No hay tanto pan

Por Néstor E. Rodríguez

Lejos de recurrir a la acostumbrada fórmula del recuerdo como acontecimiento a explicar en la escritura, los poemas de Alejandra Rosa apuntan a la remembranza como un saber íntimo y transformador. Este rasgo hace de su ópera prima poética: Levadura (2022), una obra notable. Al abrigo de estas agrimensuras, sobresale el motivo del pan trazando la cadencia del conjunto para plantar revelaciones: “Hay algo en el olor del pan recién horneado que siempre me recuerda cuán volátil, y a la vez seguro, puede ser un cuerpo fermentado”. Para Maurice Blanchot, “el sueño confina con la región donde reina la pura semejanza”. En los textos de Levadura la semejanza es esa “masa madre” productora de alquimias, la garantía de correspondencia con la materia de lo que ya no está y que se eterniza en el ahora de la inextinguible duración del poema y la memoria.

Ni Iglesia,

ni Dios;

pan.

una cicatriz no es una cicatriz

es un rostro, un miedo

una raíz

en nuestro taller,

las baterías del reloj

cultivaron raíces.

 

en el horno,

como en la tierra,

promesas de producción

abonan sustento

 

en un tiesto verde,

en una bandeja de metal,

la misma urgencia

 

la masa madre,

como el orégano,

acrecienta.

 

hablo con mi papá de pan

le digo viejo, no le gusta,

protesta.

en esta tertulia

no hay más lucha,

 

este activismo

mi primera teoría cuir,

nació en esta mesa

él, yo,

y una masa

transgénero.

 

el tiempo

es un ingrediente,

si no lo escuchas

se fermenta.

 

el país que nunca muere

es el que llevamos dentro

en el miedo al regreso

De Levadura (La Secta de los Perros, 2022)

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