Lo que le pasó a Hawaii
“Quieren quitarme el rio y también la playa
Quieren el barrio mío y que abuelita se vaya
No, no suelte la bandera ni olvide el lelolai
Que no quiero que hagan contigo lo que le pasó a Hawaii.”
Voy a llevarte pa’PR
“la que me mira a los ojos por cinco segundo ya yo sé que es mía”
“dónde están las mala? Que son bienvenida.”
“Tus amigas y tú, el corillo tán bien rica, pero ese culo tuyo, wow, sobresalía.”
“Dale mami, suéltate el grillete. Ponte en cuatro que te vó a dar fuete.”
Veldá
“Vamono pá onde no se note que cuando yo te azote, ey (Azote).”
Ketu te cre´
“Después que te lo hice bien, ahora quiere portarte mal.”
Pitorro de coco
“Lloran y bebiendo pitorro de coco que me trajo abuelo pá que vacilaran
No pá que por un cuero a las 12 llorara.”
“Siempre supe que era mala.”
Es innegable el éxito que ha tenido Bad Bunny (BB) con su nuevo album que muchos han catalogado, “su nuevo proyecto patriótico y de afirmación cultural.” Su canción, Lo que le pasó a Hawaii, además de ser una denuncia de la inestabilidad económica, la corrupción política, el desplazamiento poblacional y la gentrificación que se vive en nuestro archipiélago es un llamado a continuar afirmando nuestra cultura. Esto lo hace también en su corto metraje con Jacobo Morales, Debí tirar más fotos, título también de su nuevo álbum.
Se le agradece a BB su participación en las pasadas elecciones promoviendo el voto por la Alianza de País y denunciando la corrupción del PNP. También nos alegra la oportunidad que le ofreció a los jóvenes que participaron en la producción de su disco. Su corte patriótico y nacionalista en esta nueva producción y hasta el coro de Lo que le pasó a Hawaii es pegajoso.
No es sorprendente que haya fiebre con BB cuando la salida de su álbum y video se ha dado en el momento político, cultural y económico más apropiado para este tipo de afirmación de nuestra identidad cultural: gana las elecciones boricuas una trumpista después de unas irregularidades crasas en la Comisión Estatal de Elecciones; una turista norteamericana blanca prende en fuego, a propósito y por despecho, tres negocios en Cabo Rojo destruyendo la fuente de ingreso de un gran número de empleados, ocasionando gastos para los propietarios boricuas que sobrepasan $500K e inmediatamente dándose a la fuga; otra turista en un hotel en Guajataca estuvo viviendo sin pagar desde el mes de septiembre. Todo esto enciende la sangre nuestra y aviva el sentimiento patrio/matrio. BB ofrece una salida con Lo que le pasó a Hawaii y su video.
Sin embargo, la gestión artística-musical de BB plantea grandes contradicciones y levanta muchas preguntas y preocupaciones para nosotras como mujeres y como feministas: ¿Cómo es que BB puede tan artística y patrióticamente pintar nuestra precaria realidad y a la misma vez con otras canciones en este mismo album y los que le preceden, perpetuar la sexualización, objetivación, subordinación, dominación y degradación de las mujeres? ¿No sabe él, y sus fanáticas/os que dicen que la letra de sus canciones es sobre libertad sexual pero no sexista o machista, no saben que la hypersexualización, objetivación y degradación presentadas en las imágenes de mujeres en sus canciones son altamente machistas y sexistas? ¿No sabe BB y sus fanáticas/os que la objetivación, hypersexualización y degradación de las mujeres las hacen blanco para la violencia sexual y de género? (https://search.app/1AsQhftNHUAuGAuM7)
¿No ve BB y la gente que promueve su arte que el uso del lenguaje para referirse a las mujeres como “cuero,” “malas,” que lo que “le gusta es perrear” y que están para “coger” y otras expresiones que no son dignas de este medio, lo que hacen es reforzar la cultura de la violación y el fortalecimiento del odio hacia las niñas y mujeres (misoginia) y, por consiguiente, la violencia contra ellas? Miren el contenido de algunas de sus canciones citadas al principio de este escrito. Y esto es solo un corto ejemplo en el nuevo álbum.
En nuestra opinión, esto no es libertad sexual, ni diferencias generacionales. Para nosotras esto es, pura y simplemente, misoginia y es intrínsicamente incompatible con las metas del feminismo y de las luchas por los derechos de las mujeres. Cuando aceptamos y normalizamos las expresiones y conducta misóginas que despliegan cantantes, artistas y personas en el ámbito del entretenimiento y en otras esferas del arte y la sociedad en general, estamos contribuyendo a la cultura de la violencia (en su sentido total e inclusivo) basada en género.
¿Cómo es que una feminista o alguna otra persona que aboga por la equidad, la igualdad y los derechos de las mujeres puede consumir media que es anti-mujeres? ¿Por qué no somos críticas y por qué no nos manifestamos en contra de políticas misóginas, valores machistas y patriarcales promovidos en este tipo de arte? ¿Por qué entonces nos preguntamos y nos alborotamos con la alta incidencia de la violencia de género, los asaltos sexuales, el incesto, los feminicidios cuando con el silencio estamos aceptando y normalizando conductas, expresiones, imágenes y normas misóginas, machistas y sexistas en este tipo de arte? ¿Por qué no nos problematiza ver las conexiones entre estas imágenes y la tolerancia por la violencia en contra de las mujeres?
