Nacionalistas: una introducción a la “Carta a Irma” de 1939

 

Un contexto

La “Carta de José Monserrate Toro Nazario a Irma Solá”1 , firmada en Yauco el 31 de mayo de 1939 , fue redactada en medio de un apasionado debate en torno a la situación y el futuro del Partido Nacionalista de Puerto Rico en el marco de una poco comentada lucha por el poder. Es un documento que recoge una versión de la disputa desarrollada al interior de la organización entre 1936 y 1939. El partido parecía dividido en dos bloques intransigentes que se disputaban la “sucesión” del control del partido en aquel nefasto año. No era la primera vez que hechos de aquella naturaleza inestabilizaban un proyecto político. Algo similar había ocurrido con el Partido Autonomista Puertorriqueño en 1889 tras la muerte de Román Baldorioty de Castro (1822-1889).

Los procesos del 1936 y la Masacre de Ponce de 1937, asestaron un duro golpe a una institución que, desde 1934, atravesaba por complejos desafíos ideológicos. Los sectores moderados, herederos del nacionalismo cívico que Pedro Albizu Campos (1891-1965) había condenado una y otra vez, y los sectores exigentes fieles a la doctrina de la “acción inmediata” incluyendo sus aspectos más agresivos, no podían ponerse de acuerdo. El conflicto tenía fuertes implicaciones tácticas. Su persistencia demostraba que, en cierto modo, el asunto planteado durante la asamblea partisana que llevó a Albizu Campos a la presidencia en mayo de 1930 nunca se resolvió del todo. El entusiasmo del triunfo del grupo de Ponce consiguió solamente posponerlo2.

El revisionismo albizuísta de 1930 había sido retado por otros revisionismos. La cuestión de la pertinencia de la “acción inmediata” y la violencia revolucionaria retornaron a partir de 1935. La militarización que condujo a la leva de 1936 con el fin de forjar un “Ejército de Liberación” fue clave para la movilización de las autoridades federales contra el nacionalismo3. La eficacia de la táctica estaba siendo puesta en entredicho. Una parte del liderato trataba de devolver al partido a la legalidad que poseía en 1932, recuperar en alguna medida la tradición dieguista y reinsertarlo en el drama electoral del país. Aquella proposición representaba para sus opositores un retroceso y un acto de acomodo en medio de la aceleración de los choques con las autoridades que la tarea de “crearle una crisis” a Estados Unidos en Puerto Rico requería.

Otro segmento de la militancia comenzaba a mirar hacia la izquierda con la lógica argumental que la Internacional Comunista había desarrollado alrededor de la política de “frentes populares” desde 1935. Aquella táctica innovadora dependía del fortalecimiento de una amplia coalición popular que, a fin de derrotar el fascismo, suponía que los socialistas y los comunistas estrecharan relaciones con los partidos democráticos burgueses contra el adversario común. El capitalismo y el comunismo debían posponer su confrontación y ponerse de acuerdo para derrotar el fascismo. El fascismo, como se sabe, había surgido como una “tercera vía” que fustigaba lo mismo a los defensores del libre mercado y el liberalismo político que a los propulsores del socialismo, la estatificación y el autoritarismo, y responsabilizaba a aquellos programas de acción propios de la modernidad de la decadencia de occidente. Las relaciones del nacionalismo con el comunismo fueron por lo regular inestables y fluctuantes aunque ello no impidió la colaboración en situaciones concretas.

Para el Partido Nacionalista la política de frentes populares representaba un problema. Albizu Campos reclamaba cierta exclusividad o privilegio para su nacionalismo. En una carta de 1930 dirigida a José Lameiro, quien acababa de adherirse a su causa proveniente del unionismo, tras descartar cualquier proyecto de rehabilitación o negociación con Estados Unidos, el líder era enfático: “No hay Nacionalismo fuera del Partido Nacionalista”4. Si su disposición a colaborar con los unionistas, luego liberales, era poca, sus relaciones con los socialistas amarillos a quienes acusaba de dividir la nación, estaban agriadas por el compromiso de aquellos con la estadidad y su alianza con el gran capital azucarero ausentista y el movimiento estadoísta. He discutido la representación de los socialistas del dirigente de Ponce a través de los escritos llenos de sarcasmo de Luis Abella Blanco (1878-1948)5.

