En el 2019, dos años después que el huracán María derrumbara la totalidad de nuestro sistema eléctrico, y tras la aprobación de la Ley 17 de ese año, Puerto Rico se comprometió a satisfacer sus necesidades energéticas con energía proveniente en un 100 por ciento de fuentes renovables para el año 2050.
Hoy, casi cinco años más tarde, el avance de dicho objetivo está seriamente retrasado, y el gobierno de Puerto Rico, en acuerdo con -o quizá forzado por-la dictatorial Junta de Control Fiscal, ha dado paso a un caótico proceso de privatización de nuestro sistema eléctrico, a manos de dos compañías privadas extranjeras, LUMA Energy y New Fortress Energy, ambas operadoras principalmente de gas natural. A la subsidiaria de New Fortress creada especialmente para Puerto Rico, con el nombre de Genera PR, se le contrató para la generación de energía y la conversión de nuestras plantas a gas natural, mientras su compañía matriz opera un terminal de dicho gas licuado en la Bahía de San Juan. Una especie de monopolio sin declarar del gas natural como combustible preferido para la tan cacareada y poco confiable, transformación de la red eléctrica de Puerto Rico.
¿Cómo armoniza esta decisión con la ley que mandata alcanzar el objetivo de producir el 100 por ciento de energía en Puerto Rico de fuentes renovables para el año 2050? Sencillamente no armoniza. Impulsar el desarrollo de una gigantesca operación de gas natural licuado en San Juan y áreas limítrofes, no solo es contrario al objetivo de la energía renovable, sino que tiene el efecto de continuar profundizando nuestra dependencia de combustibles fósiles para generar energía, que son malos para el ambiente y la salud de nuestra gente, y con un enorme potencial de riesgo de destrucción.
Además, lo del terminal de gas se complica más porque New Fortress pretende ahora que atraquen supertanqueros de gran tamaño en nuestra Bahía para, desde alli, diz que «garantizar» el almacenamiento y flujo estable del gas licuado a través de las líneas submarinas hacia las plantas. El gobierno de Puerto Rico ha dado curso al dragado de la Bahía para ampliar el calado que facilite el anclaje de los supertanqueros. Esto es prueba de que nuestros gobernantes viven de espaldas a los mejores intereses de Puerto Rico, porque es incongruente reparar un daño con otro daño y engañar a nuestro pueblo con mentidas soluciones energéticas que solo beneficiarán a los mercaderes de combustibles fósiles y continuarán perjudicando la salud de la gente y del medioambiente, y colocando a la población de las áreas aledañas al terminal a riesgo de plotenciales explosiones o escapes de gas.
El metano es el principal componente del gas natural. Es un sub producto de la extracción de combustibles fósiles, y una fuente de contaminación y calentamiento de la atmósfera 80 veces más poderosa que el bióxido de carbono. Por lo cual, tanto el petróleo como el gas natural son dos de las principales fuentes mundiales de emisiones de metano a la atmósfera, según datos de la Agencia Internacional de Energía.
Por su parte, y bajo fuerte presión internacional, el gobierno de Estados Unidos se comprometió a reducir sus emisiones de metano en un 80 por ciento para el año 2038. Pero ya conocemos su trayectoria de prometer y no cumplir. ¿Cómo podrían hacerlo si, precisamente en 2023, Estados Unidos se convirtió en el principal exportador de gas natural en el mundo, por primera vez sobrepasando a Australia y Qatar, sus dos principales competidores?.
O sea que, mientras por un lado Estados Unidos dice apostar a un futuro de energía renovable, y aparenta concurrir y liderar la agenda climática que busca reducir las emisiones tóxicas a la atmósfera y combatir el calentamiento global, por el otro efectivamente lidera en el uso y tráfico de petróleo y gas natural, principales combustibles contaminantes que provocan el calentamiento de la atmósfera. En resumen, las mejores palabras e intenciones chocan ante el empuje violento de los mercados de combustibles fósiles. Mientras tanto, Puerto Rico, sujeto colonial de Estados Unidos, solamente representa un minúsculo mercado cautivo más en el rejuego internacional para dominar las fuentes y el desarrollo de la energía en el mundo. Esto es lo que está detrás de los inaceptables supertanqueros de New Fortress Energy, y de todo el caos, las pugnas y la improvisación que se esconden bajo el manto de la reconstrucción energética de Puerto Rico.
Afortunadamente, las comunidades aledañas a New Fortress cuentan con un liderazgo maduro, bien preparado y listo para dar las batallas que haya que dar para desenmascarar a los mercaderes de la energía sucia y peligrosa, defender la salud y la seguridad de nuestra gente y medioambiente, y, sobretodo hacer valer el derecho de nuestro pueblo a contar con fuentes de energía limpia y renovable como base del futuro desarrollo de nuestro pais.