El próximo domingo, 23 de febrero en Casa Dominicana en Santurce (6-8:30) y luego jueves 27 en Ponce (11:30-2pm), sábado 1ero de marzo en Casa Pueblo en Adjuntas (2-4pm), domingo 9 de marzo en La Goyco en Santurce (6:30-8:30pm) y el miércoles 19 de marzo en Unity en Caguas (6-8:30pm), se presenta el documental de 2024, The Last Ecstatic Days/Los últimos días de éxtasis, de Scott Kirschenbaum, un acercamiento a la muerte como una etapa de vivir desde que nacemos. Su presentación en Puerto Rico se hace en pequeñas comunidades porque, como buen documental, su propósito es establecer un enlace con el público espectador y fomentar una conversación sobre temas que son difíciles de digerir. Podemos estar de acuerdo en que la guerra (cualquiera) no beneficia a nadie y que siempre se basa en la destrucción. Pero, en cuanto al final de nuestros días en este planeta que habitamos, cada unx tenemos nuestra propia noción de lo que debe ser nuestra muerte. Por eso debemos aprovechar la oportunidad de ver The Last Ecstatic Days/Los últimos días de éxtasis con un grupo igualmente interesado (¿y quién no se ha planteado el final de nuestros días?).
Sin duda, el propósito del documental es normalizar nuestra última etapa en la vida y hacerlo un paso + y no algo ajeno o final sin consecuencias. Po eso su base es, que desde que nacemos lo hacemos en comunidad, gente a nuestro alrededor que ayuda en el parto, nos alimenta, provee lo necesario para crecer, protege de peligros, nos mantienen saludables y cuando es necesario nos dan cuido especial. No importa la pobreza, los problemas políticos, peligros, siempre hay una comunidad—puede ser de un solo componente—que nos acompaña para alargar y fortalecer nuestras vidas. En el caso de este documental, su protagonista-influencer, Ethan Sisser de 37 años, una vez conoce el diagnóstico de la enfermedad que detiene el curso de su vida, decide apelar a las redes para encontrar una comunidad que lo acompañe en este viaje hacia la muerte. Para mantener esa red de apoyo tiene que filmar cada paso que da hacia ese final. La comunidad física/presencial—sin la cual no podría hacer su viaje—la constituyen su familia + cercana y personas conocedoras de lo que es el dolor y su alivio: la doula de muerte y lxs enfermerxs de hospicio. Serán ellxs quienes explicarán a Ethan cada paso de su transición y él, en un principio, lo explicará a su comunidad digital.
Todas las comunidades desde tiempos ancestrales han dedicado un lugar especial para la transición hacia ese desconocido de la muerte. Esos ritos están compuestos por cánticos, instrumentos musicales, danzas, telas y vestimentas, aplicación de lociones y aceites, limpieza con líquidos, masajes, acupuntura, rezos y poemas. Puede que las estadías en los hospitales hayan opacado esos ritos, pero las personas que escogen morir en “casa”, en el lugar conocido o en un espacio donde la naturaleza nos inspire a continuar siendo parte de ella, no hay duda que logran una tranquilidad que balancea la vida y la muerte. Aunque en el caso de Martha (Tilda Swinton) en el filme de Pedro Almodóvar, The Room Next Door, al agotar los remedios de radio y quimioterapia recomendados por los médicos, escoge acelerar su tiempo de morir y no acogerse a cuidados paliativos, es también una decisión paralela a la de Ethan. Ella también quiere morir en comunidad y por eso escoge a su amiga Ingrid (Julianne Moore) para que la acompañe, aunque su papel no incluye ver su cuerpo transitar de una etapa de gran dolor a una renuncia temprana sin ver ese cuerpo deteriorarse hasta volverse irreconocible. En el caso de Ethan, su cuerpo siempre retiene pedazos de vida que poco a poco internamente quedarán suspendidos después de 14 días sin comer o beber. Otro ejemplo paralelo al de Ethan es el caso de Noelia (Isel Rodríguez) en La pesera (Glorimar Marrero Sánchez, 2023), donde ella escoge encontrar su serenidad en una hermosa bañera/pesera entre los vientos desafiantes de un huracán en la isla de Vieques, rodeada del amor de quienes la apoyan en su decisión.
El documental nos plantea que se puede morir sin miedo porque ese proceso es parte de la vida que hemos llevado hasta este momento. El rito de la muerte de un ser querido debe cambiar de ser privado y familiar a comunitario, no importa si esos grupos son cercanos o extraños ya que en el rito de muerte participan todxs y lo hacen presencial o por las redes. Sí, hay pérdida, como todo lo que hacemos en la vida, pero la ganancia es en el mayor entendimiento de lo que es el camino de andar la vida y llegar al momento en que nos toca reflexionar de lo alcanzado, lo que quedó en el aire y no se logró y especialmente entender los cambios de un cuerpo enfermo, pero que puede sanar espiritual y físicamente si entendemos sanar como un proceso de vida y muerte. En vez de rechazar y resentir ese cuerpo que supuestamente nos traiciona, Ethan y su grupo de apoyo, lo celebra hasta el último suspiro y mas allá en las preparaciones para su entrega final a la tierra/bosque escogido.
Le agradecemos a Lilliam Irizarry la existencia de este documental y su gira en Puerto Rico y a Wilka Roig quien estará a cargo del intercambio con el público.