¡A descubrir! ¡Y a fundar!: Sobre la poesía de Cristina Pérez Díaz

 

Decir que Cristina Pérez Díaz escribe como nadie aquí en Puerto Rico sería un cliché. Prefiero decir entonces que Cristina escribe como tu poeta lirico favorito. Y como tu poeta confesional preferido. Y como tu poeta de vanguardia o experimental o funky fresh predilecto. De hecho, escribe mejor que todos ellos juntos. Y para colmo tiene el descaro—y vamos, la generosidad infinita— para hacerlo en un solo tomo de 126 páginas. El libro es From the founding of the country y fue publicado por La Secta de los Perros, sello editorial bajo el cual han publicado algunos de los poetas líricos y confesionales y experimentales más respetados del país.

El libro está dividido en siete secciones y aunque yo odio las reseñas donde el crítico describe la estructura y contenido del libro, me permito hacer un repaso relámpago de los contenidos de From the founding.

El libro comienza con “La cena de la víspera” donde la autora escenifica un encuentro entre Platón, Manuel Ramos Otero, Walt Whitman, Virginia Woolf, James Baldwin, Jacques Derrida y Ramos Otero otra vez, solo que esta vez traducido al inglés por la autora. De estos, Whitman y el poeta de Manatí son los referentes-fantasmas que más se repiten a lo largo del libro. Cristina no ofrece traducciones ni del griego, ni del francés ni del inglés—porque vamos, si bien la poesía puede salvar vidas, la mejor literatura se hace así, sin salvavidas. En ese sentido, este libro es purito naufragio. Ahora bien, para efectos de esta reseña mejor quedémonos en puerto seguro. Cita la autora de Ramos Otero: “Cada isla nos seduce, nos obliga a naufragar, a llegar, llegar, llegar, a inventar un verbo nuevo.” El verbo es amar. Pero la autora opta por otros—mucho más inquietantes—en sustitución. Aquí cito de algunos poemas salteados:

 

We need a new verb, what would it be, elegy?

 

We need a new verb, what would it be, limb?

 

How we innovated!

How we cheered up!

How we exhausted!

 

En ninguna parte del libro dice “how we loved.” Pero de eso se trata el asunto. Conviene aquí recordar lo que propone el filósofo francés Alain Badiou—que yo leí en inglés—en torno al amor y el cambio radical que este provoca en quienes se aman: “What kind of world does one see when one experiences it from the point of view of two and not one?” From the founding contesta esta pregunta desde la perspectiva de dos mujeres (Josephine y la ‘yo’ de estas páginas) que se aman y que no se quieren levantar de la cama un domingo—todos los días son domingo—y que tienen la onerosa pero hermosísima tarea de fundar un país. Las restantes seis secciones, detallarán, a su manera, los pormoneres de esta gesta de la imaginación.

En la segunda sección, titulada “The Garden of Limbs,” la autora abandona el collage de la primera parte, y reúne 16 textos líricos, escuetos, algunos de los cuales leen como intrépidas declaraciones de amor:

 

Your body I will found onto the landscape.

And on the landscape a home.

And I will cut your outline and fold.

And the paper in the shape of a boat.

And I will sail you.

 

I promise endless expeditions.

Y otros vienen cargados de un sentido de pérdida o dejan asomar un duelo previo o previsto:

We begin.

Our country is plenty of us at 27.

Let us meet there: in between our ages.

I bequeath myself to the dust to grow from the grass I love.

Here we start.

On the rocky shore.

En “Sunday expeditions,” la tercera sección, los poemas no solo son más largos sino que tornan parlanchines, narrativos. Es aquí donde las amantes quedan enmarcadas en un contexto sociopolítico específico: están en el norte, Trump está en el poder, la ‘yo’ de los poemas se ha casado con alguien, un él, ante el riesgo de que lo deporten. Estos poemas brillan por su especificidad, por la capacidad de la autora de transformar los patrones y ritmos del diálogo in real life, así como del monólogo interno, en versos maravillosamente ejecutados:

Cat was sick,

She said so she could miss my Reading last night

Today morning, I replied here’s a récipe:

Two liters of wáter

One emergen-C every four hours

Go to Yoga

Rest

Use a Neti Pot

What’s a Neti Pot, she asked

I said omg it Will change your life

It’s a nose irrigator, thinking she is a rather delicate flower

I didn’t write that and the messaging came to an end

Even though I went so far as to suggest singing

Yo tampoco sabía que era un neti pot pero, santo díos, esos versos casi casi cambiaron mi vida. Es el giro, la capacidad de transformación en la poética de Cristina que le permite, de sección en sección cambiar dramáticamente su estilo y su registro sin perder el hilo narrativo. Sin que deje de ser el mismo libro.

