Filiberto y el 23 de septiembre

La celebración del Grito de Lares ha sido un reconocimiento al movimiento independentista de los pueblos desde el histórico 1868 hasta que Pedro Albizu Campos lo convierte en la celebración de la patria en la década de 1930. Ese es precisamente el principio y la continuidad del documental Filiberto de Freddie Marrero Alfonso que enriquece nuestro caudal histórico al sumarse a 1950, la Insurrección Nacionalista de José Manuel Dávila Marichal. Este hermoso y muy sentido filme ha sido aclamado por el público y mereció el Premio al Mejor Documental en el prestigioso Havana Film Festival in New York (HFFNY) que la colega María Soledad Romero cubrió en ediciones pasadas de En Rojo. También fue seleccionado para representar a Puerto Rico en la 5ta edición del Premio Iberoamericano de Cine Fénix en Ciudad de México en noviembre de este año.

Aunque este es el primer documental largometraje dirigido por Freddie Marrero su historial es admirable para un joven cineasta. Es graduado de producción cinematográfica de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) en San Antonio de los Baños en Cuba y luego productor del excelente documental de 2017, Nuyorican Básquet de los realizadores  César Torres y Ricardo Olivero Lara. También ha dirigido o co-dirigido el mediometraje, “Aljuriya” (2004) y los cortometrajes “Secesionismo” (2008) y “Flor de María” (2010). Como productor una de las tareas más retantes es conseguir los fondos necesarios para llevar a cabo el filme propuesto. Desde hace varios años el “crowdfunding” ha sido una gran ayuda ya que lo convierte en un proyecto colectivo de individuos interesados y no hay deuda pendiente. Pero esto casi siempre constituye de 10% a 25% del costo total. En el caso de Filiberto aparte de donativos de la Fundación Francisco Manrique Cabrera (haciéndole honor al pensamiento de este gran profesor de la Facultad de Estudios Hispánicos) y de aportaciones en servicio de PJ Gaffers, Zoom Ideal y LaserFilms, dependieron de préstamos del Programa Ibermedia. El litigio contra lo que antes era la Corporación de Cine—ya que el proyecto fue sometió y aprobado hace más de seis años—para que cumpliera con el financiamiento inicial que le había otorgado fue uno de los obstáculos principales para su realización y exhibición ahora. Quizá casi sin proponerlo este es el mejor momento para reafirmarnos como puertorriqueños con una historia de activismo y resistencia que a través de los años la oficialidad ha querido borrar o falsear.

Desde su comienzo Filiberto nos ubica en ese 23 de septiembre que puso fin a una vida entregada a la lucha por la liberación de la patria. Nos transporta a ese 2005 a través de los noticiarios que cubrieron esa tarde, noche y luego al otro día cuando se confirma el asesinato. El operativo del F.B.I., que dejó fuera de jurisdicción a todo el gobierno de Puerto Rico, confirmó el poder que ejerce el gobierno de los Estados Unidos y sus agencias de “inteligencia” y represión cuando deciden que alguien es un enemigo de su país. De este trágico suceso nos transportamos a otro pasado, el del naguabeño Filiberto Ojeda que desde muy temprano se destacó en la música popular con su dominio de la trompeta. Así nos cuenta el conocido comediante y también destacado cantante y percusionista, Shorty Castro, en entrevistas ilustradas con fotos de época y música del momento. Nos informa Freddie Marrero que José Enrique Ayoroa Santaliz fue su fuente principal para este importante segmento del documental. Ojeda Ríos pudo haber hecho su carrera como músico pero optó por hacer la lucha independentista su razón de vida.

A través de sus compañeros de lucha tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos—Elizam Escobar, Hilton Fernández Diamante, Juan Segarra Palmer quienes también fueron arrestados, acusados y encarcelados—sabemos de los grupos de lucha que Ojeda Ríos organizó: Movimiento Independentista Revolucionario Armado (MIRA), Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), Ejército Popular Boricua (Los Macheteros). Escuchamos y vemos a través de la cobertura de la prensa—escrita, televisiva y radial—los diferentes operativos en que estuvo involucrado. Y, por supuesto, se destaca las dos instancias que vivió en el clandestinaje: 1970-1985 y 1990-2005. El poder desaparecer de la mirilla pública y la persecución de agencias federales y locales por tanto tiempo seguido y seguir trabajando hacia la realización de sus ideales es lograr una imposibilidad en este mundo tan vigilado en que vivimos.

El documental detalla el arresto de Ojeda Ríos y otros compañeros en el operativo del 30 de agosto de 1985; la defensa armada que sostuvo en su casa de Luquillo; las acusaciones en la corte federal de Puerto Rico por supuestamente agredir a los agentes del F.B.I.; el argumento de defensa propia presentado por sus abogados (Luis Abreu Elías, Linda Backiel y otros); la determinación del jurado puertorriqueño de absolverlo. El realizador presenta todos estos hechos con una inmediatez que nos parece estarlo presenciando al momento.

Aunque la selección de entrevistados y la edición de sus intervenciones es el hilo conector y la base emocional de las diferentes etapas de la vida de Ojeda Ríos, destaco cinco de los muchos que compartieron sus historias en el documental. Gloria Gerena, madre de Víctor acusado de ser el autor del robo del camión de Wells Fargo en West Hartford, Connecticut en 1983, quien muy abiertamente habla del amor y apoyo a su hijo para cambiar la imagen del villano que los federales lanzaron; el irlandés Joseph Doherty quien comparte prisión con Ojeda Ríos y a quien ve como solidario de su propia lucha como anteriormente lo vio Albizu Campos; Richard Harvey y Ron Kuby, agentes federales que fueron parte del operativo de 1985 y de la continua vigilancia de los Macheteros y que sorpresivamente se expresan muy cándidamente sobre los hechos ocurridos. El quinto entrevistado es Hilton Fernández Diamante quien no solamente narra los hechos con detalles por ser parte del grupo del 30 de agosto y haber sido encarcelado por cinco años, sino que nos da una mirada desde adentro de alguien que continúa la lucha de Filiberto Ojeda Ríos.

Ese 23 de septiembre de 1868 que inició el Grito de Lares, con el tiempo se convierte en símbolo de la declaración de un Puerto Rico libre y soberano y Pedro Albizu Campos lo declara un peregrinaje obligado para unir fuerzas y continuar la lucha por la independencia de la patria. Como tan elocuentemente expresan los entrevistados, las imágenes y las voces de los integrantes de Filiberto, Filiberto Ojeda Ríos vuelve a rescatar esta fecha y lugar con sus acciones, discursos y combatividad. ¡Celebremos!

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