Especial para En Rojo
Las próximas seis películas concluyen la primera parte de mi lista de las mejores del 2024, publicada el 2 de enero en En Rojo. Como especifiqué en la introducción de la primera parte del artículo, estas son tan solo las experiencias más intensas que tuve durante el año y sobre las cuales no escribí. Se me siguen quedando fuera experiencias que valoré, como Wicked (dir. Jon M. Chu; EE.UU., Japón y Canadá, entre otros, 2024), a la cual fui arrastrando los pies y, al final, por poco me levanto a aplaudir como si hubiese estado en el teatro. Con todo el dolor de dejar el musical afuera (inclusive, con lo boquiabierto que quedé con Cynthia Erivo y Ariana Grande), las siguientes experiencias me abrieron puertas a nuevos viajes que nunca pensé que tendría o que disfrutaría tanto.
Después de haber escrito sobre Challengers (dir. Luca Guadagnino, Italia y EE.UU., 2024), no puedo creer que el 2024 me trajo otra joya de Guadagnino en Queer (Italia y EE.UU., 2024). Entiendo las críticas que ha tenido, desde su construcción sumamente estereotipada de los mexicanos y del México de la década de los 40, y la fantasía problemática de los expats, esa gente blanca viviendo fuera de su país primermundista y que mantienen su privilegio colonizador. En este caso, el expat es William Lee (Daniel Craig), un escritor estadounidense que escapa a México por su adicción a la heroína. Lee explora esa “fantasía del Sur” mientras busca aventuras sexuales y una droga que le abrirá sus capacidades telepáticas. Guadagnino retrata esta fantasía con la poesía romántica de su Call Me by Your Name (Brazil, Francia e Italia, entre otros; 2018) y de la mano de su director de fotografía, Sayombhu Mukdeeprom. La soledad del protagonista en un mundo que no entiende, que se siente más claramente al final (y no he dado spoilers), fue un golpe para mí.
Sing Sing (dir. Greg Kwedar, EE.UU., 2024) fue otra experiencia de soledad y aislamiento, pero que resalta el poder liberador del teatro. La película se enfoca en Rehabilitation Through the Arts, un programa establecido en la prisión de máxima seguridad de Sing Sing en Nueva York. Coleman Domingo encarna el rol de John “Divine G” Whitfield, uno de los miembros fundadores del grupo, con la fuerza emocional que usualmente asocio con su trabajo. Sin embargo, el poder de Sing Sing está en cómo la mayoría de los actores son convictos reales de la prisión. Clarence “Divine Eye” Maclin, que cumplió una condena en Sing Sing por robo en el 2012, actúa una versión más joven de sí mismo y de cómo este se desenvolvió en la organización. En cada rostro, leemos un mundo de experiencias difíciles que han llevado a cada uno a la prisión. Sin embargo, como espectador, son refrescantes el disfrute y la dedicación con la cual todos trabajan para montar el musical más loco y divertido jamás visto. Es imposible no salir de Sing Sing sin una sonrisa inspirada por hombres que sufren por la pérdida de su libertad.
Tanto como en Sing Sing, donde el director se enfoca en comunidades marginadas, en Anora (dir. Sean Baker, EE.UU., 2024), que ganó el Palme d’Or en el festival de cine de Cannes del 2024, el director nos trae otra historia con personajes que sobreviven en los márgenes. Así como en Tangerine (EE.UU., 2015) Sean Baker cuenta la historia de una prostituta trans que busca a su novio para pedirle cuentas por su infidelidad y en The Florida Project (EE.UU., 2017) captura las travesuras y tristezas de unos niños que viven con sus familias en los moteles justo a las afueras de Walt Disney World, Anora sigue a una prostituta (Mikey Madison) que se enamora de un joven cliente ruso multimillonario (Mark Eydelshteyn). Baker es uno de mis directores estadounidenses favoritos y en Anora dirige su propia versión de una de mis películas favoritas de Federico Fellini, Le notti di Cabiria (Italia y Francia, 1957). Los finales en ambas películas nos recuerdan la crueldad de un mundo contradictorio donde todavía se encuentra una chispa de esperanza tanto en un abrazo de Anora como en la sonrisa llorosa de Cabiria (Giulietta Masina).
No propongo que esta preferencia sea compartida por todos mis lectores, pero MaXXXine (dir. Ti West; EE.UU., Reino Unido y Nueva Zelandia, 2024) fue una de las películas que más disfruté este año. MaXXXine concluye una trilogía de terror que me he gozado y cuyo segundo volumen, Pearl (dir. Ti West, EE.UU. y Nueva Zelandia, 2022), que reseñé para Claridad el 21 de septiembre de 2022, es una pequeña joya de terror. También podría ser que amo MaXXXine porque es una película sobre el cine y cuyas referencias van desde el Hollywood y la industria del cine porno de los 80 hasta clásicos del cine como Body Double (dir. Brian De Palma, EE.UU., 1984) y Chinatown (dir. Roman Polanski, EE.UU., 1974). Pero estoy totalmente convencido de que la actuación de Mia Goth en el personaje protagónico me obliga a seguir regresando a una de las trilogías que más revisité en el 2024.
Una sorpresa difícil durante este año fue el desgarre emocional de The Zone of Interest (dir. Jonathan Glazer; Reino Unido, Polonia y EE.UU.; 2024), que ganó el Oscar por mejor película extranjera en el 2024. Es interesante que en el cine, un medio primordialmente visual, The Zone of Interest es aterradora precisamente por lo que permanece fuera de nuestro campo de visión. La película se lleva a cabo en la casa de Rudolf Höss (Christian Friedel), el comandante Nazi a cargo del campo de concentración de Auschwitz. Este vive con su familia en una casa justo al lado de la prisión. Cuando pensaba que no podría ver otra película con una visión innovadora sobre el holocausto, la burbuja hogareña en la que vive Hedwig (Sandra Hüller), la esposa de Höss, junto a sus hijos, nos provee una toma escalofriante de la banalidad maldita de la Alemania del Tercer Reich. El director no nos lleva al campo de concentración, sino al otro lado de la pared. Los colores fríos con los que Lukasz Zal, el director de cinematografía retrata el hogar de los Höss y la impactante edición de sonido a manos de Tarn Willers y Johnnie Burn, cuyo trabajo también fue reconocido con un Oscar, demuestran que la cotidianeidad es tan perturbadora como la violencia que coexiste junto a esta.
Quiero terminar en una nota cómica con una de las películas que más me hizo reír en el 2024, Saturday Night (dir. Jason Reitman, EE.UU., 2024). He sido fanático del programa, Saturday Night Live (SNL), por momentos. Mi afición por su estilo de comedia comenzó a mis 12 o 13 años durante la temporada de Eddie Murphy. Me quedaba a dormir los sábados con mi hermano en casa de nuestro mejor amigo y veíamos SNL con el gozo de que hacíamos algo malo. Después de años, lo volví a ver con regularidad durante la segunda mitad de los 90 para la temporada de Will Ferrell. Finalmente, terminé casado con una fanática de la comedia que me ha enseñado inclusive a apreciar los momentos malos del programa. Saturday Night, que capta los 90 minutos previos al primer episodio del programa, sigue el caos enérgico y altamente entretenido de los preparativos para llevar el show al aire el 11 de octubre de 1975. La película demuestra que si lo que ocurre frente a las cámaras es interesante, lo que pasa detrás es delirante. He visto Saturday Night tres veces en el 2024 y siempre le encuentro una pequeña chulería visual o algún momento que se me escapó cuando me estaba riendo.