En la cuarta sección, “The Future of dust,” el tomo toma un giro meta poético, y los poemas a su vez asumen formas más híbridas (for lack of a better word). Si en la sección anterior los poemas eran parlanchines, cotidianos, aquí la autora—se me antoja— juega con la jerga y el posturing de la academia, los estudios críticos, y los mitines de activistas académicos, que a veces le ponen de sombrero conceptos muy complejos a asuntos muy simples. Los poemas brillan precisamente porque la autora reconoce que todo esto es purito artificio y lo atiende desde el humor y la auto-conciencia:

Why did I write this poem/ instead of hitting on Josephine? What megalomaniac/ decides to found a country because she has/ fallen in love? And what does love, of all things,/ have to do with the business of founding a country?

Vuelvo a Badiou, ahora con la cita completa: “what kind of world does one see when one experiences it from the point of view of two and not one? What is the world when it is experienced, developed and lived from the point of view of difference and not identity? That is what I believe love to be.” La premisa del libro es precisamente esa: que no es tanto lo que vemos en la amada, mucho menos lo que vemos de nosotros reflejado en ella, lo que importa, en lo que concierne al amor, es cómo cambia el panorama, o más bien cómo surge un ímpetu compartido para cambiar el panorama. Hacer otro mundo.

…founding a country is not something one does by stepping into a boat and reaching a territory and erasing the bad verses. Rhyme demands so much more! Consequences ought to be anticipated! Forms should be studied! Ideas molded! Justice embraced! What kind of country do the lovers want to embrace?

La sección cinco—compuesta de un solo texto breve— es una especie de paréntesis y se titula así mismo, “paréntesis” en inglés.  Rescato el comienzo, donde Cristina, parecería profundizar en eso que decía el filósofo francés del “point of view of two and not one.” Y cito:

The lover stands still in front of a thousand/ universes: decompositon, waiting, expectation/ contemplating the landscape, lying on/ the bed, reverberating. But the lovers embark/ in countless expeditions, always in their quest of founding a country.

¡Cuánto depende de ese ‘but’, tal como si se tratara de una carretilla colorada junto a unos pollos! Una amante puede estar quieta en contemplación, y el panorama—no hay duda—es impresionante. Pero son las amantes—en plural—las que se aventuran, las que se exceden, las que se inventan que se fugan para fundar un nuevo país. Esa travesía es la que recoge la penúltima sección “To sail.” Aquí la voz poética se muestra, qué sé yo, algo cansada, o si no cansada, estropeada, y si no estropeada es simplemente que ha pasado tiempo y el trayecto es largo y duro y los verbos inventados para el amor “are depleted.” No obstante, escribe Cristina, “this is the poem and this is the time!” Con signo de exclamación al final. Aquí debo yo hacer mi propio paréntesis y decir algo alguito atrevido o provocador: Ningún otro poeta vivo en Puerto Rico pone signos de exclamación como Cristina. El libro está atiborrado de ellos. Ejemplo:

And you have breasts!

Milky breasts!

I really like it when they are erect.

 

I am erect!

I myself a jutting rock!

Where I am standing now!

From where not I turn my gaze away!

To the vast landscape!

Our country!

Our own country!

dust!

No sé apalabrar muy bien el efecto que tienen en mi como lector. ¡Pero funcionan! De la misma forma que sus cortes de línea y sus puntos finales funcionan también. Y digo más: Pocos poetas del patio versifican como Cristina. Todos leemos más o menos con la misma cadencia, el mismo flow, las mismas líneas que escribimos primero en forma de párrafo y que luego cortamos en la compu para hacerlas lucir como versos, sin pensarlo muchísimo. Esta es otra forma en que este libro representa un quiebre y un asomo hacía otra forma de escribir desde aquí. Hacia una mejor.

La última sección se titula canto primero y en efecto es en español. Y yo no sé si atribuírselo a un déficit de atención, pero cómo explicar que tardé en darme cuenta de que los dos poemas que componen la sección que cierra este volumen no son en inglés. ¿Será que el lenguaje—y aquí estoy parafraseando a la autora—no es más que un adjetivo para la voz? ¿Que este libro soñado en Brooklyn, escrito en inglés, y publicado en Puerto Rico es muestra de que, si bien la poesía es trabajo con y desde el lenguaje, el lenguaje es incidental a la poesía? No sé. Es una cosa muy loca. Y este libro es una cosa muy bella. La dedicatoria, de paso, es bellísima. Dice así: “para mi país.” Yo supongo que se refiere al país de Josephine y la ‘yo’ de estas páginas. Pero no hay nada malo con soñar que sea el nuestro también.

Texto leído en la presentación del libro en la Casa de los Contrafuertes.

 

 

 

 

 

 

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