De otra parte, las hostilidad con los comunistas aumentó a la luz de conflictos éticos y morales en torno al control de la natalidad representada por el doctor José A. Lanauze Rolón (1893-1951)6 y por el apoyo del Partido Comunista de Puerto Rico en el cual militaba a los programas de Nuevo Trato, recurso que Albizu Campos consideraba un acto indigno y cuya condena pública había solicitado. La fundación del Partido Popular Democrático en 1939, cuyo liderato abogaba por la independencia con justicia social y simpatizaba con el novotratismo y el control de la natalidad, complicó más la situación. Luis Muñoz Marín (1898-1980) era una figura muy popular que había sido solidario con Albizu Campos en el contexto de los procesos de 1936, tanto como lo había sido Rafael Martínez Nadal (1877-1941), por cierto. El impacto de la consolidación de un movimiento populista e independentista como el PPD en los debates internos del Partido Nacionalista no debe ser tomado a la ligera. Una queja de Toro Nazario en la “Carta a Irma…” -la idea de que el Nacionalismo necesitaba un programa económico eficaz- sugiere cierta atracción por las políticas muñocistas cercanas a las recomendaciones del Plan Carlos Chardón y el novotratismo.

La clave filosófica que impedía la mediación o el acuerdo entre los nacionalistas y los populares tocaba el asunto de la validez de las posturas de “principios” inconmovibles e intransigentes defendidas por los primeros, y las actitudes “pragmáticas” posibilistas y flexibles de los segundos. En aquel momento ambos partidos compartían la postura retórica del liberalismo clásico que naturalizaba la libertad y consideraba la independencia como una condición teleológicamente determinada.

Las tensiones con los comunistas iban más allá, según sugiere la “Carta a Irma…”. En 1933 la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) había conseguido el reconocimiento diplomático de Estados Unidos. El nombramiento de Adolph Hitler (1889 – 1945) como Canciller en Alemania en 1933 con el respaldo de los nazis y los conservadores nacionalistas hacía urgente el acercamiento ruso a Estados Unidos. En 1934 la Unión Soviética había sido aceptada como estado miembro de la Liga de Naciones, hecho que facilitó la elaboración de un acuerdo de relaciones comerciales bilaterales con la administración Franklyn D. Roosevelt (1882-1945).

El artífice ruso del acuerdo fue Maxim Maksímovich Livínov (1876-1951), el Comisario de Asuntos Exteriores ruso de origen judío. El acuerdo entre Litvínov y Roosevelt comprometió la política soviética “(to) respect scrupulously the indisputable right of the United States to order its own life within its own jurisdiction in its own way and to refrain from interfering in any manner in the internal affairs of the United States, its territories or possessions7. Albizu Campos traducía el lenguaje aludido como una demostración de la traición de los comunistas en general a la causa de la independencia de Puerto Rico. Los comunistas en Puerto Rico aseguraban que aquella postura de la Rusia Soviética no impedía la articulación de la política de frentes populares de la Internacional Comunista. La representación de Albizu Campos como un anticomunista convencido está sin duda relacionado con aquel hecho, poco discutido en general, según se deriva de las notas de Toro Nazario.

