En Reserva: AOC y Ta-Nehisi Coates frente a frente

 

 

Especial para En Rojo

Hoy, sentado frente al monitor, el algoritmo me devuelve un video como recordatorio pulsante. Ta-Nehisi Coates, escritor estadounidense, entrevista a Alexandra Ocasio-Cortez, la congresista del Bronx, como parte de la celebración de natalicio de Martin Luther King Jr., en el 2020. Ambos de negro, él aparece ataviado con una sudadera con capucha y pantalones de mezclilla, un guiño al fenecido Trayvon Martin, mientras ella le hace frente con un conjunto de blazer y falda, que, como el negativo de una foto, evoca al que vistió Lolita Lebrón aquel 1 de marzo de 1954, cuando a punta de metralla, desafió al Congreso estadounidense.

La histórica iglesia de Riverside, en Harlem, sirve de escenario para el junte, y el dúo discute temas centrales a las luchas políticas y sociales de las comunidades negras y latinas en los Estados Unidos. Juntos conversan, entre otras cosas, sobre el precario sistema de salud estadounidense, la pobreza rampante que atraviesan distintos sectores de la ciudadanía y los efectos del cambio climático en comunidades marginadas. Aquellas que, sin haber contribuido significativamente al calentamiento del planeta, sufren con creces sus efectos.

También hablan de Puerto Rico, de la última colonia. Coates invita a la congresista a ofrecer un cuadro del estado de la isla luego del embate del huracán María, en el 2017. Además, la insta a que describa los daños físicos y emocionales tras los terremotos de diciembre de 2019 y enero de 2020. La invita a opinar sobre la respuesta del Gobierno federal a las crisis humanitarias desatadas. Ella no flaquea en vincular la inacción gubernamental con la relación colonial entre Puerto Rico y los Estados Unidos. Insiste en que la indiferencia del Gobierno trumpista ha dejado una huella nefasta en la psiquis colectiva de nuestro pueblo. Esto sin dejar de subrayar la vulnerabilidad física de nuestra infraestructura energética y las condiciones paupérrimas en la que aún viven miles de puertorriqueños. Sin amagues, explica cómo la resistencia del Gobierno federal a ofrecernos un trato digno, cónsono con los derechos delineados por la Constitución norteamericana y por la Declaración de Derechos Humanos, ha resultado en la adquisición de una visión de mundo teñida por un filtro de ansiedad e inestabilidad colectiva. En resumidas cuentas, que el país hoy vive en un estado de incertidumbre perpetua. Este estado, explica Ocasio-Cortez, es el mismo que se manifiesta individualmente cuando no se cuenta con seguro médico ni vivienda ni con un sistema de educación eficiente ni con un sueldo digno ni con instituciones públicas que sirvan de apoyo durante un evento catastrófico. La congresista termina su intervención describiendo la situación precaria que caracteriza la vida del puertorriqueño, sujeto colonial, que, en su defecto, surge como ciudadano americano de segunda clase.

Coates le sigue el paso comparando la encrucijada de nuestro pueblo con la experiencia de la comunidad afroamericana en los Estados Unidos. Destacó cómo los sistemas policial, judicial y penitenciario, cuyos esfuerzos parecen estar enfocados en la regulación de cuerpos negros, trabajan como línea de ensamblaje para también producir ciudadanos de segunda categoría. El paralelo establecido por Coates acaba marcando uno de los puntos de inflexión de la entrevista. Aquí el autor y la congresista parecen tomar parte de un juego especular: Ta-Nehisi se ve reflejado en la historia y lucha de Alexandra y ella reconociéndolo le devuelve el saludo.

Ya una versión truncada de otro juego de espejos fue alegorizada por José Luis González en el cuento, “En el fondo del caño hay un negrito”. En una relectura, la muerte del negrito Melodía nos advierte lo incapaces que somos para reconocer nuestro propio reflejo. El censo del 2010, otro espejo, mostró que más de tres cuartas partes de la población puertorriqueña en la isla se identificó como blanca. Si bien el censo del 2020 reportó que la cantidad de personas que se identificaron como solamente blancas bajó de 75.8 % a 17.1 %, todavía hay mucho por hacer para asumirnos como un país afrodescendiente. Nos encanta establecer vínculos hispanófilos, que le dan la espalda a la violencia de la conquista y explotación de mano de obra indígena y africana durante la colonización del Caribe. Ni decir que todavía miramos con embeleso al americano de allá fuera. Hoy, en pleno 2022, hemos avanzado, pero poco, y vernos reflejados en la historia y las luchas de las comunidades afrodescendientes sigue pareciendo cuesta arriba.

A veces, también nos cuesta reconocernos en la diáspora puertorriqueña, que vive volcada hacia la isla, pero cuya identidad nunca parece alcanzar el límite de lo “boricua”. Hablo de esas tías, primos, amigos, hermanas e hijos que parecen vivir suspendidos en la nostalgia, en ese viaje del no regreso entre la isla y los Yunaited Esteits. Por eso, aunque sea por un rato, da gusto volver ver a Ta-Nehisi frente a Alexandra, dos millenials modelando la complicidad que debería existir entre nuestras respectivas comunidades, expandiendo lo que significa ser negro y puertorriqueño. Da gusto verlos reconocerse, saludarse y celebrarse, como el negrito Melodía. Verlos juntos, por un rato, pensando atenta y detenidamente mundos posibles y probables.

 

 

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