Vieques, el ferry, el Fortín, la tremenda Teresa Hernández y Mona

Por Lowell Fiet/Especial para En Rojo

Todo cuento de Vieques comienza con el “ferry” –el sistema de “ferries” y lanchas de la Autoridad de Transporte Marítimo (ATM). Y cada cuento comienza con “a pesar de . . .”: a pesar de cambios, cancelaciones, insultos, esperas de 2, 3, 4 o más horas, las citas médicas, el trabajo, las escuelas, la comida, otros productos esenciales, materiales de construcción, visitas familiares y el TURISMO se logran o no, llegan o no, según las peripecias del “ferry”. Y a pesar de . . . –y no tanto como debe ser– el arte y l@s artistas continúan llegando a Vieques para trabajar y colaborar con l@s viequenses.

 Del 15 al 19 de mayo, tanto la escritora-actora-bailarina Teresa Hernández y su equipo de trabajo y la cineasta Sonia Fritz, directora de la película Mona, transitaban el mar para dar, en el caso de Teresa, su taller de gestión creativa y el performance “Bravata”, y en el caso de Sonia, presenciar la proyección y responder a las preguntas sobre su documental. A pesar de todo, el servicio improvisado de la ATM no pudo detener sus esfuerzos. 

Desde dos meses antes se anticipaba el taller y el performance de Teresa Hernández del 17 al 18 de mayo. Los anuncios comenzaron en febrero, y durante ese tiempo, ella también planificó y dio talleres tanto en Aguada como en Culebra. No obstante, reservaba el último taller para Vieques porque quería añadir el performance “BRAVATA: el comienzo de un comienzo” para terminar el ciclo con una expresión creativa muy suya y a la vez relacionada a todos los otros talleres. Como resultado, fue algo nunca visto antes en Vieques, una experiencia única e inolvidable para el público presente.

El taller de teatro, movimiento y escritura que Teresa ofreció el viernes 17 de mayo partió de conceptos de la tragedia griega clásica de hace dos mil quinientos años. Tal vez más importante es la noción del sufrimiento compartido después de desastres causados por la ambición y la arrogancia del poder, de hombres y gobiernos, también de la purgación o sanación y la reafirmación de un nexo humano común. Lo que pasó en Troya hace más de tres mil años no es muy diferente de lo que vivimos diariamente.

Yo no presencié el trabajo: fue un taller para mujeres –de auto-gestión, auto-expresión, auto-creación femenina en que Teresa introducía ejercicios de yoga, comunicación interpersonal, improvisación y elementos físicos del mar como la base de la creación en grupos pequeños de rituales: Palos de playa –“driftwood”–, los abanicos del mar y la sal. 15 mujeres –y aquí la Incubadora de Microempresas Bieke fue crucial al reclutar representantes de los grupos de mujeres de Vieques –participaban en cinco horas intensas de trabajo para forjar sus actos creativos colaborativos. 

Hablé con Teresa y con cuatro participantes después del taller. Las respuestas fueron bastante uniformes: momentos mágicos de comunicación y entendimiento, se rieron y lloraron juntas, aunque muchas se conocían antes, se reconocieron de maneras diferentes, tocaron base como viequenses que experimentan la misma doble-explotación: dos veces colonia, de Estados Unidos y (por años) su marina de guerra y también del gobierno de Puerto Rico. 

Participaron mujeres adultas; tal vez hacía falta una representación más amplia de mujeres en sus 20 y 30. Pero da la impresión que las mujeres que sí participaban querían continuar forjando relaciones que se extendieran desde la sala de conferencias del Fortín Conde de Mirasol hasta las casas y las calles de Vieques.

El próximo día, sábado 18 de mayo, a las seis de la tarde, Teresa presentó el performance “Bravata: el comienzo de un comienzo”. Según su descripción se trata de nuestra(s) isla(s) colonial(es), explotada(s) y al ritual. La crisis social y laboral junta a la sensualidad son las fuerzas que mueven esta breve pieza. El público viequense era más numeroso del esperado, y quedaron fascinados con la acción de este gesto teatral.

Teresa llega frente al Fortín en una guagua cubierta de sargazo de mar y sale vestida en un traje azul y un cuchillo grande en la mano. El cuchillo cambia de la mano a la boca y Teresa empieza a escalar la muralla colonial descubierta al lado del Fortín. Así transita buscando huequitos para los pies y manos, subiendo, bajando, medio cayéndose, dando cuchillazos a la pared y moviéndose en la dirección hacia atrás. Baja a la tierra para arrastrarse por el piso, virarse en lugar y acercar más al público con el cuchillo como arma de defensa y de agresión. Llega a la platea detrás del fortín para acostarse –¿muerta o dormida? — encima de los ladrillos y pedazos de ladrillos no utilizados en la última renovación. Despierta y se dirige al público con instrucciones de ayudarla a mover los ladrillos. Tres o cuatro viene a ayudarla, pero de pronto los ladrillos depositado en un lugar ya se tienen que mudar a otro lugar y entonces a otro y a otro, hasta llegar de nuevo al primer lugar. 

De nuevo, Teresa se cae al piso, y mientras está doblada en el suelo, lenta y difícilmente quita su traje azul –un señor dice casi a sí mismo: “No, no haga eso”. Ya vestida en una enagua verde oscura, Teresa baila con el cartílago de un pequeño tiburón en su propia boca antes de mirar al público a través de ella. Entonces agarra un carrito con bolsas de sal. Son casi cien libras en total. Teresa esparce la sal en un espacio de tres por cinco pies y se tira encima, moviéndose y dejando la huella de su cuerpo. Repite la acción moviendo y extendiendo la sal.

Se levanta y continúa amasando la sal. Entonces pide a miembros del público venir e identificar su mapa de relieve de sal. Invita a la gente hacer revisiones y ellos añaden a Mona, Vieques y Culebra. En un sentido, el performance termina en ese punto. Pero una persona del público busca la bandera “Basta Ya de los Abusos: Nuestras Vidas en Riesgo” creada por la reunión sobre la ATM más temprano en la tarde. La imagen final es la(s) isla(s) de sal y la bandera de protesta aguantada por varios miembros de público.

Casi sin palabras, Teresa Hernández creó una imagen-ritual duradera de lucha, de resistencia y de sobrevivencia colectiva. Dejó mucha huella en las conciencias de los presentes. ¡Bravo para la Bravata-Teresa!

Esa misma tarde a las 7:00 se proyectó el documental Mona, con la directora Sonia Fritz presente, en el mismo Fortín. La coincidencia de los dos trabajos no pudiera haber sido más cónsona. Los medios son diferentes, los temas son diferentes, pero las dos obras abren brechas de percepción y conocimiento. Al momento, la isla Mona se reinventa como una que no hemos conocido anteriormente y lo que descubrimos es fascinante tanto por la brillante e impecable fotografía como por el texto histórico. La película revela que la Mona de ahora fue diferente durante la época de los taínos y que ha experimentado etapas de cambios de causas naturales y especialmente humanos para llegar a su condición ambiental actual. 

Una sala llena recibió el documental que yo diría es entre los mejores trabajos de la experimentada y prolífica directora y productora Sonia Fritz. La presentación de Mona y el taller y performance de Teresa Hernández también son logros para el Fortín Conde de Mirasol que “a pesar de” todo lo difícil de Vieques continúa sus proyectos culturales para el beneficio de todos sus residentes.

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