Como podrá verse, las perspectivas teóricas y prácticas del Partido Nacionalista no encajaban en el marco de los frentes populares por el papel de Rusia y Estados Unidos en la propuesta. Cuánto movió hacia la derecha al partido aquella postura es un tema abierto para el debate. Por un lado, el Partido Nacionalista no era una organización socialista que aspirara ser la portavoz de las clases trabajadoras rurales y urbanas en un proceso de lucha de clases. Por el contrario, rechazaba aquella práctica como un elemento de división de la nacionalidad. El providencialismo cristiano que animaba a una parte significativa de su liderato, Albizu Campos en particular, estaba en el lado opuesto del materialismo histórico y el marxismo ateo. Mis investigaciones sugieren que no todos los nacionalistas católicos eran providencialistas cristianos o conservadores. También sugiere que no todos los que rechazaban el novotratismo y el acuerdos de Roosevelt con Litvínov eran pro fascistas. Cualquier generalización en una dirección u otra no representa bien la situación. Una mirada que se ampare en los recursos de la microhistoria ayudará a comprender mejor la ambigüedad de la situación y el excepcionalismo a la vez que ofrecerá una imagen más confiable del escenario.

El liderato católico del Partido Nacionalista, Albizu Campos incluido, se guiaba por los principios paternales del corporativismo cristiano que requería armonía completa entre el capital y el trabajo (los trabajadores y los capitalistas o los obreros y los burgueses) y responsabilizaba de la protección de los humildes, los humillados del mundo social o los pobres, en manos de un estado fuerte, moral y paternal aliado del capital nacional8. La atenuación de la lucha de clases en tiempos de crisis económica y después de la superación de los tiempos de depresión, dependería de poderosos y convincentes argumentos culturales que giraban alrededor del mito de la gran familia puertorriqueña, el valor y la superioridad de la raza latina dentro del marco de un arielismo altamente politizado.

Las quejas del nacionalismo respecto al colonialismo y el capital estadounidense no desdecían su compromiso con el libre mercado. Había (esta retórica me recuerda la de Muñoz Marín cuando legitimaba el nacionalismo cultural ante el político después de 1952) un libre mercado malo en el marco colonial. Pero sin duda era posible y necesario un libre mercado bueno en el marco de la independencia. En la imaginación de Albizu Campos aquel estado de cosas poco tenía que ver con el novotratismo, con el comunismo o el fascismo. Lo que censuraba del estado de cosas el nacionalismo era el poder del capital estadounidense sobre el mercado y el expolio de la riqueza nacional por corporaciones ausentistas: condenaba el enclave agrario en que se había convertido Puerto Rico. Aquel problema solo podría ser superado mediante el fortalecimiento del capital nacional así como de la mediana y pequeña burguesía puertorriqueñas9. La ruta de la modernidad solo se aceleraba en el marco del progresismo occidental según se desenvolvió en el escenario europeo.

En conclusión, Albizu Campos y el Partido Nacionalista no tenían ni la tesitura ideológica ni la voluntad política para compartir la teoría de los frentes populares. En efecto, su liderato desconfiaba del comunismo soviético, del liberalismo económico y político estadounidense, del novotratismo y no estaba dispuesto a participar en un frente común antifascista en el camino hacia la Segunda Guerra Mundial. Aquel espacio vacante lo llenaron los comunistas, el nuevo sindicalismo que retaba al Partido Socialista y la Federación Libre de Trabajadores y el emergente Partido Popular Democrático entre 1936 y 1938. La probabilidad de que el Partido Nacionalista acabara siendo asociado a los sectores fascistas, enemigos declarados tanto del comunismo del liberalismo y el novotratismo, como en efecto sucedió y sucede, era muy alta.

¿Quién fue José Monserrate Toro Nazario?

José Monserrate Toro Nazario (1906- ¿?), nacido en San Germán, fue un abogado, agnóstico, masón, católico y periodista bilingüe con una amplia cultura que trabajó como redactor de temas internacionales del National Catholic Welfare Council (NCWC) News Service10, organización conocida hoy como U.S. Conference of Catholic Bishops. La entidad se había consolidado en 1919, profesionalizando las labores de la más modesta Catholic Press Association fundada en 1911. Laboró además como redactor del foro católico El Piloto. Su condición de libre pensador y católico, curioso oxímoron, su retórica difería del providencialismo cristiano y del catolicismo tradicional que tantas veces se ha señalado en Albizu Campos. Por el contrario, cuestionaba el clero conservador y estaba comprometido con la defensa de una doctrina social que hiciera del catolicismo un mecanismo modernizador y de justicia social eficaz. Es bien probable, no he hecho una indagación al respecto, que sus postura estuviesen vinculadas al llamado periodo piano de la Doctrina Social de la Iglesia, desarrollada entre 1922 y 1958 alrededor de las posturas de Pío XI (1857-1939) y Pío XII (1876-1958) en particular Quadragesimo anno de 1931.

