Entre testimonios, información actualizada y música, las personas presentes reconocieron las contrariedades que enfrenta la hermana nación
Especial para CLARIDAD
El pasado viernes, 8 de mayo, el Comité de Solidaridad con Haití convocó un acto de solidaridad en pro de Haití, por las distintas problemáticas que asedian al país caribeño. El encuentro comunitario, que se dio en la Placita Roosevelt, contó con dos carpas informativas, una proyección de imágenes de la situación y una bomba caribeña dedicada a La Española occidental.
En la actividad, el Comité repudió la posible solución a la crisis haitiana, propuesta por la comunidad del Caribe (CARICOM) y apoyada por otros países, como Bangladesh.
“El gobierno de El Salvador volvió a manifestar que podía enviar tropas, ofrecimiento que había hecho desde enero. No hay que olvidar que los países que mueven sus ejércitos para conformar la intervención extranjera reciben cientos de miles de dólares por esa gestión”, denunció Magali Millán Ferrer, portavoz de la organización.
Por su parte, el doctor Paul Latortue advirtió sobre los preparativos que EE. UU. acomoda en Haití. De acuerdo con Latortue, más de 100 vuelos equipados y listos para entrar esta semana, ingenieros y otras muestras auguran la anticipada intromisión imperial.
“Esto está en marcha. No hay soldados todavía, pero los preparativos están”, aseguró Latortue.
De igual forma, el doctor Latortue recordó la aportación de la comunidad cubana en Puerto Príncipe, además de la contribución médica de Cuba, país al que considera que “se entiende bien con Haití”. En esa línea, Latortue mencionó que “el contacto con Haití ayuda al puertorriqueño a reconocer su caribeñidad”.
En la representación artística, el grupo Paracumbé tocó al ritmo de la bomba puertorriqueña y caribeña. Siete integrantes, cuatro percusionistas, un coro variado e intérpretes de bomba avivaron la plaza pública. El grupo, dirigido por el profesor Emanuel Dufrasne González, recalcó la precariedad que encara el pueblo haitiano, a 220 años de su independencia.
“Con tristeza de ver cómo una gente que tanto lucha por el bienestar de su país, sea el gobierno su peor enemigo. Que no permite que haya las mínimas condiciones de calidad de vida que debe haber en cualquier país del mundo”, manifestó Nelie Lebrón, cantante del grupo musical.
Los tambores unen al Caribe, de acuerdo con Lebrón, también profesora en el Conservatorio de Música. En toda representación de bomba, cuenta la voz del grupo, se da un “diálogo” entre el instrumento y el bailador. La dinámica entre los movimientos del intérprete y las manos del tambor agudo crean este diálogo. Piezas como “Mamá, cuídame a Belén”, “Palo e’ bandera” y otras canciones del repertorio de Paracumbé.
“Paracumbé se dedica, mayormente, a rescatar canciones de la tradición de la bomba […] cuando nos preguntan en qué idioma ustedes cantan, pues no sabemos porque el idioma se ha perdido con el tiempo”, reveló la profesora Lebrón, quien trabajó más de 40 años en la docencia. De estas piezas, el grupo presentó una en honor al atribulado pueblo de Haití.
Otro de los ritmos expuestos por Paracumbé guarda relación con el merengue moderno, como se escuchó en la pieza “Haití, L’Isle Magique”. El coro, un poema en creole que destaca las bellezas de Haití, fue refinado por el acordeón y la percusión del reconocido grupo.
Como parte del esfuerzo de concienciación, una de las carpas vendió copias del libro del arquitecto Edwin Quiles, “El haitiano que hablaba inglés”. La historia, que forma parte del Proyecto Sembrando Esperanza, narra la experiencia de Quiles durante la construcción de la Escuela Solidaritè en el municipio de Leogane, que queda a dos horas de Puerto Príncipe.
“Sembrando la Esperanza en la Niñez Haitiana se estableció en el 2013 y consiste en proveerle alimentación a más de 500 estudiantes que actualmente asisten a la escuela, la cual inicialmente contaba con 300. Esto lo hacemos debido a las condiciones de empobrecimiento del país y el riesgo de desnutrición de la matrícula escolar”, reza el documento de la iniciativa del Comité, que inició luego del terremoto devastador de 2010
Con donaciones anuales de distintos pagos, el proyecto subsidia sus esfuerzos por aliviar las problemáticas que se ciernen sobre Haití, un país rico en minerales y gente que, actualmente, vive sumida bajo un abuso que ha cobrado, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más de 2,500 vidas.