Miguel Hernández: el poeta de la pasión social

 

 

Especial para En Rojo

Miguel Hernández, nacido en Orihuela, España, en 1910, se erige como uno de los poetas más apasionados y significativos de la literatura española del siglo XX. Su vida, marcada por la pobreza y las luchas sociales, se refleja intensamente en su obra, profundizando en la naturaleza humana y la condición del hombre.

Hernández, autodidacta y proveniente de una familia humilde, desarrolló su amor por la poesía desde temprana edad. Inspirado por autores clásicos y su entorno rural, comenzó a escribir versos que reflejaban su amor por la tierra, la naturaleza y una profunda preocupación por las injusticias sociales.

Su obra maestra, “Perito en Lunas”, publicada en 1933, marcó el inicio de su carrera poética. Posteriormente, la Guerra Civil Española moldeó su visión poética y social, llevándolo a un compromiso con la causa republicana. Durante este período, sus versos se convirtieron en un grito de lucha, expresando solidaridad, dolor y esperanza para los desfavorecidos.

Sin embargo, su compromiso político lo llevó a prisión, donde escribió algunos de sus poemas más conmovedores, como “Cancionero y romancero de ausencias”, que comienza a escribir en octubre de 1938 cuando muere su pequeño hijo. La cárcel se convirtió en un crisol donde su pasión por la libertad y su amor por la humanidad se fusionaron, dando lugar a una poesía aún más conmovedora y profunda.

Si me dieran a escoger un poema -tarea difícil- quizás me decantaría por uno de los más paradigmáticos, ampliamente reconocido y que refleja su sensibilidad poética y su compromiso social: “Elegía a Ramón Sijé”.

“Elegía a Ramón Sijé” es un poema que Hernández dedicó a su amigo Ramón Sijé, quien falleció prematuramente en 1936. El poema no solo es un homenaje a su amigo, sino que también se convierte en un canto a la pérdida, a la amistad, a la muerte y a la vida.

La emotividad, la intensidad lírica y la habilidad de Hernández para expresar la tristeza y la reflexión sobre la muerte y la ausencia hacen de esta elegía una obra maestra. En sus versos, Hernández expresa la profundidad de la pérdida personal y la desgarradora sensación de la ausencia de un ser querido.

El poema no solo destaca por su belleza poética, sino por la intensidad de la emoción y la conexión que establece con el lector, convirtiéndolo en un referente de la poesía española del siglo XX y una de las piezas más conmovedoras en la obra de Miguel Hernández.

Su temprana muerte en 1942, a la edad de 31 años, truncó una carrera literaria que prometía aún más grandeza. A pesar de su corta vida, su legado es eterno. Hernández encarna la pasión, el compromiso social y la sensibilidad lírica que resuena en cada verso que escribió. Su poesía es un puente entre lo íntimo y lo colectivo, entre la emoción personal y la lucha social, dejando una huella imborrable en la literatura española.

Miguel Hernández, el poeta pastor, el poeta de la tierra y la injusticia, vive en sus palabras, que continúan inspirando a generaciones con su llamado a la libertad, la igualdad y la humanidad en cada verso inmortal. Su legado persiste como una voz perdurable que nos recuerda la esencia misma de la condición humana.

La obra de Miguel Hernández trasciende el tiempo, siendo un faro de pasión y compromiso, recordándonos la belleza y la fuerza de la poesía como testigo fiel de la realidad humana.

 

ELEGIA A RAMÓN SIJÉ
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(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha
muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien
tanto quería.)
.
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
.
Alimentando lluvias, caracoles
Y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
.
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
.
.Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofe y hambrienta
.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte
a parte a dentelladas secas y calientes.
.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte
.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de mis flores
pajareará tu alma colmenera
.
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
.
A las aladas almas de las rosas…
de almendro de nata te requiero,:
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
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(1 0 de enero de 1936)

 

 

 

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