Toro Nazario había ingresado al Partido nacionalista en 1932; se alejó temporeramente entre 1933 y 1934 y se reintegró a las tareas en la coyuntura de mayor agitación en 1935. En ese sentido, estuvo dispuesto a respaldar a la organización cuando las autoridades estatales y federales cerraban el cerco y el nacionalismo profundizaba su agresividad. Su compromiso con la causa nacionalista no le impedía diferir críticamente de las posturas oficiales o de Albizu Campos. En medio de la crisis desatada por los arrestos de 1936, fungió como director del periódico La palabra en ausencia de Juan Antonio Corretjer (1908- 1985), preso por no cumplir una orden del Gran Jurado, y Secretario Interino del Partido Nacionalista bajo la presidencia también interina del desaparecido Julio Pinto Gandía (1908-1976), otro experto en relaciones internacionales.

Fue uno de los abogados que representó a los nacionalistas en los procesos de 1936 así como en la apelación de la sentencia junto a Pinto Gandía y Gilberto Concepción de Gracia (1909-1968), entre otros. Estuvo muy activo en los contrainterrogatorios de ciertos testigos y fue interrogado a su vez durante el proceso. La razón para ello eran que había fungido como director interino del foro La palabra y su relación con figuras como el director del periódico Armas de Caguas, el poeta Clemente Soto Vélez (1905-1993), Atilano Colón e Isolina Rondón (1913-1990), tesorera del Partido Nacionalista de Río Piedras. También se le inquirió en torno a las condiciones de la residencia de otro de los acusados, Juan Gallardo Santiago (1901-1982), líder de la junta de Mayagüez nacido en Hormigueros11. Durante el informe preliminar de la defensa fue llamado a declarar por Albizu Campos bajo una situación incómoda: la fiscalía y el juez entorpecían el interrogatorio una y otra vez . El abogado René Arrillaga Armendáriz, el primer investigador que ha estudiado las trascripciones disponibles del proceso ha resumido de un modo iluminador el episodio: “El testimonio de Toro Nazario quizás será más recordado por lo que no se le dejó hablar…”12, asunto que habrá que discutir en otra ocasión.

La “Carta a Irma…” estaba dirigida a Irma Solá, una mujer joven de Caguas quien trabajó como secretaria de la familia Albizu-Meneses y, junto a la intelectual dominicana y militante del nacionalismo Thelma Fiallo Henríquez, atendió a sus hijos mientras Albizu Campos estaba preso.13 El documento estaba dirigido, en ese sentido, a Laura Meneses del Carpio (1894-1973) y respondía a ciertas prácticas políticas de aquella que llamaban la atención de Toro Nazario.

Las diferencias ideológicas planteadas en la “Carta a Irma…” fueron tratadas con secretividad por los involucrados. Los señalamientos de Toro Nazario tocaban a figuras de prestigio y poder dentro de la organización.

En ciertos momentos la retórica de Toro Nazario tomó un giro personalista apoyado en la rica retórica del autor propensa a la ironía, la sátira y el sarcasmo bien documentados, actitud similar a los casos de Ramón E. Betances Alacán (1827-1898) o Rosendo Matienzo Cintrón (1855-1913) en otros contextos. El giro socarrón y agresivo es una práctica común en medio de los debates ideológicos en agrupaciones que se encuentran bajo la presión exterior y/o interior. La pugna presentada en la “Carta a Irma…”, como ya se dijo, estaba enraizada en el giro hacia la “acción inmediata” de 1930, maduró entre 1936 y 1937 y llegó a su punto más álgido en 1939 cuando Toro Nazario ordena sus ideas por escrito.

