía del “Catalogo Máscara Ibérica”, los libros y las páginas del Internet no preparan a uno para el impacto visual y la cantidad de los Caretos. Las máscaras están cortadas de planchas de lata fina que es flexible y liviana. Las variaciones de diseño de máscara a máscara son limitadas pero notables. De esa manera se parecen a la forma de las máscaras de tela metálica de Loíza y Hatillo en Puerto Rico. Sin embargo, no intentan crear facciones específicas como los cachetes rojizos, el bigote de línea y ojos azules del Caballero puertorriqueño. En este caso, cortan rotos para los ojos del mismo Careto. Los colores sólidos son principalmente rojo y negro. La pintura es individualizada y lo que podría aparecer uniforme, en la práctica resulta ser variada y multi-dimensional.

Podían ser máscaras de diablitos, pero los Caretos no actúan papeles diablescos. Son juguetones, burladores y traviesos, pero no parecen inspirar miedo o terror, aun entre los niños. De cierta manera, se presentan como máscaras de protección o de guerreros. La mayoría de los Caretos llevan consigo un palo de caminar que, en épocas anteriores, podían haber servido para batallas de simulacro. Aunque no presentes en las fiestas actuales, hay fotos antiguas y muestras de vejigas infladas en los museos. Esto puede explicar la función protectora de las máscaras.

Los vestuarios multi-colorados y completos de cabeza a pie también dan impresiones del Caribe, pero no son mamelucos voluminosos –como chiringas o murciélagos, como dirían algunos—de los Vejigantes. Están cosidos en capas como colchas locas de cientos de tiritas de tela y ropa rayada e incluye una capucha de la misma tela para la cabeza que cae –en un efecto “hoody”– alrededor de la máscara-cara del careto.

El uso de tiritas de tela, franjas de camiseta, cintas y tela de saco recuerda más al personaje “Pitchy-Patchy” de la cultura popular jamaicana. Su forma detallista y el proceso de labor intensa de construcción de estos vestuarios son de tal envergadura que, como las máscaras, se usan año atrás año. También ponen cinturones anchos de cuero por la cintura y cruzados desde los hombros hasta la cintura donde cuelgan los cencerros que suenan cuando caminan.

Ya terminado el evento de la mañana, entramos, como muchos de los espectadores locales, en la casa del pueblo –hay una en cada local—para tomar café. Aunque fuimos los únicos extranjeros en el lugar y no hablamos en portugués, que yo sepa, nadie nos prestó atención especial. Este patrón se repetía en los otros pueblos que visitamos tanto en diciembre de 2018 como en febrero-marzo de 2022.

Por haber quedado por la totalidad de la fiesta de los Mozos en Varge, llegamos a Avelada para encontrar los Caretos, ya sin sus máscaras y las camisas y capuchas de sus vestuarios, gozando de su almuerzo navideño. Entramos en la casa del pueblo –más modesta que la de Varge—donde se había establecido un pequeño museo de máscaras y artefactos de fiestas antiguas.

El 26 de diciembre –el día de San Estefan– comenzamos temprano en el pueblo de Ousilhão (cerca a Vinhais)—caminando con los cuatro “mayordomos” (organizadores de la fiesta) y el rey con su corona y sus dos vasallos con sombreros cilíndricos verdes mientras hicieron su “Ronda de Alboradas” con música de gaita, tambor y bombo para despertar la gente e invitarles a festejar.

Porque era temprano, regresamos a Vinhais para visitar el Centro Cultural de los Condes donde encontramos una exhibición de máscaras talladas de madera de João Manuel Esteves (1938-2014), el artesano de máscaras mejor conocido de Ousilhão fuera de la región, otras salas de arte local y una librería de textos sobre la región y específicamente la “ruta” de las fiestas invernales.

Cuando llegamos a Ousilhão de nuevo, los vecinos ponían la mesa de productos agrícolas y confección local y la mesa del almuerzo para celebrar a San Estefan. Después vino en la iglesia que se construyó en 1545 y entonces las corridas de los Caretos con su carreta en la media milla entre la casa del pueblo y la placita frente a la iglesia.

