Los vecinos de Moncayo: otro desarrollo ecocida

 

 

CLARIDAD

 Por la carretera PR-3, en el tramo fronterizo de Fajardo y Ceiba, hay dos colinas enormes que tapan la costa. Detrás de ellas, yace una costa intacta, virgen, casi inaccesible para quienes se valen de rutas pavimentadas para llegar a la playa. Pero para los vecinos de Quebrada Vueltas, único barrio de la ciudad caridura que colinda con estas lomas gigantes, siempre ha habido “caminos vecinales” para disfrutar de este edén. Así lo evoca Lawrence Núñez, vecino del bosque costero desde pequeño, en conversación con CLARIDAD. Habla de varias pozas y árboles que ocupan estas sendas. Más allá de su casa, cerca del mar y los mangles, cuenta que reinaba un silencio casi imperturbable.

Reinaba, porque desde finales de 2023, ha habido movimientos que tumban montes y mueven tierra con maquinaria pesada, dice Núñez. Sonidos y disturbios que pertenecen al desarrollo de un enclave multimillonario lejano a la comunidad: Moncayo, un proyecto que ocuparía 1,100 acres de parcelas que, sobre suelo arenoso, daría base a 400 residencias de lujo, una escuela privada, un centro médico, un campo de golf y una finca propia, de acuerdo con la revista Bloomberg.

“Nunca hemos tenido conocimiento ni vistas públicas. Nunca hemos tenido conocimiento de qué va a ser este desarrollo, cómo va a impactar a la comunidad y qué va a aportar a la comunidad. Entiendo que para los 90 se hicieron unas vistas públicas, pero ahora mismo es otro dueño, es otra empresa y es algo nuevo. Deberían hacer vistas públicas para que la gente de este sector y Fajardo entero conozca qué es lo que trae Moncayo”, denunció Núñez.

La construcción que menciona el vecino alude al desarrollo de un hotel que se habría llamado Cayo Largo. Con el tiempo, se intentó cambiarlo por un Four Seasons, pero ambos proyectos fueron “heredados” por Moncayo, que planea inversiones multimillonarias e históricas, cercanas a las cifras del proyecto Esencia, en Cabo Rojo. No obstante, Núñez denunció que Moncayo utiliza esos permisos antiguos sin actualizar.

“Yo entiendo que van 34 años (desde el primer desarrollo), y yo tengo 47 años. Tú sabes que en 34 años he cambiado un montón, pues no me digan que, en 34 años, una costa y un área geográfica no ha cambiado. Seguro que ha cambiado”, agregó Núñez. “Entonces, vamos a tener un campo de golf que va a utilizar pesticida, insecticida, plaguicida, colorantes artificiales. Esas cosas se van al aire, ¿y quiénes se van a afectar? Todos”, advirtió Núñez.

Y por “todos”, el vecino cariduro se refiere a sus compueblanos de Santa Rita, que viven a poca distancia del desarrollo, y otras comunidades adyacentes a la desembocadura del río Fajardo, el Bosque Estatal de Ceiba y el mar aledaño, famoso por su pesca abundante. Uno de los integrantes de esta comunidad, el manatí, también vería sus aguas y alimentos afectados por la construcción, que opera seis días a la semana.

“El mangle ha sido impactado, y yo no creo que ellos estén haciendo para poder arreglar. Lo han impactado y van a seguir impactándolo, y están aquí escondidos. Nadie sabe de ellos. Están haciendo las cosas a su manera”, continuó.

Mientras hablamos, no se escucha el estruendo de la zona de construcción. Aunque hoy “le bajó”, el desarrollo puede tornarse los sábados en un “campo de guerra”. Como saldo de esos combates, el vecino desliza el dedo índice por el bonete blanco de su guagua y deja una huella larga, trazando la capa de polvo que cubre su Ford. “Esto es una guagua de uso diario”, dice. Hay una polvareda visible en el aire, revuelta ahora por un jeep que corre entre caminos aplanados.

Acercamientos para atender la comunidad

En múltiples ocasiones, la pareja de Núñez contactó a los propulsores de Moncayo para acordar unas exigencias de la comunidad. Cuando entran en conversaciones con algunas de las figuras encargadas, logran tocar base con José Mercado, director de Finanzas de Moncayo; Memphis Cabán, manejador del proyecto, y Brenda González, relacionista público de los desarrolladores.

“Yo les pedí a su supervisor, y no nos lo quisieron dar. Cuando llegaron aquí, lo primero que dijeron es que no sabían de nosotros. Que ellos se estaban reuniendo con la comunidad. Y yo les dije ‘tú te puedes estar reuniendo con el que tú quieras, pero al que estás afectando es a nosotros’… Es difícil cuando tú has vivido tanto tiempo en una tranquilidad”, relató Núñez. Moncayo es dirigido por Juniper Capital, cuyo presidente es Carter Redd.

