La elusiva conciencia colectiva en la comunicación política de Borinquen

Reseña del libro

Comunicación Política en Puerto Rico: Primera antología de ensayos, investigaciones y críticas

Maximiliano Dueñas Guzmán
Especial para En Rojo

Imaginémonos una conversación en torno al periodismo nacional entre Eugenio María de Hostos, Antonio Pedreira y Sandra Rodríguez Cotto. Hostos afirmaría “la única vez que… podemos a punto fijo saber… lo que es razón común, lo que es conciencia colectiva, es cuando vemos exteriorizadas en las hojas del periódico esas fuerzas” (La moral y el periodismo). Pedreira Pizarro haría un gesto de asentimiento y añadiría que su historia de la prensa boricua ha revelado que “Es en nuestra prensa donde mejor quedó exprimido el jugo de la conciencia colectiva” (Insularismo). Rodríguez Cotto haría un gesto de desacuerdo y argumentaría: “la realidad es que los medios en Puerto Rico se presentan como negocios, y como tal, alegan tener independencia de criterio, pero eso no es cierto. Lo que prevalece es un clima ideológico dominado por las estructuras políticas y económicas que dicta el gobierno de turno” (https://issuu.com/revistacruce/docs/puerto_rico-_cultura_politica_y_procesos_electoral).

¿Cómo entonces, a la luz de estas divergentes perspectivas, debemos pensar el desempeño del periodismo o la comunicación política en nuestra historia y actualidad? Este es el dilema que se aborda en el libro Comunicación Política en Puerto Rico: Primera antología de ensayos, investigaciones y críticas.

La antología, publicada en el 2024, consiste en nueve aportaciones por practicantes y académicos del periodismo político en el archipiélago boricua. Los dos editores—Federico Subervi Vélez y Ángel Israel Rivera Ortiz—contribuyen seis capítulos adicionales para contextualizar y profundizar las nueve aportaciones. En su conjunto, los quince capítulos del libro representan una seria provocación para pensar las imbricaciones de los medios de comunicación masiva, la internet y las redes digitales con el poder político en Puerto Rico. Esta antología se puede pensar, entonces, como un conjunto de propuestas y emplazamientos para entrar en la desatendida labor intelectual y cívica de desentrañar la comunicación política borinqueña. Y, en su conjunto, las diversas aportaciones ilustran que pensar la comunicación política en Puerto Rico exige pensar sobre el poder en el contexto del colonialismo.

La misma génesis del libro es reveladora del contexto colonial de la comunicación política en nuestra nación-colonia. En el prefacio, Subervi Vélez nos narra que la idea del libro nació cuando él era estudiante de bachillerato en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras, hacia finales de la década del 1960. Nos relata que entre sus múltiples inquietudes sobre las contradicciones que florecían en esa época, se preguntaba ¿por qué no hay libros sobre la historia y economía política de los medios de comunicación en Puerto Rico?

Los dos editores de la antología nos proveen varias contextualizaciones para aquilatar y comparar la multiplicidad de análisis, investigaciones y críticas a la comunicación política que conforman esta compilación. En el sentido más amplio, formulan un sistema de factores interactivos que condicionan el contenido de los medios y las redes digitales, sistema o marco que a su vez nos permite asemejar y yuxtaponer las contribuciones que conforman esta antología. Más allá del gobierno, la economía y el sistema educativo (como principal portador de ideología) como condicionantes de los contenidos de los medios, los coordinadores nos desglosan otros factores—tal como rutinas de producción y características socioeconómicas de las audiencias—que también contribuyen a la creación de mensajes y a las formas en que se interpretan. Este marco amplio—elaborado particularmente desde las disciplinas académicas de la comunicación y las ciencias políticas—y las contribuciones de los/as nueve autores conforman un útil instrumento de alfabetización en medios de comunicación tradicionales y digitales, un mapa para fortalecer nuestro pensamiento crítico—nuestras decisiones sobre qué contenidos consumimos y cómo los interpretamos—en torno a los instrumentos de comunicación política.

Entre la heterogénea pluralidad de ángulos que nos proveen los capítulos de la antología se abordan: la histórica relación entre políticos y periodistas como una confabulación “para estructurar la realidad social, la agenda política y la opinión pública” (pág. 103); el acceso a la información pública como fundamento de la confianza en los procesos políticos; la radio en la historia de Puerto Rico tanto como enriquecimiento de nuestras vidas diarias como instrumento de censura y dominio gubernamental; el uso del cine como instrumento de propaganda política durante la década del 1950; la apropiación de tecnologías digitales para las movilizaciones de las jornadas del 2019; el empleo de Twitter por Ricardo Roselló como ejemplo del uso político de redes digitales para reforzar narrativas dominantes; las formas en que la plétora de programas radiales de comentario político han contribuido a erosionar el valor de la noticia; los trolls—el uso de las redes digitales para amenazar a periodistas—como ejemplo de la cruda batalla en internet entre los dos partidos dominantes; el reforzamiento de la propaganda política—tanto en medios tradicionales como en redes digitales—para sustituir el debate y noticias políticas en los municipios.

En uno de los capítulos de conclusión, Ángel Israel Rivera Ortiz, coeditor de esta antología, resalta el tema que presenté con la conversación imaginaria entre Hostos, Pedreira y Rodríguez Cotto: egocentrismo y pluralismo como pautas de la comunicación política en Borinquén. Según Rivera Ortiz, a través de la historia de nuestra comunicación política, hemos enfatizado demasiado en la bondad o maldad de los individuos y no lo suficiente en las estructuras que configuran y estimulan ese individualismo egoísta. Para superar este escollo, para comenzar a desarrollar una comunicación política constructiva, propone una refundación política, una que rescate “nuestra esencia democrática” (pág. 276).

Esta antología contribuye tanto al campo académico—teorías e investigaciones de comunicación política—como a la necesaria reflexión cívica en torno a cómo nos comunicamos para sanar nuestra cultura política. De particular valor académico es el anejo del libro, el cual incluye la bibliografía más amplia de la comunicación política borinqueña. En su conjunto, su valor cívico yace en su convocación a reflexionar sobre las múltiples instancias en que la comunicación política en Borinquén ha contribuido a cimentar o derribar el reconocimiento de nuestros derechos y responsabilidades, nuestro deber de dialogar y participar en la conformación de nuestra conciencia colectiva para reconstruir nuestro futuro político.

 

 

 

 

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