El contenido de los planteamientos centrales de la “Carta a Irma…” es un asunto que discutiré en las próximas columnas.

El autor es catedrático de Historia.

Notas:

1Es el nombre abreviado del documento Partido Nacionalista. Documentos. “Carta de José Monserrate Toro Nazario a Irma Solá”, 31 de mayo de 1939. Epigrafía, transcripción y edición a cargo del Dr. Rafael Andrés Escribano.
2Amílcar Tirado (1993) “La forja de un líder: Pedro Albizu Campos 1924-1939 en Juan Manuel Carrión, Teresa C. Gracia Ruiz y Carlos Rodríguez Fraticelli, eds. La nación puertorriqueña: Ensayos en torno a Pedro Albizu Campos (San Juan: Ed. de la Universidad de Puerto Rico): 65-81.
3José Manuel Dávila Marichal (2022) “Organizando el Ejército Libertador” en Pedro Albizu Campos y el Ejército Libertador del Partido Nacionalista de Puerto Rico (1930—1939) (San Juan: Ediciones Laberinto): 127-169.
4Mario R. Cancel Sepúlveda (28 de enero de 2010) “Albizu Campos: dos cartas” en Puerto Rico entre siglos
URL: https://puertoricoentresiglos.wordpress.com/2010/01/28/albizu-dos-cartas/
5Mario R. Cancel Sepúlveda (2023) “Nacionalistas: la retórica antinacionalista en una muestra de la narrativa literaria de la primera parte del siglo 20” en Academia URL: https://www.academia.edu/103400387/Nacionalistas_la_ret%C3%B3rica_antinacionalista_en_una_muestra_de_la_narrativa_literaria_de_la_primera_parte_del_siglo_20
6José Lanauze Rolón (1926) El mal de los muchos hijos (Ponce) URL: https://documentaliablog.files.wordpress.com/2016/05/huigens-berntsen-lanauze-1926-el-mal-de-los-muchos-hijos.pdf
7CNN.com Cold War. Declassified Top Secret (November 16,1933) “Exchange of Communications between President Franklin Roosevelt and Maxim Litvinov of the USSR” URL: https://nsarchive2.gwu.edu/coldwar/documents/episode-1/fdr-ml.htm
8Ernesto Sánchez Huertas (1997) “Algunas ideas tentativas del pensamiento social cristiano en Albizu campos” en Carrión et.al. : 139-160. Las similitudes con el Positivismo Clásico de Auguste Comte, Henri de Saint Simon, Eugenio María de Hostos y las vertientes del Krausismo y el Krausopositivismo son notables.
9Mario R. Cancel Sepúlveda (1ro de mayo de 2010) “El Partido Nacionalista y las Elecciones de 1932” en Puerto Rico entre siglos URL: https://puertoricoentresiglos.wordpress.com/2010/05/01/partido-nacionalista-elecciones-1932/ ; y Varios autores (1922 /1930 / 1979) “El Partido Nacionalista en 1922 y en 1930: programas” en Reece B. Bothwell González (1979)Puerto Rico: cien años de lucha política. Vol. I-2 (Río Piedras: Editorial Universitaria) URL: https://puertoricoentresiglos.files.wordpress.com/2014/08/cea_1158_nac_1922_1930_docs.pdf .
10Maria Mazzenga (April 19, 2018) “The Archivist’s Nook: YOU Should Read the Catholic Press – Why?” URL: https://www.lib.cua.edu/wordpress/newsevents/10361/
11Información detallada en la tesis inédita de René Arrillaga Armendáriz (2023) “Antecedentes y celebración de los juicios contra Pedro Albizu Campos y el liderato nacionalista en el 1936” (Ph. D. Historia) Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y El Caribe, San Juan, Puerto Rico.
12Ibid, 491.
13Luis A. Ferrao (1990) Pedro Albizu campos y el nacionalismo puertorriqueño (San Juan: Cultural): 351.
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