Además de a la firma privada, la familia de Núñez ha canalizado sus preocupaciones a través del Municipio de Fajardo. Empero, el ayuntamiento no ha respondido a las solicitudes de reunión e información. Por su cuenta, Núñez se enteró que el alcalde de Fajardo, José Joey Meléndez Méndez, respalda el proyecto. Los vecinos de Moncayo han alertado sobre la cantidad de personas mayores que residen en Quebrada Vueltas y de los posibles efectos adversos que la contaminación tendría en un área que, además, tiene una alta incidencia de cáncer.

“Aquí hay una población de mucha gente mayor que le afecta el proyecto, pero ellos no están con el empuje para moverse. Entonces yo, por mi familia y mi herencia, porque esta casa es heredada de (¿mi?) madre, tengo que pelear por mis cosas. Voy a perderlas, a mis vecinos… Cuando veo la situación que hay de cáncer, me preocupa”, sostuvo Núñez.

En principio, el vecino apoyaba el desarrollo por los posibles empleos y ‘beneficios’ que habría traído al área. Esa postura cambió cuando investigó los precios de las residencias proyectadas, las oportunidades que ofrecería a la comunidades, pero solo halló que “va a haber un desplazamiento de nuestras familias y una división entre los que tienen poder y dinero versus la clase pobre, que somos nosotros”.

“Lo que hacen es dividir a las personas. Voy a hacer un poblado aquí, de gente rica y voy a vivir ahí. Y no solo eso, esta área es rica en historia… yo te puedo dar fe de que hay yacimientos arqueológicos. A pesar de que esta zona fue impactada, tiene historia y valor para nosotros”, aseguró Núñez.

En uno de esos acercamientos, Núñez y la comunidad redactaron una carta con acuerdos preliminares como el uso de máquinas a ciertas horas, la creación de vías alternas para empleados, la protección de recursos naturales, la reubicación de generadores y estaciones de limpieza. Aunque algunos fueron acatados por un tiempo, los reclamos fueron desoídos, compartió el vecino.

“Nosotros nos fuimos por las líneas que tuvimos que ir. Hablamos con ellos. Ellos vinieron y nos dijeron que iban a ayudarnos, que nos iban a dar un listado de cosas que queríamos y que nos afectan. Luego que se comunicaron, ellos querían reunirse y reunirse y reunirse. No tenemos que reunirnos, ellos tienen que enviarnos la información por escrito”, aseguró Núñez. Los desarrolladores no les han entregado el mapa de deslinde de los supuestos proyectos anteriores, ni ha precisado en qué estado está el proyecto.

Asimismo, el vecino denunció la poda innecesaria de palmares y la destrucción de manglares. De acuerdo con reportes del propio Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), en esta franja costera viven los cuatro tipos de mangle que crecen en Puerto Rico, particularmente mangle rojo y mangle negro. En las aguas salobres limítrofes, las poblaciones de manatíes comen de la yerba tortuga.

Por su parte, el legislador municipal de Fajardo por el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), Antonio Prieto Colón, manifestó que el desarrollo de Moncayo no puede desvincularse del proyecto Esencia, en Cabo Rojo, por sus similitudes y efectos en áreas sensitivas.

“La única oposición en la legislatura municipal, básicamente, soy yo. Estoy hablando con los populares para que se den cuenta, porque originalmente estaban a favor. Por ahora entiendo que ambos están inclinándose a oponer el proyecto. No se han hecho vistas públicas. Cuando le preguntamos esta semana a la directora de Planificación Territorial, ella nos dijo que esas vistas se hicieron en los 90”, reveló Prieto Colón a CLARIDAD por llamada telefónica.

En ese sentido, el excandidato a la alcaldía de Fajardo coincidió Núñez en la necesidad de actualizar las vistas y permisos en que se fundamenta este desarrollo. Por igual, Prieto Colón compartió que los gerentes del proyecto solicitaron darle nombre oficial a la carretera de la zona en construcción. De acuerdo con el pipiolo, este trámite contará con vistas públicas que aún no se han fechado.

“Se están cometiendo crímenes contra el ambiente, contra nuestros recursos y contra la paz de nuestras comunidades. Además de los ruidos, se han cerrado los accesos a la playa; hay varios pescadores que ya no tienen acceso al mar como antes, hay yacimientos arqueológicos, no solo precolombinos, sino que hay dos construcciones para cañones del siglo XX, el tiempo de la Segunda Guerra Mundial”, aseveró el también historiador.

En la tarde, Núñez fue al Festival del Tinglar a concienciar sobre el asunto que impactará todo el litoral. Antes de terminar la entrevista, se acomodó en la baranda de su balcón y señaló una vista directa al hotel El Conquistador. Un poco impedido por la bruma, el paisaje dibuja el funicular del hotel, las ventanas de las habitaciones y las villas coloridas del resort. De pronto, el vecino confiesa algo insólito: aquí había una loma que estorbaba la vista. Ahora conforma el relleno de toda la zona polvorienta y visiblemente talada. Aquí ya no reina el silencio, salvo las pausas entre estertores y máquinas.

Artículo anteriorAnte la incertidumbre no hay plan económico posible
Artículo siguienteEditorial-50 Festival de CLARIDAD, un evento para la historia