No tienen amigos

Los imperios no tienen amigos, tienen intereses.

John Foster Dulles

Secretario de Estado de EUA

Hace unos días un amigo anexionista me dijo con cierta extrañeza: “Que mal se han portado con nosotros los “americanos” en esta crisis”. A lo que le riposté que ellos nunca se han portado bien con nosotros. El maltrato que se pierde en la memoria colectiva comienza con la invasión misma al lanzar un ataque militar contra nuestro pueblo y derrocar el gobierno constituído por votación mayoritaria en unas elecciones celebradas apenas unos cuatro meses antes.

Al derrocamiento le siguió un gobierno militar de dos años durante el cual nos devaluaron la moneda nuestra en un 40% frente al dólar, robándonos una buena parte de nuestra riqueza.

Cuando se cambia a un gobierno civil por la aprobación de la Ley Foraker, el Congreso tenía varias opciones para definir la relación de Estados Unidos con Puerto Rico. El Congreso escogió la peor para nosotros: el coloniaje.

De inmediato comenzó una invasión del capital yanqui imponiendo una agricultura de monocultivo de caña, acaparando grandes extensiones de tierra, creando latifundios y despojando de sus tierras y trapiches a los puertorriqueños y españoles residentes.

Al despojo económico le siguió una agresión cultural imponiendo el inglés como vehículo de enseñanza pública en lo que constituyó una campaña de americanización dirigida a socavar nuestras raíces culturales.

Sumemos a lo anterior la imposición en 1917 de la ciudadanía americana en contra de la voluntad mayoritaria del pueblo puertorriqueño. Esta es la ciudadanía que han usado para llevarnos a sus guerras con el enorme saldo de muertos y discapacitados producto del servicio militar.

En la década del treinta, a los 32 años de la invasión el hambre y la miseria arropaban a la mayoría del país. Ante la protesta y confrontación con el poder colonial nos impusieron nuevamente a los militares enviando al general Blanton Winship y al coronel Ellisha Riggs para gobernar el país con resultados como la masacre de Río Piedras y de Ponce.

Por años nos ocuparon miles de acres de nuestras tierras cultivables para fines militares, siendo los bombardeos de Vieques y Culebra los abusos mayores del militarismo.

En el 1940, luego de cuarenta y dos años de dominio colonial USA el ingreso per cápita era $122 y el desempleo real rondaba en un 50%.

A fines de los años cuarenta, Washington le encomendó a Luis Muñoz Marín el trabajo sucio de la persecución y encarcelamiento de los independentistas. Se aprobó entonces la Ley de la Mordaza para condenar a Albizu y los nacionalistas. Vivimos en la Mordaza diez años.

Durante el dominio colonial nos han llevado a dos guerras mundiales más dos conflictos sangrientos como Corea y Vietnam. Miles de puertorriqueños muertos y discapacitados es el saldo de ese servicio militar.

Nos arruinaron la agricultura, sus megatiendas enterraron el comercio puertorriqueño y lo poco que teníamos en la industria desapareció.

Nunca se nos ha permitido una economía propia que responda a nuestros intereses. Siempre se nos ha mantenido en la dependencia. Cuando hemos querido proteger nuestros productos e intereses económicos los tribunales federales nos aplican sus leyes y la cláusula del comercio interestatal de su constitución derogando nuestra legislación protectora. El caso más reciente fue la derogación de la quiebra criolla por inconstitucional de acuerdo al tribunal de Boston dejándonos sin protección frente a los buitres acreedores.

Hoy el 45% de nuestras familias dependen de los cupones para alimentarse. La mitad de los aptos para trabajar no trabajan, creando un desempleo oficial de 12% y real de 30%.

A los 119 años de dominio yanqui el país está en quiebra. La lista de los abusos es larga, pero el acondicionamiento a que nos han sometido hace que una mayoría de nuestro pueblo no reconozca la dimensión del maltrato.

El desconocimiento de la realidad lleva a esta mayoría a pensar como el invasor quiere que piense. Que los de abajo hagan suyas las ideas de los de arriba es la mejor y más cómoda forma de ejercer el dominio colonial.

En el plebiscito que se acerca tal vez podremos confirmar cuanto despertar ha habido después de los cantazos recibidos con las últimas PROMESAS.

Poco antes de su muerte y presenciando la apertura de relaciones de Cuba y Estados Unidos, Fidel Castro les dijo a los cubanos: “No nos olvidemos del mucho daño que nos han hecho”.

Nosotros podríamos decir lo mismo.

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