Aquí, las máscaras son diferentes. Se tallan de maderas locales y asombra la variedad de diseños detallados y precisos. La uniformidad de las máscaras de lata de Varge y Aveleda cede frente a la plasticidad y diversidad de caras humanas de un sinnúmero de expresiones y actitudes, de humanoides más grotescas –algunas con y otras sin cuernos – y de cabezas antropomórficas –especialmente lobos y jabalís. No obstante, nada se acerca a la imagen diabólica y gárgola del conocido Krampus de la Val Canale (Italia) o de Austria.

Las caretas talladas proyectan performeros populares traviesos y burladores; como actores sagrados y profanos son juguetones que se finjen ambivalentes y descarados, pero finalmente se convierten, como los Vejigantes de Puerto Rico, en los héroes de la identidad ancestral de su pueblo y cultura. Son las más variadas, precisas y expresivas máscaras que he encontrado hasta ahora en fiestas de Portugal y España. Las creaciones de artesanos maestros como João Manuel Esteves y Tozé Vale y quedan en las familias del pueblo para usarlas año tras año.

De nuevo, los vestuarios de los caretos de Ousilhão se parecen, en términos generales, a los mamelucos de los Vejigantes de Puerto Rico. En este caso, se parecen aún más a los vestuarios de capas de tiritas de telas de Varge y Aveleda descritos aquí anteriormente. Pero las diferencias son claves. Aquí los vestuarios están construidos de tejidos densos de lana con bordes y franjas de hilo de lana. Son más táctiles con una suavidad y riqueza al tocarles, a la vez que parecen más permanentes y duraderas. La labor intensa de mano es aún más evidente aquí. En vez de ser brillantes, estos colores registran profundidad de tinta y solidez, confianza y orgullo en el manejo de su confección. Todo eso se trasmite a los Caretos. La tela tejida de hilos de lana es un material superior y enaltece la artesanía de las formidables máscaras talladas de madera.

La fiesta de San Esteban de Ousilhão mostró otras características admirables. Una cantidad substancial de mujeres participó como Caretos, y también participaron niños y jóvenes. Muchos “ausentes” regresan al pueblo para la fiesta, pero el día lucía más como un acto comunitario en que era difícil distinguir el actor del espectador, porque todo el mundo tenía el mismo propósito de compartir y preservar la identidad única de un pueblo milenio aun cuando la población actual es menos de 200 habitantes.

El 27 de diciembre seguimos buscamos fiestas. Visitamos la ciudad de Zamora, España y en los alrededores encontramos el pueblo de Sanzoles y la máscara única del Zangarrón. La leyenda dice que hace siglos atrás el Zangarrón salvó el pueblo de la peste. Ahora este personaje grande y enmascarado encabeza la fiesta de San Estaban cada 26 de diciembre. Sin embargo, nosotros llegamos el día después, pero gracias a la Lcda. María Mula Cecilio, farmacéutica y alcaldesa, entramos en el recién inaugurado museo (25 de agosto de 2018) del Zangarrón de Sanzoles y recibimos un “performance” especial para nosotros. El más completo “Museo Ibérico de Máscara y Traje” se ubica en el casco viejo de la ciudad de Bragança.

Estas fiestas mantienen su estructura y estilo año tras año. El mundo alrededor puede cambiar dramáticamente, pero los elementos básicos de festejar con máscaras, vestuarios, procesiones y música tradicional de gaita, tambor y bombo sigue su propio ritmo. Es un día en que los habitantes, y quizás especialmente los Caretos, pueden mirar atrás hacia los ancestros que ocuparon estos mismos espacios hace más de dos mil años. Con suerte, por compartir el espacio con ellos, podemos mirar hacia atrás con ellos.

La segunda parte de este ensayo brincará más de dos años a febrero de 2022 y la celebración y máscaras de Carnaval en los distritos de Bragança y Viseu, Portugal.

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