Las/os niñas/os y los “teenagers” escuchan esta música y su nivel de aceptación de estas conductas se amplía con la constante propagación de las imágenes en contra de las mujeres. He escuchado que mujeres jóvenes en nuestra matria aceptan esta música porque es una forma de liberar su sexualidad y que el rechazo de nosotras, las feministas de mayor edad, es porque existe una brecha generacional entre nosotras. En nuestra opinión, no existe brecha generacional en las diferentes expresiones y manifestaciones de la opresión de la mujer. Mucho menos cuando las niñas y mujeres jóvenes aprenden con estas canciones que “su valor como mujer está entre sus piernas. A diferencia de los hombres, su valor sexual es un producto o mercancía agotable, [entonces] las jóvenes se convierten en “putas” y los muchachos en “hombres.” (Kimberly W. Crenshaw in Beyond racism and misogyny, Black feminism and 2 Live Crew, 1991)
¿Cuál es el riesgo que están tomando las mujeres y hombres boricuas al tolerar, auspiciar y celebrar el arte de personas que promueven una cultura de subordinación, sexualización, dominacion, explotación, degradación y violencia basada en género? ¿Por qué muchas mujeres y feministas han “jumped on BB’s band wagon”? ¿Por qué miramos para el otro lado? ¿Por qué las feministas boricuas, con excepción de Amárilis Pagán Jiménez a quién aplaudimos por su valentía y candor, guardan silencio y hasta promueven esta cultura de violencia, sexualización y objetivación de las mujeres?
Algunas personas dicen: “BB no es perfecto. El no es el mesías de la patria. Por lo menos está dando a conocer alrededor de mundo nuestra herencia cultural, nuestra situación colonial y lo está haciendo en una forma creativa y poderosa.” O sea, ¿qué está bien hacer un “trade off” entre la lucha en contra de la misoginia y la lucha en contra del coloniaje? Esto me recuerda algo que experimentado por muchas mujeres de nuestra generación que militamos en grupos y partidos de izquierda. Cuando nosotras, las feministas, nos alborotábamos con alguna situación machista, sexista, patriarchal, misógena, los líderes (que casi siempre eran hombres), decían: “No se preocupen que eso lo vamos a arreglar cuando llegue la independencia.” Por eso muchas de nosotras abandonamos los partidos políticos.
Muchas veces estas conductas y expresiones que son excusadas por personas que han experimentado opresión, piensan que BB “speaks truth to power” y eso es poderoso. Quizás piensan que es más importante hacer conocer nuestra situación colonial que enfrascarse en un análisis politico-social-cultural-feminista. Sin embargo, para nosotras la situación de las mujeres boricuas es tan importante como la situación colonial. Creemos que no hay jerarquías entre los diferentes sistemas de opresión. Lo que hay es interseccionalidad. El colonialismo, el patriarcado, el sexismo, el machismo, el capitalismo, la inequidad e inigualdad basada en sexo o género, la homophobia, la transfobia, el edadismo, todos estos sistemas de opresión se intersecan y se nutren mutuamente para mantener cualquiera que sea la opresión que ellos promueven.
Por eso, ese silencio, es excusar lo que realmente hace es hablar muy alto. Es aceptación. Es tolerancia. Para nosotras y en nuestra experiencia como feministas, ese silencio y tolerancia degradan la humanidad de las mujeres.
¿Cómo podemos ser parte de los que se callan? ¿Por qué BB ha hecho algo patriótico? ¿No es acaso nuestro rol como activistas por la justicia social, la equidad y los derechos humanos levantar nuestra voz y llamar a cuentas a las personas cuando su mensaje, sus acciones, su conducta, su gestión cultural o política no están bien y contribuyen a degradar a otra persona? ¿Dónde están las voces de las organizaciones que luchan por los derechos de las mujeres y en contra de la violencia basada en sexo o género?
Hemos escrito esto en un espíritu de reflexión y preocupación. Tratando de ver el “bosque completo y no solo las ramas.” Así mismo esperamos que lo escrito estimule, provoque, inspire o conduzca a una reflexión más amplia y no a un endoso ciego, no crítico de la gestión política-artística-cultural de BB. Ojalá que las reflexiones aquí expuestas lleven a personas cercanas a este famoso cantante a comunicarle estas preocupaciones con la esperanza de que esté abierto a escucharlas, abierto a un proceso de concientización sobre la situación de las mujeres boricuas y a reconocer que el daño de las imágenes de las mujeres que él promueve en sus canciones es potencialmente letal.
Norma I del Río-Nieves vive en San Francisco, CA. Es trabajadora social médica jubilada, feminista y activista por la justicia social.
Teresa Mejía Valle se crío en Camuy. Por 23 años fue la Directora Ejecutiva del Edificio de Mujeres en San Francisco, California.Desde muy joven, ha trabajado en contra de la violencia basada en género. Es sobreviviente de una situación de violencia de género, donde perdió a su hermana, su mamá y sus dos sobrinas.Vive en el Bay Area en California, cerca de su hija y nieto. Pasa temporadas en Puerto Rico.