La victoria de la resistencia

En nuestros países, miles de comunidades afro descendientes sufren hasta hoy consecuencias de la esclavitud y de una exclusión social permanente. Durante tres siglos, desde el siglo XVII, más de 12 millones de hombres, mujeres y niños de diversos pueblos africanos fueran secuestrados para trabajar como esclavos en las plantaciones  y en las minas de América Latina y Caribe.

En algunas regiones de Brasil, Colombia, Ecuador y otros países, aún hay muchas comunidades negras que resisten con sus costumbres propias y, en algunos casos, hasta algo de sus idiomas  ancestrales. En Brasil, desde el siglo XVI, esos grupos se llaman quilombos. En otros países, palenques o otros nombres. Esas comunidades siguen siendo símbolos de lucha y resistencia contra el capitalismo depredador. Ellas protegen bosques, ríos e impiden la destrucción ambiental, provocada por el negocio agrícola.

En estos días, exactamente, el jueves, 08 de febrero, después de un largo proceso, el Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil declaró válido un decreto del presidente Lula que reconocía a los descendientes de Quilombos el derecho a sus tierras ancestrales. En 2013, los obispos católicos de Brasil han creado un grupo de trabajo para profundizar la misión de la Iglesia junto a las comunidades negras. Ese grupo produjo un documento muy bueno. Reconoce que la Iglesia Católica tiene una deuda histórica con las comunidades afrodescendientes, porque en el pasado padres y obispos fueran conniventes con la esclavitud y las injusticias  sufridas por esos grupos. Reafirma que en la lucha de esas comunidades por la tierra y por el derecho de vivir sus culturas, hay un apelo de Dios para todos nosotros.  La resistencia de eses grupos es una profecía social a ser acogida. Alerta que aún hoy existe cierto racismo religioso. En 1967, en una exortación (Africae Terrarum), el papa Pablo VI reconoció el valor positivo de las religiones de matriz africana. Sin embargo, hasta ahora, aún hay grupos que se dicen cristianos y que discriminan y persiguen comunidades de cultos afrodescendientes como si fueran idolátricos o demoníacos. En estos días, por todo Brasil, aún resuena el canto profético de una escuela de samba de Rio de Janeiro que, en el desfile de Carnaval, tomó como tema: “¿Será que la esclavitud fue de hecho superada?”  La Escuela de Samba Paraíso del Tuiuti cantó una oración que tiene sido repetida por muchos brasileños: “Mi Dios, Dios mío, Si yo lloro, no lo tomes a mal. Por la luz del candelero, ¡Libere el cautiverio social! “.

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