Editorial: Bahía de Jobos: un tesoro natural en manos de mercaderes y corruptos

La primera cabeza en rodar fue la del  secretario del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales, (DRNA), Rafael Machargo, quien ya poseía un historial nefasto al mando de dicha agencia.

Es  insólito lo ocurrido con el asunto de los daños ambientales y las construcciones ilegales en los terrenos de la Reserva Natural de Bahía de Jobos en Salinas. Algunas informaciones datan los problemas a 10 años, otras dicen que persisten desde hace cerca de 35, y otras que comenzaron con la mismísima colonización americana en el año 1898. Como sea, es el típico caso de cómo una burocracia inepta puede dejar perder un tesoro ecológico por pura inacción. También es el caso típico de mercaderes inescrupulosos que actuando en desprecio a la ley se apropian impunemente de bienes que nos pertenecen a todos.

Ninguna de las instancias gubernamentales de Puerto Rico y Estados Unidos, con el poder para detener el atropello en la Bahía de Jobos, lo ha detenido. Ni los sucesivos gobiernos de la Isla, ni las agencias federales concernidas, ni el municipio de Salinas. Ni por separado ni juntos han tenido la visión y la voluntad para detener el asalto brutal de las peores prácticas desarrollistas en dicha reserva natural, daño que puede evidenciarse claramente en las fotos aéreas que han sido difundidas en los medios de comunicación. Descrita en forma simple, la situación en la Bahía de Jobos es la siguiente: por décadas, personas inescrupulosas- con recursos económicos, conexiones políticas y contactos en las agencias del gobierno- han ido comprando o invadiendo  terrenos de la bahía, construyendo viviendas y otras estructuras, consiguiendo- ya legalmente o mediante fraude- los permisos de construcción y uso correspondientes, las conexiones de utilidades ( agua, energía eléctrica, internet, cable tv) y todo lo necesario para montar allí una mini villa de recreo, playa, pesca, botes, y sabe Dios qué más, en medio de los manglares más bellos y necesarios de toda la zona del Caribe. La construcción más reciente es un parque para casas móviles, con todas las facilidades necesarias para un fin de semana de recreación. Además de las ilegalidades que hayan podido cometerse al invadir terrenos del Estado, levantar construcciones y conseguir los permisos y las conexiones para utilidades en una reserva natural protegida, dichas personas inescrupulosas han cometido también otros delitos de tipo ambiental, como la tala indiscriminada de árboles, el relleno de los manglares, el depósito de desperdicios sólidos en un área protegida, y hasta la construcción de un muelle para botes.

Sin embargo,  después de que por  tantos años los gobiernos “patearan la lata” con las violaciones de ley en Bahía de Jobos, no es hasta ahora que el escándalo se enciende y pone a correr a todo el mundo, tras la denuncia documentada de la representante Mariana Nogales del Movimiento Victoria Ciudadana (MCV), y la intervención del activista ambiental Eliezer Molina con los dueños de casas móviles que acampaban en el lugar. La primera cabeza en rodar fue la del  secretario del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales, (DRNA), Rafael Machargo, quien ya poseía un historial nefasto al mando de dicha agencia. La nueva secretaria interina del DRNA se apresuró a establecer el punto de que en Bahía Jobos se han cometido crímenes ambientales. Otras dependencias gubernamentales también han despertado del letargo: el Departamento de Justicia dice que investigará, la Legislatura también investiga y hasta el Fiscal Federal ha dicho que su oficina está interesada en intervenir en el asunto.

El  problema es que la intervención de los gobiernos para defender la Reserva de Bahía de Jobos ha tardado tanto que ha permitido que crezca desmesuradamente en su entorno una espesa y confusa madeja de intereses creados y corrupción. Este es un gran pulpo, con tentáculos abarcadores, por lo cual desenredar la madeja, identificar los violadores de la ley  y llevarlos ante la justicia implicará tiempo, dinero y los recursos económicos necesarios para realizar una investigación que permita presentar un caso robusto ante los tribunales. En otras palabras, habrá que tomar acciones firmes y valientes, lo cual nunca ha sido el fuerte de los gobiernos de Puerto Rico. Solo así la naturaleza de la Reserva podrá rehabilitarse completamente, lo cual requerirá demoler las estructuras construidas en sus terrenos, sembrar nuevos árboles, y limpiar el relleno del mangle para que vuelva a ser humedal.

Puerto Rico tiene muchos tesoros naturales únicos, como lo es la Reserva de la Bahía de Jobos en Salinas. Pero la trayectoria de los gobiernos de nuestro país deja mucho que desear por su inacción ante los perpetradores de crímenes ambientales, quienes operan en total impunidad amparados en su poder económico y conexiones políticas. La Reserva de la Bahía de Jobos le pertenece al pueblo de Puerto Rico, y como pueblo estamos llamados a defenderla. No tendremos país del futuro sin el equilibrio natural adecuado, y tampoco permitiendo que  nuestros recursos naturales sigan cayendo en manos de mercaderes y corruptos.

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