Breves de agosto: Leave No Trace, Mamma Mia! Here We Go again, Sorry to Bother You

Aunque dos títulos me parecen atractivos en la cartelera de las salas de cine—Christopher Robin y Alpha—el resto de la oferta sigue siendo las megaproducciones (Mission Impossible, Ant-Man and the Wasp, The Meg, Mile 22, A.X.L.). Así que esta semana comento un filme que lleva tiempo exhibiéndose y dos que hacen su recorrido en los cines de Fine Arts.

Leave No Trace

(directora Debra Granik; guionistas Debra Granik y Anne Rosellini; cinematógrafo Michael McDonough; elenco Thomasin McKenzie, Ben Foster, Dana Millican Dale Dickey, Susan Chernik, Art Hickman, Jeff Kober, Alyssa Lynn, Ryan Joiner)

Este es el tercer largometraje de la directora Debra Granik quien tiende a espaciar su realización de cine independiente a casi seis años entre cada producción. Pero los resultados son extraordinarios: Down to the Bone de 2004 conquistó el Festival de Sundance y Winter’s Bone de 2010—con una Jennifer Lawrence entonces desconocida—fue ganador nuevamente en Sundance y nominado para el Oscar en cuatro categorías. Leave No Trace debe recibir la misma atención pues está en la misma (y mejor) categoría que las anteriores y del extraordinario Wind River de Taylor Sheridan del año pasado. Y no es tan solo que las historias—relatos mínimos por su encerramiento y soledad—tengan como medio ambiente geográfico lugares apartados, poco poblados o deshabitados y donde (para mi) hace un frío insoportable, sino que con mínimo de diálogo logran captar la esencia de estas mujeres, hombres y adolescentes.

Lo imponente de principio a fin es la grandeza y tupidez de la naturaleza que puede ofrecer protección, proveer los elementos básicos de supervivencia y, a la misma, hacer desaparecer a aquellos que intentan destruirla. Esto es algo que Will reconoce de inmediato cuando decide abandonar los espacios civilizados y adentrarse en el bosque con Tom, su hija de 13 años. Le enseñará los secretos de vivir en espacios abiertos sin ser vistos ni tener necesidad de contacto humano. Pero como seres humanos adaptados a otro medio ambiente, sí habrá libros y conocimiento de todo lo que les rodea y cómo subsistir en cualquier ocasión que se presente. Y quiéralo o no, habrá que conseguir dinero para provisiones a las que los humanos están acostumbrados y que la naturaleza no provee.

En dos momentos serán forzados a compartir en sociedad, aceptar reglas estipuladas por otros a cambio de un techo y comida asegurados y establecer lazos afectivos con extraños. Pero Will ya ha renunciado a lo que su sociedad insiste en ofrecerle como si fuera progreso: ser soldado, herir, matar, bombardear a un enemigo desconocido; regresar a lo conocido para darse cuenta que ya no tiene vínculos con ello; aceptar ser medicado como una manera de reintegrarse a lo familiar; aislarse con la esperanza de encontrar quién es y por qué todavía sigue con vida. Las actuaciones son de primera tanto de los protagonistas, Ben Foster (Hostiles, Hell or High Water) y Thomasin McKenzie (la joven zelandesa) como de los que intervienen con ellos (trabajadora social, proveedor de empleo, educador) o sencillamente los que ya se han convertido en mediadores de la naturaleza.

Mamma Mia! Here We Go again

(director y guionista Ol Parker; autores Richard Curtis, Ol Parker, Catherine Johnson, Judy Cramer; cinematógrafo Robert D. Yeoman; elenco Amanda Seyfried, Lily James, Alexa Davies, Jessica Keenan Wynn, Julie Waters, Christine Baranski, Pierce Brosnan, Colin Firth, Stellan Skarsgård, Andy García, Jeremy Irvine, Hugh Skinner, Josh Dylan, Dominic Cooper, Cher, Meryl Streep)

Aunque al principio pensé que esta secuela tenía muy poco que decir/cantar que no hubiera pasado en la original de 2008, sí me sorprendió que a pesar de llevar más de un mes en cartelera en los cines comerciales, las salas siguen llenas de un público intergeneracional que ríe, canta e interactúa con los personajes y, por supuesto, con las canciones de ABBA. Ol Parker, el director y guionista, no intenta seguir los pasos de la anterior directora, Phyllida Lloyd (The Iron Lady de 2011) que supo adaptar el musical al cine sin problemas pero que no estaba dispuesta a crear una nueva historia con los mismos personajes. El lugar de encuentro sigue siendo el mismo, la isla griega de Kalokairi, varios años después y ahora Sophie preparando una gran fiesta para celebrar el éxito de su restaurante. Aunque vienen las dos mejores amigas de Donna, Rossie y Tanya, sus otros dos padres, Harry y Bill, ya han avisado que estarán ausentes. Sky, el esposo de Sophie, se encuentra en Nueva York, quizá con miras a establecer negocios.

Como esto no es suficiente tela para un largometraje, el presente se entrecruza con el pasado de Donna en 1979, su graduación, sus grandes y fieles amigas, su iniciativa de ver mundo, su recorrido por grandes ciudades europeas y su llegada a Kalokairi y, por supuesto, su encuentro con los tres hombres que cambiarían su vida. Y, a pesar de que uno de los personajes principales no es parte de la trama, el filme sigue vibrando haciéndonos reír y cantar a pesar del presente absurdo que nos ha tocado vivir.

Sorry to Bother You

(director y guionista Boots Riley; cinematógrafo Doug Emmett; elenco Lakeith Stanfield, Tessa Thompson, Jermaine Fowler, Omari Hardwick, Terry Crews, Kate Berlant, Michael X. Sommers, Danny Glover, Steven Yeun, Armie Hammer, Robert Longstreet)

Esta comedia negra (“dark comedy”) está siendo comparada a Get Out (2017) de Jordan Peele por ser una producción independiente, dirigida y escrita por un afroamericano, e integrar elementos conocidos para crear un estilo propio. Me parece que este tipo de mercadeo no le hace justicia a Sorry to Bother You ya que lo que pretende contar Get Out es totalmente diferente. Peele usa la comedia y las situaciones absurdas para crear un ambiente de terror para cualquier individuo que se encuentre en una encerrona como la narrada. El filme de Boots Riley va en otra dirección donde las escenas son estampas acartonadas, diálogos que mezclan temas mixtos que pueden o no conectarse, fantasías muy difíciles de aceptar ya que no hay desarrollo de personajes o situaciones.

El filme tiene sus aciertos como stand-up comedy, uso y desuso de la cinematografía tradicional y experimental con ángulos sorprendentes—casi todo en close-ups—juego de colores, velocidades. Los personajes se reducen a caricatura (excepto Squeeze, interpretado por el actor surcoreano Steven Yeun) para así resaltar sus discursos y crear un mundo alterno a la realidad. Por eso el vestuario del protagonista, Cassius Green, y de su novia, Detroit, se presenta como otro tema para que los personajes comenten y entiendan lo absurdo de sus acciones. Considero que la premisa y los chistes fáciles se extienden demasiado y el enlace que se busca llega bastante tarde y resulta anticlimático. La repetición de escenas, diálogos y encuadres también detienen el ritmo del filme y le quita el dinamismo que pudo haber tenido con un buen guión como—“sorry” por comparar—Jordan Peele y Spike Lee.

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