Especial para En Rojo
Como la obra de Neruda y Vallejo, autores que, según su propia cuenta, lo acompañaron en la formación de una poética, la del dominicano Norberto James Rawlings (1945-2021) muestra diversos acentos. En sus primeros libros: Sobre la marcha (1969) y La provincia sublevada(1972), resuena el hablante que se propone hacer visible la cotidianidad del sujeto de a pie para registrar así su existencia política. En el resto de su producción sobresale el tema de los afectos y la nostalgia del Santo Domingo que pudo haber sido. Nacido en Ingenio Consuelo, cuna de la industria azucarera de la región oriental de la isla hermana, el poeta proviene de una familia con raíces en Jamaica, Trinidad, Saint Kitts y el sur de los Estados Unidos. Estos detalles de su historia personal hablan de la “antillanía subterránea” que subraya Édouard Glissant como propia de los hijos del Caribe, fruto de los múltiples contactos entre islas. La mirada utópica es una constante en la obra de este inmenso autor sorprendentemente poco conocido fuera de su tierra natal. En sus libros es patente la marca de una vozque apunta a la esperanza como motivo fundamental. Como el antiguo arte de los “griot”, los venerados relatores del África occidental, la poesía de Norberto James Rawlings se orienta hacia una tarea de comunicación tan política como profundamente humana.
XVI
Yo no soy un extranjero más.
Soy sencillamente uno de ustedes
con
la mínima diferencia
de los libros subrayados
con una sonrisa
brevemente trazada.
En mí
-como en ustedes-
no hay paz
solo la insistente y milenaria
angustia que heredamos
solo el aprendido miedo a las
palabras
que
sobre la marcha
vencemos.
(Sobre la marcha, 1969)
XI
Yo no tuve libros
ni bicicleta.
Toda la poesía de los días
logré captarla
en difusos colores
de lápices ajenos
solo fue mía
la temprana edad de lo triste
la antiquísima soledad del hombre
las tibias noches del puerto
la sal marina
la brisa
y un incansable amor a la vida
y a la música que la hace posible.
Yo para mis sueños
no tuve protección suficiente
y como hojarasca
rodaron muchos anhelos.
(Sabor de almendra tierna tuve
por muchas horas).
La angustia
fue como ineludible signo heredado
la soledad marco permanente
de toda alegría en asomo.
(La provincia sublevada, 1972)
Sparks Street
En el poema se consigna que una
mañana de nieve el anciano poeta
dobló por Craigie Street, tentando
aceras y paredes con su cansada
sombra. A pocas cuadras, montan
protesta jóvenes estudiantes,
mientras algunos intelectuales se
mesan la barba y acarician
volúmenes usados de Nietzsche y
Ginsberg. Más adelante, en la
penumbra de Memorial Drive, el
verde y circular trillo de las ardillas,
los rizos del río con sus atletas, pinos
y sicomoros, la luz chata,
escasamente habitual y la extensión
de la tarde. Todos exigen lugar en
este poema, mientras en la acera
opuesta en Brattle Street, como cada
día, yo doblo por Sparks Street,
navego las profundidades de su
silencio evocando y rumiando los
versos que he de escribir.
(La urdimbre del silencio, 1999)
Lección
Observa hijo cómo rasguña
el mar las orillas de la playa
cómo a dentelladas húmedas
impone su reino salobre
Cuando canta el mar
se embriaga de sol la brisa
se cuela su música amarga
entre blancas cortinas de agua
y construye la distancia
con invisibles partículas
de transparencia diurna.
(Patria portátil, 2004)